Amelia Bloomer: una editora decimonónica
Por Silvia Pato (@SilviaP3)
La estadounidense Amelia Jenks Bloomer (1818-1894) nació en el seno de una familia humilde en Nueva York, y apenas acudió unos años a la escuela, pero eso no fue impedimento para convertirse en una importante editora de prensa y en un referente en la lucha de los derechos de la mujer.
Fue tras casarse con su marido, el abogado y propietario del periódico County Courier, Dexter Bloomer, cuando este la animó a comenzar a publicar sus escritos en él. Ahí empezó todo.
En 1848, se celebró Seneca Falls, la primera convención sobre los derechos de la mujer. Amelia asistió sin dudar y, un año después, se puso al frente del primer periódico dirigido al público femenino The Lily, cuyo lema era: «Dedicado a los intereses de la mujer». Los dos números semanalas vieron la luz hasta 1853 y su éxito como editora fue tal que consiguió que su tirada superara las cuatro mil copias.
En The Lily dejaría constancia de lo que se convertiría en una de las anécdotas de su biografía y que la introduciría, curiosamente, en la historia de la moda. Y es que, entre las reivindicaciones de Amelia sobre los derechos de la mujer, incluyó la necesidad de cambiar la forma de vestir para que pudiera moverse con más libertad. Uno de sus artículos más famosos en el periódico se basaba en esta idea, defendiendo que la finalidad de la vestimenta debía ser práctica, además de procurar salud y comodidad, para adaptarse a las necesidades y deseos de las mujeres. En cuanto al embellicimiento personal, aunque no debía suprimirse, habría de tener un carácter secundario. La mujer no debía ser esclava de su aspecto ni verse limitada por sus propias ropas.
Amelia predicó con el ejemplo. Cuando la activista Elizabeth Smith Miller comenzó a vestirse con un conjunto que seguía tales premisas: pantalones flojos, combinados con un vestido corto o una falda y un chaleco, la editora no dudó en adoptarlo y empezar a difundirlo en el periódico. Tanto es así que su look, que generalmente consistía en una túnica con cinturón y unos pantalones amplios a juego, ajustados en los tobillos, terminó siendo conocido como The Bloomer Costume o bloomers, mientras que en castellano se utilizaría el término de bombachos o pololos para referirse a ellos. Hubo quien la criticó duramente, y las burlas y caricaturas en prensa fueron constantes. Nada extraño si tenemos en cuenta que renunciar a las inmensas faldas y miriñaques resultaba una revolución para la época, e incluso de ese atuendo, que se consideraba tan inapropiado, procede la palabra inglesa bloomer para referirse a las meteduras de pata. Sin embargo, la defensa a ultranza de los pantalones sería absoluta entre aquellas mujeres que, a finales de siglo, comenzaron a subirse a las bicicletas y practicaban deportes.
Después de que The Lily cerrara, Amelia continuó escribiendo para diversos periódicos y revistas de la época, y no dejó de protagonizar campañas sufragistas en estados como Nebraska y Iowa, lugar este en el que fue presidenta de la Asociación por el Sufragio Femenino entre 1871 y 1873. La periodista, activista y editora falleció en 1894. Su marido, que moriría seis años después, publicó The Life and Writings of Amelia Bloomer.
En 1995, Amelia Bloomer pasó a formar parte del National Women’s Hall of Fame.