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Desde Londres: el ritmo incesante de Anne Teresa de Keersmaeker

Por Eloy V. Palazón
 

Anne Teresa de Keersmaeker (Bélgica, 1960) es una de las coreógrafas belgas más conocidas del panorama dancístico internacional. Formada en Bruselas y Nueva York, su estilo es bastante marcado y reconocible: casi siempre movimientos acompañados por ritmos incesantes, coreografías que surgen como proceso de acumulación de gestos, continuidad… Creó su propia compañía, Rosas, pero sus obras son interpretadas por otras agrupaciones, como el Ballet de la Ópera de París. Además, ha llevado su creación más allá de los teatros y se ha podido ver en espacios expositivos como el Wiels de Bruselas, la Tate Modern de Londres, o el MoMA de Nueva York.

Berg. Schönberg, Wagner, Xenakis, Bartók, Cage son algunos de los nombres de compositores que De Keersmaeker ha usado para sus obras, pero sin lugar a dudas sus obras más icónicas están unidas al nombre de un compositor minimalista: Steve Reich. En los 80 coreografió algunas de las creaciones más reconocibles del compositor americano como Violin Fase, Piano Fase o Come out. En 2001 recurrió de nuevo a él en su coreografía Rain, esta vez con su Music for 18 Musicians, una obra escrita en 1976 en la que cuatro voces femeninas, dos clarinetes bajos, dos instrumentos de cuerda, cuatro pianos y seis marimbas engrasan una máquina rítmica que no cesa a lo largo de una hora. Una obra icónica que marcó la salida de la música minimalista del ámbito underground.

Sin embargo, esta coreografía y partitura distan de la forma de componer (en ambos ámbitos) aquellas piezas de los 80. Las obras en fases están construidas a base de un proceso gradual en el que al material inicial se le van añadiendo nuevos materiales (musicales o gestuales). El resultado es perceptible y el oyente/espectador es perfectamente capaz de comprender el camino que se va construyendo. Aquí no hay esa voluntad de hacer perceptible el proceso creativo. No obstante, las características de la coreógrafa están muy presentes: las estructuras matemáticas, la dominación de la geometría en el uso del espacio escénico, la variación como método compositivo, canon como modelo fraseológico.

Pero Rain, además, tiene sus raíces en la canción homónima de Madonna (1992), en una frase de Macbeth, un poema de Paul Van Ostaijen y el título de una novela de Kisty Gunn. Según la coreógrafa, todas estas referencias están en el tablero de la coreografía aunque apenas tienen una presencia palpable.


Rain volvió a verse la semana pasada en el Sadler’s Wells de Londres en el decimoquinto aniversario  de su estreno en De Munt y en ella puede verse el parentesco con otras obras de la misma época, a principios de los 2000, como Drumming o In Real Time, pero esta conserva esa reminiscencia de sus obras de los 80.

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