Releyendo a…Julian Barnes
Por Inés Sánchez de la Viña.
Juntas dos personas que no se habían juntado antes; y a veces el mundo cambia y a veces no. Pueden estrellarse y arder, o arder y estrellarse. Pero hay veces que se hace algo nuevo y entonces el mundo cambia.
La literatura representa a veces una imagen poco realista del mundo en que vivimos, otras veces nos ofrece una explicación más verosímil de este. Así lo cree el novelista de origen inglés Julian Barnes (Leicester, 1946). Hace ya tiempo que el autor de El loro de Flaubert (1984) se ha consolidado como uno de grandes de la narrativa inglesa de nuestros días.
Aunque el británico ha declarado en más de una ocasión que no cree en la literatura como vía para exorcizar las obsesiones personales, Julian Barnes lo ha hecho varias veces a lo largo de su carrera literaria. Niveles de vida (Anagrama, 2014) es un claro ejemplo. En esta novela Barnes presenta tres relatos aparentemente inconexos en los que se desprende una lección vital: la importancia de oírse vivir.
Los tres relatos que componen Niveles de vida tienen registros literarios muy diferentes. Barnes se las arregla para entrelazar sutilmente tres historias aparentemente dispares. El gran desconcierto de las dos primeras historias, de un tinte aparentemente más documental e inofensivo, se salda luego con un tercer relato más íntimo, una narración sobre el dolor que logra la implicación máxima del lector. El pecado de la altura documenta la progresión de la navegación aerostática, Barnes recoge las tentativas del francés Félix Bournachon, más conocido por Nadar, por vencer a Dios y construir el globo aerostático más grande del mundo. El segundo capítulo, En lo llano, trata sobre el romance entre la figura cautivadora de la actriz francesa Sara Bernhardt y el globonauta Alfred Burnaby, heterodoxo oficial del ejército británico. Estas dos primeras historias preparan el terreno para la narración final: La pérdida de la profundidad. Aquí Barnes realiza un giro de 180 grados y pasa a trazar una crónica personal del largo proceso de duelo. La profundidad narrativa de este relato tan íntimo de la vida de Barnes consigue poner la piel de gallina. En el último relato Barnes se detiene a analizar la imposibilidad de poner remedio a las aflicciones que emergen tras la pérdida de un ser querido –la mujer del escritor, Pat Kavanagh, falleció en 2008 al poco tiempo de que le fuera diagnosticado un tumor cerebral. Todos los libros de Barnes están dedicados “A Pat”. En Niveles de vida, Barnes escribe: “Y lo que desaparece es mayor que la suma de lo que había. Esto es quizá matemáticamente imposible, pero es emocionalmente posible”.
Niveles de vida es un texto inconsolable, una gran historia de amor relatada a partir del vacío de la pérdida. A pesar de ser una novela sobre la aflicción, Barnes consigue transmitir la idea del amor como símbolo imperecedero del alma. En muchos aspectos es un emotivo homenaje al amor que todo lo desborda.
Leer a Julian Barnes siempre garantiza placeres. Leer a Barnes es disfrutar de buena literatura así como de las reflexiones que encierran sus historias. Casi sin quererlo, Barnes le deja a uno sumido en múltiples cavilaciones sobre el significado de sus palabras. Este escritor pide a gritos una nueva lectura. Merece la pena lanzarse a conocerlo.
Ni anestesia ni consuelo hay para quien ha perdido al amor de su vida.
Seguramente la novela más íntima de Barnes, el más francófono de los autores ingleses. Sí que merece la pena lanzarse a conocerlo.