Mary Shelley o cómo 'Frankenstein' luchó por la igualdad de la mujer
Por Pilar Martínez Manzanares. @pilar_manza
Novelista, dramaturga, ensayista, filósofa y biógrafa británica, Mary Shelley se consolidó como uno de los iconos de la literatura inglesa. Su nombre y sus obras recorrienron el mundo y el tiempo hasta nuestros días, llegando a ocupar un puesto al que pocas mujeres de la época tuvieron acceso. Así, esta autora se convirtió en todo un referente para el desarrollo de la novela gótica.
Su amplia trayectoria sienta su base en novelas como Mathilda, Falkner o El último hombre entre otras, pero sin duda alguna si algo marcó la vida y producción literaria de la autora fue la llegada a este mundo de la que sería una de las novelas más emblemáticas de todos los tiempos, y que daría lugar a uno de los personajes más imprescindibles tanto en la literatura como en el cine.
Frankestein llegó a nuestras manos en 1918, y a diferencia de otras novelas o personajes que se esfumaron cual cenizas de un libro viejo, él llegó para quedarse. Lo que parecía en un principio un relato corto se convirtió en la obra que le valdría la fama y reconocimiento eterno a Mary Shelley. Muchas han sido las hipótesis sobre su verdadera temática, entre ellas una alegoría al embarazo y al miedo de las mujeres de la época y de la propia Shelley por las consecuencias a veces nefastas que de él derivaban. De hecho la madre de Shelley, la gran feminista Mary Wollstonecraft, murió al darla a luz, y en la vida de la propia escritora estuvo presente un aborto y el fallecimiento de todos sus vástagos.
La vida de Mary Shelley estuvo llena de literatura. Siendo tan solo una niña su padre, el escritor William Godwin, la alentó a comenzar en el mundo de la escritura a través de la redacción de cartas. De él no solo heredó su pasión por las letras, también un pensamiento completamente liberal, enfrentado de manera perpetua al ostracismo social vigente por aquel entonces. Tanto su vida personal, al fugarse con el que se sería su futuro marido al estar este casado, como sus novelas con fuertes tintes políticos o temas como la educación o el rol social de las mujeres dieron buena fe de ello.
En novelas como “Falkner” los valores femeninos propuestos por la autora llegaron a triunfar frente a una sociedad de tintes patriarcales. Su compromiso constante con el idealismo romántico y las reformas políticas, así como su visión de una familia pacífica, cariñosa y burguesa conformaron un importante pilar para la consecución de una mayor influencia en las instituciones políticas por parte de las mujeres.
Un protagonista masculino compulsivo y sediento de sangre, en contraposición a la alternativa femenina, la personificación de la razón y la sensibilidad, conformaron la marca de agua de la mayoría de las novelas de la escritora. De esta manera Shelley ofreció una alternativa al poder masculino que terminaba por destruir los personajes. Sus obras finalmente marcarían un antes y un después en el mundo de la literatura promoviendo una narrativa histórica diferente a la escritores anteriores a su época nos habían acostumbrado, desafiando así al prototipo de novela vigente en aquellos tiempos en el que solo se encontraban protagonistas masculinos.
Tras una vida de éxito, los últimos años de Mary Shelley estuvieron plagados de múltiples enfermedades, fuertes dolores de cabeza y ataques de parálisis a distintas partes del cuerpo que le dificultaron disfrutar de aquello que más amaba, la literatura. Finalmente Víctor Frankestein, el creador creado, observó como su madre literaria se desvaneció de lo que posteriormente se reconoció como un tumor cerebral.
Escritora brillante, Mary Shelley falleció a la edad de 53 años y su escritorio fue el mejor retrato de su vida. En él encontraron mechones de cabello de sus hijos perdidos, un cuaderno que había compartido con su marido, una copia del poema de este titulado Adonäis, y junto a él una página envuelta en seda la cual contenía algunas de sus cenizas y restos de su corazón. Una vida llena de amor, pasión y tragedia, un trayecto aprovechó hasta el último de sus días, un existir que quedó reflejado en aquel mueble convertido en tesoro, el cual fue testigo del nacimiento de las más grandes obras de la literatura.