Jeanne G. Labrosse: la primera mujer paracaidista
Por Silvia Pato (@SilviaP3)
La francesa Jeanne Geneviève Labrosse (1775-1847) estaba fascinada por el hecho de volar. Un día, en Parc Monceau, en París, cuando tenía veintidós años, presenció el primer vuelo en globo aerostático del Oficial Aeronáutico de Francia André-Jacques Garnerin, que finalizó con un descenso en paracaídas. Joven y piloto se conocieron poco tiempo después, y ella se convirtió en su alumna y en su esposa.
En el mismo lugar donde Labrosse había visto por primera vez a su marido realizó su primer vuelo en globo junto a él en noviembre de 1798. No obstante, fue la tercera mujer en volar en tal medio, pues la primera fue Élizabeth Thible, un 4 de junio de 1784, que se vistió para la ocasión como la diosa romana Minerva; y la segunda Citoyenne Henri, unos meses antes de que lo hiciera Labrosse, también con Garnerin. Las tres realizaron su trayecto con compañía masculina.
En lo que sí ha pasado a la historia Labrosse es por ser la primera mujer que realizó sola un vuelo en globo, en 1798. Un año después también fue la primera en lanzarse en paracaídas. Se arrojó a 900 metros de altura desde la góndola de un globo. Aquel fue el inicio de una carrera de paracaidista que la llevó a realizar diversas giras por gran parte de Europa.
Fue Labrosse quien solicitó la patente del paracaídas en nombre de su marido, al que apodaban el Aérostatier des Fêtes Publiques, el 11 de octubre de 1802. Ese mismo año, el matrimonio viajó a Inglaterra para efectuar varios espectáculos de vuelo durante la Paz de Amiens. Cuando la guerra entre Francia y Gran Bretaña volvió a estallar regresaron a su país natal.
Garnerin falleció veintiún años después, en 1823. Ella terminó abriendo un restaurante con Marie-Thérèse Figueur. En lo que respecta a la pasión por el vuelo y la faceta profesional de sus exhibiciones las delegó en un miembro de la familia: Elisa Garnerin, su sobrina. Esta aprendió a volar globos aerostáticos con quince años, así como a saltar en paracaídas. Se ganó el sobrenombre de Prima Aeroporista, tal fue la fama que adquirió con sus saltos en Italia. Los Garnerin seguían llevando surcar los cielos en la sangre.