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Ana María Matute, voz en la posguerra española

Por Pilar Martínez Manzanares. @pilar_manza

La literatura española del siglo XX encontró en ella a una de sus voces más representativas y personales. Considerada una de las mejores novelistas de la posguerra española y miembro consagrado de la Real Academia Española, Ana María Matute encontró en Los Abel  el comienzo de su exitosa carrera.

Con tan solo once años, la escritora catalana fue testigo de uno de los acontecimientos más truculentos y fatídicos de la historia española. La guerra civil , con su violencia, su terror, su muerte, su odio y su consecuente posguerra calaron de manera profunda en las obras de Ana María Matute.

El pesimismo derivado de estos terroríficos años fue uno de los ingredientes principales para la cocción de las múltiples obras de la escritora. Otorgando así a estas ciertos tintes de sensatez que llegaron a ser más claros que la propia realidad de la vida. Ciertas características como la malicia o la hipocresía fueron definidas y desarrolladas por la autora a lo largo de su obra, al tiempo que la trilogía se convirtió en una producción de culto para ella. De hecho la mayoría de los críticos afirmaron de manera casi unánime, que sus mejores obras siempre coincidieron con trilogías como Los Mercaderes.

Dicha frustración y desdicha también se encuentra presente en muchos de los personajes que recorrieron sus creaciones. Un ser triste y obsesivo a la vez que lleno de inocencia fue el prototipo de personaje que la autora configuró desde un primer momento. Todos ellos tienen como punto común su final trágico y desgraciado. En ellos, la esperanza brilla por su ausencia, y tanto protagonistas como secundarios inician un viaje sin retorno hacia punto irremediable, la tragedia.

La política, la sociedad, y la moralidad de España, sobre todo en la época de guerra y posguerra, son los temas más representativos y recurrentes de la obra de esta autora. Sus novelas, con una prosa generalmente prática y lírica, encontraron en el surrealismo y modernismo el pilar fundamental sobre el cual giró toda su creación. Con un realismo desbordante, estas obras tuvieron como núcleo el período de la vida que se desarrolla desde la niñez y adolescencia hasta la fase adulta, período que sin lugar a dudas marcó de manera clara a Ana María Matute y sin el cual la mayoría de su producción no podría entenderse.

Caracterizada por un aura de pesimismo y tragedia al igual que sus obras, Ana María Matute se sobrepuso a sus miedos, sacudidos por eso fatídicos años que bien podrían haber sido sacados de una película de terror y oscurantismo. La guerra no consiguió terminar con la vida de Ana María Matute, el destino le tenía deparado un camino largo y tranquilo.

No fue hasta el 25 de junio de 2014 cuando la muerte llegó a su vida y la segó para siempre. Ese Pequeño teatro lleno de encanto, esa grandiosa Torre vigía o esa Fiesta al noroeste que tenía de todo menos champán y cotillón quedaron tan huérfanos como otros tantos títulos que vieron con desaliento como la vida de su creadora se esfumaba. Siempre echaremos de de menos a aquella niña que la guerra convirtió en mujer demasiado pronto.

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