Los libros de la isla desierta: 'Los Maia', de Eça de Queirós
Por Óscar Hérnandez Campano.
Título: LOS MAIA.
Autor: Eça de Queirós.
Editorial: Pre-textos.
Esta magna novela es para la literatura portuguesa lo que Don Quijote es para la castellana. La obra magna, la novela que todo el mundo conoce pero quizá no todos han leído. Los estudiantes de secundaria leen -puede que sin demasiado gusto- fragmentos o incluso -si el profesorado es digno de merecer ese nombre- la novela entera. Porque Los Maia es una novela bella, magnífica, inteligente, sensible, culta, irónica, divertida, emotiva, entretenida, fantástica e inolvidable.
Eça de Queirós escribió novela de folletín, publicada por capítulos en la prensa lusa. Se especializó en mantener a los lectores enganchados a sus rocambolescas tramas de amores imposibles, de traiciones y crímenes humanos o morales. Hoy en día sería un formidable guionista de series o seriales. Sin embargo, Los Maia es algo más, o mucho más. Es la historia de una familia -la que titula el libro-, de una dinastía rica, terrateniente, alta burguesía hidalga que antaño fue nobleza y que llegados al último tercio del siglo XIX se enfrenta al cambio, a múltiples cambios. Políticos, económicos, sociales y morales. Los protagonistas son diletantes, ociosos, cultos y derrochadores. La novela se centra en Lisboa aunque a lo largo de la novela asistimos a una miríada de pinceladas que dibujan el contexto histórico de la Europa de la época. Los tópicos ibéricos y los próceres políticos europeos aparecen en la narración para situar a estos Maia que nunca parecen despeinarse por nada que no sea placentero. La Lisboa que Queirós muestra es la de la alta sociedad, la nobleza venida a menos, la hidalguía, la burguesa y la tratante de esclavos -tema que se muestra con claridad en el texto-. No vemos a la clase obrera, a los pobres, a los humildes, a los comerciantes. Cuando aparecen, es como atrezzo y si tienen voz es porque son sirvientes, criados, doncellas o prostitutas. No es clasismo del autor. Queirós elige centrar su pluma en la clase dominante, en las intrigas y tejemanejes políticos y -sobre todo- amorosos/sexuales de ese grupo ocioso que va de acto público en acto público, del teatro a un concierto, de las carreras a una tertulia literaria, de una partida de cartas a misa de once. Y el resto del tiempo, el dolce far niente, el amor, el deseo, viajes y excesos, y mucha voluptuosidad.
Los Maia es -para mí- un canto a la amistad. Entre tanto exceso, duelos incluidos, la amistad resiste por encima de todo. El culebrón entre María y Carlos, que se convierte en eje de la novela, va desdibujándose de manera inteligente para que al final brille la hermandad, la amistad fiel, la humanidad libre de convencionalismos y ataduras sociales. Quizá se pueda intuir algo más, pero que sean los lectores quienes lo busquen.
La novela está escrita de una manera sublime. A menudo me asaltaba el deseo de leer en voz alta para disfrutar de una prosa perfecta, de un léxico riquísimo, de unas descripciones poéticas y de unos escenarios evocadores. Pero a todo eso hay que sumarle la maestría de Eça de Queirós, quien sabe como afilar su pluma para verter sobre el texto una ironía que no deja títere con cabeza. El retrato de esa Lisboa emplumada y enjoyada, de carruajes y partidas de bric-a-brac, de modas importadas de Londres y París, de tardes de charla y té con pastas, rezuma ironía, burla y caricatura. La crítica mordaz que Eça de Queirós hace de su país la lleva a cabo sobre todo el personaje que -a mi juicio- es su alter ego en la historia: el libertino, vividor y amoral João da Ega, amigo íntimo y confidente de Carlos da Maia, el galán de esta novela. Ega se convierte en una suerte de Sancho Panza, fiel escudero del señor da Maia y de voz crítica de Portugal, lanzando las vergüenzas patrias a los cuatro vientos. Ega (Eça) es el niño que se atrevió a decir que el emperador estaba desnudo.
Es una novela Los Maia en la que la estela de Flaubert, de Tolstoi, de Hugo o de Zola se ve claramente, sin que el autor trate de esconder las fuentes de las que bebe o las obras que emula. Lo que hace es construir un edificio bello y enorme sobre las bases de otros maestros pero adaptándose a la -para él- triste realidad portuguesa. Eça de Queirós critica la sociedad de su país y su tiempo con ingenio y gusto. Cabe preguntarse cómo habría ridiculizado el Portugal post-Fátima.
Los Maia es una novela para releer, sin ninguna duda, y gozar de nuevo de su bellísima prosa a la orilla del mar, viendo la arrebolada en nuestra isla desierta.
Muy buena reseña, pero el Bric a Brac no es un juego de naipes. Es la búsqueda de antigüedades y rarezas por almonedas y anticuarios. Un saludo