En busca de la paz con 'Violeta sabe a café'
Por Fermín Caballero Bojart.
Premium presentó el pasado 10 de marzo en Madrid su nueva apuesta: Violeta sabe a café. Cuando la editorial sevillana, especializada en autores premiados, acogió en 2014 la propuesta, programó su catálogo 2017 con la antología de Manuel Pozo Gómez (Madrid, 1961). Ardua tarea, la de elegir los relatos a publicar, bien solventada gracias a la galardonada trayectoria en certámenes literarios del autor madrileño.
El constante trasfondo del conflicto bélico del que se alimentan los nueve relatos de Violeta sabe a café y, en general, la obra de Pozo, se quiebra esta vez con Saturno y el hijo de los Zúñiga (Segundo Premio XIII Certamen de Relato Federico García Lorca). El autor, formado a la sombra del taller Primaduroverales, y cuyo sobrio estilo queda patente en las descripciones escénicas; nada sobra, nada falta, desborda el conflicto bélico sin bajar las armas, justificando la sordidez de la muerte en manos de un crío, mientras su padre aprende de los descarnados oleos de Goya. Metáfora manejada hasta el final con recursos apropiados.
A todos los que siempre han buscado la paz, dedicatoria rescatada del relato ambientado en el frente de la Guerra Civil (Sin goles en el frente, X Premio Enrique Orizaola), es el cordón umbilical que une cada pieza, y que abre una obra que comienza con el relato de Violeta, que da título a la antología, y con el que Manuel inició su exitosa andadura. Todo empezó en 2008 (XXXI Certamen Literario Bustarviejo) con Violeta sabe a café donde se transpira el constante temor de no volver a ver viva a Violeta (ni soy una heroína, ni soy especial desde entonces), esa compañera de trabajo con la que compartes café cada mañana, sabiendo que viajaba en uno de los trenes que fueron atacados el 11 de marzo de 2004. Precio de una incertidumbre, la que separa lo real de lo irreal, con la que el lector se confabula gracias a los envites de Manuel por convertirla en el primer héroe anónimo, como tantos de aquel fatídico día, que en la antología, acertadamente diseñada por Premium, busca la paz.
El año que a los ciudadanos de Berlín les arrancaron su libertad con el levantamiento de un vergonzoso muro nació Manuel Pozo. Signo de partida que atrapa desde entonces a este filólogo especializado en la lengua germana, dejando buena muestra de ello en muchos de sus relatos que ambienta en la Alemania de la Guerra Fría. La fuga del veintitrés de diciembre (Primer Premio XIII Concurso Cuentos sobre ruedas) representa el ejemplo de relato in crescendo, con trama amorosa y un vertiginoso ritmo de cine (Víctor de la Concha). Pozo invita siempre a una lectura fresca y ágil gracias a unos personajes en cuya piel cohabita el autor hasta que, sobre el papel, están preparados. Bien para romper el Muro conduciendo un autobús, organizar un partido de fútbol en el frente entre los dos bandos de la guerra civil española o detener a una columna de coraceros durante la invasión napoleónica de España (La insurrección de Antonio Begines, Primer Premio XIX Certamen Literario Villa de Grazalema).
Durante nuestro encuentro Manuel habla de muros, visibles e invisibles, la mayoría insalvables. ¡Hay tantos muros…!, suspira. Envueltos todos por conflictos religiosos, políticos o emocionales, muros que cortan el camino hacia la felicidad. “El 11M nos cambió la forma de pensar”. Marcado por su carrera militar, en su prosa auspicia un ejército para la paz, “aquel día supuso un punto de inflexión para todos”, me habla pausado, con un café entre manos y la mirada firme, como si estuviera hablando con el compañero que le inspiró a Violeta, “cualquiera pudo ser Violeta aquel día. Violeta fue una víctima del atentado del 11M”. Pero la vida continuó y Manuel, consciente del peso de Violeta, se adentró en las entrañas de Dominique Rothen hasta convertirlo en el francotirador que se enamora de Edinka eternamente, de Edinka y sus muros. Los que una guerra levanta entre los seres humanos para siempre (Edinka, XXXIV Concurso de Cuentos Puente Zuazo). “El ejército español era un ejército de maniobras en terreno nacional, hasta que comenzó a participar en operaciones internacionales elevando el prestigio de España. El personaje de Edinka nos explica este proceso” (Los ojos de Edinka eran verdes, Primer Premio XXXV Certamen Literario de Vargas).
Con Los héroes del Cuatro Vientos (Mención Especial XXI Premio Literario “Roger de Llúria”) aborda formas menos frecuentes de su estilo pero igual de tentadoras para el lector exigente. Trama periodística y documental envuelta en misterio. Otros héroes, otras formas de buscar la paz. Paz que jamás encontraron los amantes de El primer beso de Sofía Rotesbild (Segundo Premio, XXIII Certamen Literario Villa de Iniesta) cuyas líneas evocan algunos clásicos de los Grimm.
Nueve relatos premiados, bien armados gracias sobre todo a sus personajes profundos, de conflictos latentes, tristes. De imágenes naturales, visibles, familiarmente cercanas a cuya lectura ayuda una letra apta para presbicia, con un acertado formato de Tablet y adaptable económicamente a cualquier bolsillo. Acierta Premium apostando por Violeta y acierta Premium con Manuel Pozo.
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Muy bien hecho Fermín, ha quedado estupendo lo de Manuel en «Violeta sabe a café».