Emily Dickinson, olimpo de la poesía estadounidense
Por Pilar Martínez Manzanares. @pilar_manza
Poesía es mucho más que métrica y rima, es alma y sentimiento. Los versos norteamericanos hicieron con el paso del tiempo la delicias de los corazones más atolondrados y carcomidos por una realidad que, a veces, superaba la ficción. Emily Dickinson formó parte de ese nutrido grupo de poetas y poetisas que tanto bien hizo a la literatura.
Dickinson procedía de una familia de prestigio y con fuertes lazos con su comunidad, aunque vivió gran parte de su vida recluida en su casa. Tras estudiar durante siete años en la Amherst Academy, asistió brevemente al seminario femenino Mount Holyoke antes de regresar a la casa familiar en Amherst. Considerada una excéntrica por sus vecinos, tenía predilección por vestir siempre ropa blanca, era conocida por negarse a saludar a los invitados y, en los últimos años de su vida, por ni siquiera querer salir de su habitación. Dickinson nunca se casó y la mayoría de amistades que tenía dependían completamente de la correspondencia.
Aunque Dickinson era en la intimidad de su hogar una prolífica poeta, durante su vida no se llegó a publicar ni una docena de sus casi 1800 poemas. Los conocidos de Dickinson probablemente sabían de sus escritos, pero no fue hasta después de su muerte, en 1886, cuando Lavinia, la hermana pequeña de Dickinson, descubrió los poemas que Emily guardaba y pudo hacerse evidente la amplitud de su obra. Su primera colección de poesías se publicó en 1890 por conocidos personajes como Thomas Wentworth Higginson y Mabel Loomis Todd, aunque alteraron significativamente los originales. El erudito Thomas H. Johnson publicó en 1955 una colección completa y en su mayoría sin cambios, la primera de su poesía.
El caso de Emily Dickinson es muy especial en la literatura norteamericana, ya que la extraordinaria popularidad de la que gozó y goza después de su muerte hace que muchas veces la opinión pública olvide lo aislada que estuvo en vida (primero en su pequeña aldea y luego en su pequeña habitación, sin salir de ella ni recibir a nadie). Por lo tanto, no son muchas las influencias que su poesía recibió de sus contemporáneos ni de sus predecesores. Las tres principales influencias que pueden rastrearse en el trabajo de esta poetisa son, pues: la Biblia, el humor norteamericano y Ralph Waldo Emerson.
Samuel Bowles, muy interesado en la literatura y en particular en la poesía, dirigía un diario local, y en él se publicaron —con o sin consentimiento de Dickinson— cuatro de los cinco únicos poemas que vieron la luz mientras ella vivió. El primero era un poema del Día de San Valentín primitivo y poco importante, mientras que el segundo era ya una muestra más acabada de su oficio.
En 1862 publicó (sin firma) Safe in their alabaster chambers y Weary of life´s great marte. El célebre poema sobre la serpiente, A narrow fellow in the grass (“Un delgado amigo entre la hierba”, verdadera obra maestra hoy llamado The Snake), le fue —según la poetisa— «robado» por alguien de su confianza (casi con segurida ad Susan Gilbert) y publicado contra su voluntad por el mismo periódico en su edición del 14 de febrero de 1866. El último, que paradójicamente habla del éxito, fue publicado en una antología preparada por Helen Hunt Jackson a condición de que la firma de Emily no figurara en él. Sus poemas están recogidos en varias ediciones de Poesías completas.
La poetisa definió su producción con estas palabras: “Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos”. A pesar de que su trabajo tuvo una crítica bastante escéptica entre finales del siglo XIX y principios del XX, Emily Dickinson está considerada como una de las figuras más importantes dentro de la literatura norteamericana. Su vida y obra forman un legado difícil de olvidar para los amantes del verso y la prosa.
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