Motivación y oficio
Por Fco. Javier Clavero Champsaur. jclavero@javierclavero.com
Dedicado a mi amigo Ramón L. Fernández. Escritor
“Para la abeja laboriosa no hay tiempo de estar” William Blake.
En mi última colaboración hablaba de la importancia del amor en la motivación –de lo que nos ocupa en este foro, que es escribir— factor indispensable en una vida que pretende ser plena.
Hoy me gustaría plasmar diversos factores que rodean al escritor y a la escritura. En diversas ocasiones he escuchado la palabra “escribidor” y en alguna de ellas en tono despectivo, pero en otras ha llegado a mis oídos –de hecho yo me considero un escribidor, aprendiz de escritor— y al hacerlo quien asís se consideraba, lo hacía con humildad, modestia, respeto, un tremendo cariño a la profesión y apasionada admiración hacia los grandes maestros de la misma.
… Y no contento con ello acuñaba una frase utilizada por los grandes maestros –da lo mismo el área— “El eterno aprendiz es el verdadero maestro”. Si uno es capaz de ver lo anterior en conjunto, me da la sensación yo al menos, de que el escribidor –alguien que escribe— puede ser el aprendiz de escritor, hasta convertirse en uno de ellos ¿Y por qué no de los grandes maestros?
Para transformarnos en verdaderos escritores no solo es imprescindible hacerlo bien conociendo un mínimo de normas, es obligatorio emocionar con lo que mostramos negro sobre blanco. Y esto se consigue, primero teniendo una motivación descomunal, deseos, ansias de comunicar en su acepción positiva y constructiva que se tienen cuando uno se considera un aspirante a escritor en toda regla y de oficio. Aquellos que piensan que ya han llegado o lo son pierden la motivación y las ganas de aprender y superarse –y ni particularizo ni generalizo—.
Y como aparece la palabra “oficio” vayamos con ella ya que en mi opinión en la mayoría de los casos es la que marca la diferencia entre el aprendiz y el maestro. Para que la transformación sea potente es cuestión de sumarle, digamos, ciertas motivaciones, facetas a la de escribir –que esta ya se nos presupone—. Para difundir nuestra obra de forma eficaz y eficiente, hemos de desarrollar una serie de talentos y convertirlos en habilidades a nuestro servicio y no solo que nos hagan atractivos a nosotros sino a la obra escrita y que pretendemos llegue al mundo.
Saber hablar en público además de leer sin que parezca que lo hacemos y con la entonación y musicalidad adecuadas para conquistar a quien nos escucha, imprescindible en medios de comunicación; amén de la imagen que deseamos llegue a nuestro público objetivo. Trabajarse una personalidad agradable cercana a quienes potencialmente pueden leernos –y de forma sincera, que si no, no vale ¿De acuerdo? Y esto es detectable de lejos—. Tratar a los demás y pensar de ellos como nos gustaría que los demás pensaran de nosotros, en las mismas circunstancias, esto nos ayuda no solo a empatizar sino a simpatizar. Lo cual nos lleva a que la mejor cara que ofrezcamos siempre –o casi— pase por una sonrisa franca, y no es razón para reír jocosamente todo el día, es cuestión de actitud positiva ante la vida.
Disfrutar de relacionarnos con quien nos rodea, de las presentaciones sean multitudinarias o ante una sola persona. En definitiva estamos hablando de crear marca personal, de tener esa impronta, ese carisma que convierte al que escribe y lo escrito en un legado del que se hable. Y sí, no es un trabajo baladí ni de dos días, es labor de toda una vida… el arte de superarse es el arte de mejorarse, de mejorar esas habilidades que sabemos per se nos llevarán dónde queremos ir porque nos convertirán en quienes queremos ser. Entonces un día, el más inesperado, lejos de considerarnos maestros, tal vez algunas personas de las que nos rodean nos premiarán considerándonos como a tales.
Entre tanto seguiremos el apasionante camino de mejorarnos todos y cada uno de los días de nuestra vida, permitiendo que nuestros escritos, actitud y acciones hablen de y por nosotros.
Pingback: Bitacoras.com
JAVIER:
Lads ideas que desgranas con soberana maestría no solo me ayudan a definir vocación y sensibilidades; antes bien, me valen como espejo para entender mejor mis propias aspiraciones como”escribidor” o, quizás, apenas escribano. Me das lecciones y me produce orgullo y gratitud la dedicatoria de estas meditaciones. Un abrazote y un aplauso, amigo.