Diez años en un "Manicomio": triunfo del teatro-circo español
Por Horacio Otheguy Riveira
Sesenta personas, entre artistas y técnicos dando vueltas, cruzándose, por los aires y a ras de suelo en más de 90 trajes y otro tanto pares de zapatos, 40 pijamas de hospital aparte, portadores de 20 máscaras, prótesis y pelucas elaboradas en a lo largo de 600 horas. Y esto es sólo una mínima parte de lo mucho que se pone en juego para montar un disloque fantástico propio de un gran teatro, un caos aparente lleno de energía donde locura y vida cotidiana integran una familia de toma y daca.
No hay un solo detalle improvisado. Las escenas paralelas o el repentino silencio que promueve carcajadas, todo está tan cuidado que el humor canallesco comparte cartel con el sobresalto de impacto y el miedo ingenuo o el horror de feroz humor negro. Un conjunto fascinante de contrarios que bailan con bellas trapecistas que se deslizan por telas o preciosas acróbatas cuya sensualidad se fortalece bajo una iluminación exquisita del maestro Juanjo Llorens.
Las bandas sonoras de películas llegan hiladas con otros géneros, de pronto una adolescente encantadora desaparece en un número de magia sin mago a la vista, malabares alucinados, un diábolo a todo tren, una acróbata que trabaja boca abajo, la infaltable y siempre sorprendente rueda de la muerte de los mexicanos Hermanos Navas, y como pausas perfectamente calibradas en tiempo e ingenio, dos monologistas de lo más divertidos (Raúl Massana entre el público y con chaleco de fuerza; y Carolina Coria en pista, hilando fino con su voluminosa figura y las tonterías que le aconsejan) … entre muchas sorpresas y eficaces golpes de efecto.
Uno tras otro los números conjugan una bien ensamblada estructura de teatro-circo dentro de un show de primera línea en torno al morboso encanto de un manicomio del siglo XVIII: la belleza de lo terrible que a ratos te mata de risa, con un Suso Silva —niño prodigio del ya legendario Circo de los Muchachos— que se supera a sí mismo como creador y protagonista de un espectáculo que mejora con el tiempo.
IMPORTANTE: es conveniente llegar con media hora de antelación para no perder detalle. La fiesta comienza con una introducción espectacular en la que toda la compañía de personajes (con sólo algunos artistas) se ocupa de ofrecer una especie de circo de muchas pistas entre los espectadores que se van ubicando, y en múltiples escenarios. Cuando esto acaba empieza el Manicomio. Circo de los Horrores. Un show dentro de otro.
No son todos los que están, ni están aquí todos los que son.
Qué extraño, han traído una niña.
Oye, tú, sí, escucha, ¿yo estoy loco? Ah, un poquito nada más. Pues no, el que está majara es tu padre que te ha traído a este circo.
Qué bien me encuentro. No hay como una buena descarga eléctrica para sentar la cabeza.
¡Sicóticos, ínfimos y perturbados, bienvenidos!
Estas son algunas de las frases que en boca de Suso Silva dan cuerpo a una fiesta del humor negro que alterna gustosamente con las provocaciones de un salido que hace de la comicidad más popular, sexual más que picaresca, un hechizo de buenas ondas para regocijo de todos y mal de ninguno.
Suso Silva es el padre de este Manicomio que nació en Madrid hace 10 años, y ha viajado por el país, Miami y parte de Hispanoamérica. Interpreta a un Nosferatu sui generis que, rápidamente, se convierte en un clown que hace las delicias de un público que valora mucho su talento: primer actor con un dominio fantástico del cuerpo (en realidad compone tres personajes con brillante juego de voces), la ironía y el sarcasmo, creador de la idea general y director artístico de la trilogía del Circo de los Horrores, cuya última parte ya aplaudimos la pasada temporada, Cabaret Maldito. [Y del que se anuncia para octubre 2018 una nueva vuelta de tuerca: Apocalipsis].
Un gran reparto de profesionales sobresalientes del mundo del espectáculo cuentan con el férreo apoyo de los hermanos González Villanueva, dos productores que cosechan éxitos a fuerza de audacia económica y artística, y la dirección artística de Suso Silva que pone en práctica su rigurosa formación de clown y mimo, para quien no hay detalle pequeño. Todo funciona como un reloj suizo para que podamos llegar eufóricos a un saludo final tan imprevisto como emocionante con una coreografía de espléndido musical, y después el desfile de luminarias, de una en una… vestidos de negro. No hacen falta lentejuelas ni brillantinas, pues la combinación de circo habitual con el contemporáneo les permite a cada artista componer interpretando un personaje del manicomio, al tiempo que realizan sus proezas circenses, lo mismo son criaturas peligrosas pasadas de rosca o angelicales, en cualquier cosa, siempre al servicio de una certeza: No son todos los que están, ni están aquí todos los que son.
Suso Silva (España) – Clown. Nosferatu y BitelSuso
Raúl Massana (España) – Monologista. El tronado
Carolina Coria (España) – Monologista. La Tronada
Troupe Nikulin Moscow Circus (Rusia). Los escapistas saltadores
Andrey Aversuskyn (Rusia). El malabarista insensato y alterado
María Eugenia Fazz (Rusia) – Up Side Down. La pirada de la luna
Sandy y Samantha Monteiro (Mexicanas) Sedas Aéreas. Las gemelas
Gloria Rodrígues (Portugal) – Alicia en el País de las Maravillas: La majara de los cabellos
Trío Lipstick (Ucrania) – Equilibrios: La locura más sensual
Trío Angelis (Bulgaria) – Barra rusa. Los acróbatas aéreos
Mr. Adam (Alemania). Diábolo. El diabolista desequilibrado
Los Navas (Mexicanos) – Rueda de la muerte. Los acróbatas pirados aéreos
IDEA ORIGINAL Y DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Suso Silva. Premio Nacional de Circo 2003.
PRODUCTORES EJECUTIVOS: Manuel y Rafael González Villanueva
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Raquel Maldonado
ESCENOGRAFÍA: Miguel Brayda. Premio Nacional de Escenografía 1993.
DISEÑO DE LUCES: Juanjo Llorens. Premios Max 2011 y 2013
COREOGRAFÍA: Lola González
VESTUARIO: Menkes
DISEÑO DE MÁSCARAS: Álvaro Aguado
Escenario Puerta del Ángel. Del 1 de marzo al 2 de abril 2017. (Para mayores de 12 años)
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