La dulce relación entre Londres y el flamenco se consolida en el festival del Sadler’s Wells
Por Eloy V. Palazón
Que el flamenco triunfa fuera de nuestras fronteras no es un misterio y es algo que ha quedado patente en el recién finalizado Festival Flamenco de Londres, que ha tenido lugar en el Sadler’s Wells, la casa de la danza londinense. Por su escenario han pasado figuras clave dentro del panorama español de nuestro baile más internacional y ha mostrado el amplio abanico que cabe dentro del flamenco.
El festival dio su pistoletazo de salida con la actuación de Israel Galván, a quien entrevistamos aquí hace poco, con su obra FLA.CO.MEN. Desde que la pudimos ver en España, la obra ha cambiado, y a mejor. Lo cómico sigue estando ahí, quizá más exagerado, más bufonesco: con Chimo Bayo de fondo, la ruta del bakalao se baila ahora a golpe de taconeo. Pero en Londres, como en cualquier lugar del extranjero y donde el español no sea la lengua predominante, la obra adquiere un significado aumentado. Esa frase de Enrique Morente de que en el flamenco se produce una traducción de la tradición, pero siendo conscientes de que esa traición que se produce se hace aún más importante en contextos como estos. El público inglés se queda descolocado en cuanto el lenguaje del flamenco se mezcla con el idioma del cante. Esa colisión se hace aún más potente en esta pieza pues es constante la cuestión de la traducción, ya no sólo en el ámbito idiomático, sino en cualquier lenguaje: la música electrónica y el taconeo producen un cortocircuito interpretativo incluso en el espectador español.
A Galván le siguió Eva Yerbabuena, con Apariencias, una obra que se estrenó justo hace un año en el teatro de Jerez y que ha pasado por varios escenarios, entre ellos el de la Bienal de Flamenco de Sevilla o Granada. Un espectáculo con altibajos pero que tiene en Yerbabuena la principal baza, junto con su guitarrista de cabecera, Paco Jarana. Una obra que, como el anterior, reflexiona sobre el papel del flamenco y su significado. La conclusión de la bailaora es que no hay nada más contemporáneo que el flamenco. Tal vez lo más memorable de la pieza es ver a Eva Yerbabuena bailar por soleá al final.
El culmen del festival llegó con la Gala Flamenca, en la que Juana Amaya, Olga Pericet, Jesús Carmona y Patricia Guerrero deleitaron con hora y media de baile y cante. La Compañía de Manuel Liñán presentó una propuesta arriesgada, ya conocida por el público español, pero ciertamente interesante en este contexto. Reversible trata el tema de los roles de género dentro de la tradición flamenca. La tensión entre el flamenco clásico y el contemporáneo se añade a la normatividad que opera en los roles de género dentro del baile.
El magnífico show finalizó con dos recitales, uno de guitarra de Santiago Lara y otro de cante de Rocío Márquez, acompañada por el maestro Miguel Ángel Cortés.
Un festival que bien podría haberse llamado “Desafiando los límites”, ya que muchas de las obras que aquí se presentaban pretendían servir de reflexión sobre los límites del flamenco hoy en día. Aun así, el festival parece estar pensado más para el público español viviendo en Reino Unido que para un público inglés. La cuestión de la lengua, que tan patente puso Galván en su obra, se impone como un verdadero dique para que el público disfrute al completo del arte del flamenco (vamos, que unos sobretítulos en inglés no hubieran venido mal).