El escritor que vendió su alma al diablo a cambio del éxito literario
Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)
Si hay algo con lo que sueña todo escritor es con ser leído. Este hecho, ya de por sí complicado, lleva otros detalles aparejados, como el poder vivir de la escritura o incluso, para los más ambiciosos, pasar a formar parte de la historia de la literatura, ser leído, admirado y recordado por las futuras generaciones. ¿Hasta dónde sería capaz de llegar un escritor por entrar dentro de ese selecto grupo de escogidos por la posteridad? ¿Acaso podría vender su alma al diablo?
No sé si la eternidad literaria a cambio de la eternidad del alma será un buen trato, pero Max Beerbohm precisamente consiguió hacerse un huequito en esa posteridad gracias a un relato en el que desarrollaba ese mismo tema. Y digo huequito porque por poco más se conoce a este escritor aparte de por este relato. Se trata de «Enoch Soames», una historia en la que un escritor de ese mismo nombre sueña con pasar a la historia de la literatura con letras mayúsculas, a pesar de ser autor de textos mediocres, de reflexiones incomprensibles y de aforismos espantosos. Enoch, convencido de que el problema es de los lectores, que son incapaces de apreciar su genialidad, no duda en vender su alma al diablo, no ya para conseguir esa fama eterna ‒al fin y al cabo es el diablo quien pone las condiciones del trato‒, sino para trasladarse cien años en el futuro y comprobar lo que la posteridad le depara.
«El tiempo pone a cada uno en su lugar», dice el sabio refranero, y esa máxima se ha convertido en el consuelo de muchos escritores y artistas que esperan que quizá algún día su obra sea reconocida cual van Goghs revividos y de muchos críticos que vaticinan el olvido de títulos y de autores que hoy en día son líderes de ventas. Ocurrir puede ocurrir, aunque no siempre sea lo más frecuente. Uno de los casos más llamativos es, sin duda, el de Manuel Fernández y González, uno de los escritores que más libros vendió y que más dinero ganó en el siglo XIX y hoy prácticamente un desconocido para el público en general. ¿Cómo explicar ese abismo entre lo que este escritor consiguió en vida y en lo que se convirtió tras su muerte? Lo que Max Beerbohm nunca supo es que en España existía un escritor del que se decía que había firmado un pacto con el diablo, esta vez sí, para alcanzar esa fama. Y ese escritor era, cómo no, Manuel Fernández y González.
La carrera de Manuel Fernández y González fue meteórica: de no ser nadie pasó a convertirse de la noche a la mañana en uno de los escritores más populares del siglo XIX. Con más de trescientas novelas por entregas a sus espaldas, llegó a convertirse en el rey del folletín en España. Salvando las distancias, llegó a ser una especie de Alejandro Dumas, e incluso llegó a tener un sindicato de negros literarios al estilo del escritor francés. Entre ellos se encontraba Vicente Blasco Ibáñez, que es probable que fuera el autor de una de las novelas más célebres de Fernández y González, El pastelero de Madrigal.
¿Y qué tiene que ver el diablo con todo esto? Según cuenta uno de los biógrafos del escritor, Hernández Girbal, en un libro de 1931 titulado Una vida pintoresca, el rey del folletín tuvo un encuentro decisivo para su carrera literaria con un extraño personaje. Cuenta el biógrafo que una noche de invierno Fernández y González iba paseando por la Ronda de Atocha, cerca del cementerio de San Nicolás, cuando se le acerca un hombre misterioso, alto, delgado y pálido. Este hombre, que afirma ser el Barón del Destierro ‒uno de los nombres por los que se conoce al diablo‒, le propone que escriba una novela que le hará tremendamente rico. Fernández y González, que por entonces todavía no era muy conocido, le hace caso y escribe una novela con ese argumento titulada Luisa o el ángel de redención. Una novela que después de ser publicada en el diario La discusión le proporciona un éxito formidable con más de 200.000 ejemplares vendidos. Uno de los personajes de esa novela era el Barón del Destierro. A partir de ese momento parece que el carácter del escritor cambia, volviéndose mucho más soberbio, vanidoso e insoportable, tanto que se rodeó de enemigos, entre los que se contaba Leopoldo Alas Clarín.
A pesar de haber ganado una auténtica fortuna, Fernández y González no tardó en dilapidarla a causa de su alegre estilo de vida y al morir se encuentra ya prácticamente arruinado. Cuando fallece, la noche del 5 al 6 de diciembre de 1888, el escritor está solo y ya olvidado por todos.
¿Cómo pudo haber pasado de ser uno de los escritores más leídos a ser casi un desconocido? ¿Acaso el diablo se la jugó en su pacto? En realidad la explicación es sencilla. Las cualidades literarias del escritor brillaban por su ausencia. Su estilo dejaba bastante que desear. Fernández y González se aprendió una fórmula, la del folletín, y se limitó a repetirla hasta la saciedad, de forma cada vez más exagerada, sin apenas prestar atención a la forma en la que estaban escritas sus novelas para poder mantener el extenuante ritmo de producción. Sus obras, mal documentadas desde un punto de vista histórico, exageradas, poco críticas y en muchas ocasiones de mal gusto, consiguieron dar en la diana de lo que vendía entre las masas en el siglo XIX pero han envejecido tan mal que no se sostienen.
Así, y no mediante pactos fallidos con personajes satánicos, se explica que haya sido relegado al más absoluto de los olvidos. Pero la leyenda, admitámoslo, no deja de tener su encanto. El escritor casi desconocido que firma un pacto con el diablo para vender cientos de miles de libros y que finalmente es engañado y muere olvidado para siempre. Un final digno del Enoch Soames de Max Beerbohm.
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Muy interesante el artículo y muy de actualidad literaria puesto que Umbriel (Ediciones Urano) acaba de publicar un thriller precisamente sobre este asunto. Con el título «Mi nombre escrito en la puerta de un váter » La novela de la que soy autora ( Paz Castelló) aborda el deseo de un escritor por ser reconocido y lo que es capaz de hacer para conseguirlo.
Porque un medico pertenece a una sociedad secreta???
Porque está pensando en tener mucho dinero a cualquier costo Y se ha olvidado de su juramento hipocrático.
Juramento Médico: juro comprometerme a Consagrar mi vida al servicio de la humanidad.
Sociedades secretas, neonazis, narcos, mafias, pedófilos, depredadores sexuales, etc Todos son iguales son los tontos útiles a quienes les van a echar la culpa de todo Usan la bandera de la Impunidad para tener éxito, sin eso solo son un grupo de sociópatas. El Dinero es solo otra forma de decir Libertad e Impunidad. (Pertenecen a la ultra derecha)
Que es más costoso para una DEMOCRACIA: los subversivos que nunca van a ganar
o LA CORRUPCIÓN que han convertido la salud en un negocio, han destrucción los valores familiares, y legalizaron las drogas y la pornografía.
Usan el negocio de la salud para ufanarse de vivir más y tener una mejor calidad de vida.
Censurado para beneficiar a la ultraderecha violentista.
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