Fantasías de gente de teatro fotografiadas por Sergio Parra

Por Horacio Otheguy Riveira

Si todas las pasiones son extrañas, fuera de lo común, la de fotografiar teatro por parte de Sergio Parra, riza el rizo del éxtasis. El Teatro Lara acoge la exposición de una serie de creaciones montadas de manera espléndida, siempre con el marco de diversos ambientes de una sala que ya cumplió 136 años, bajo el título general de Los bombones del Lara.

Con la colaboración indispensable en maquillaje y peluquería de Chema Noci, doce intérpretes de ambos sexos han teatralizado algunas de sus fantasías, y sus fotografías se verán en el hall del teatro durante todo este año 2017: Ana Belén, Raphael, Paco León, Ana Fernández, Manuela Velasco, Marta Etura, Eduardo Noriega, Esperanza Roy, Irene Escolar, Iván Sánchez, Raúl Arévalo y Silvia Marsó.

 

Raphael detrás del escenario como un diabólico ventrílocuo que recuerda su magnífica creación del musical Jekyll y Hyde, versión de la novela de Stevenson que interpretara en el Nuevo Apolo en el año 2000.

Los bombones del Lara es el resultado de más de cinco años de trabajo artístico de Sergio Parra y el maquillador Chema Noci, que iniciaron este proyecto en 2011 y decidieron transformar a primeras figuras de la escena actual en personajes imaginarios de otros tiempos.

Licenciado en psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, pronto empezó a desarrollar el interés por la iluminación y el retrato. Especializado en artes escénicas, en los últimos 20 años se ha convertido en un referente en el diseño de imagen de espectáculos a nivel nacional.

Chema Noci
De formación multidisciplinar, compagina el teatro en la Universidad de Valladolid con los estudios de peluquería y estética. Se traslada a Madrid y desde el año 2000 trabaja como peluquero y maquillador del Teatro Español. Virtuoso en el arte de la caracterización, desde 2006 colabora con Sergio Parra en multitud de proyectos fotográficos.
 

Silvia Marsó, una mujer fatal cuyo rostro y mano izquierda desnudos en un cuerpo muy cubierto prometen pasiones sólo aptas para muy valientes.

Eduardo Noriega, el único que aún no ha hecho teatro, sueña con ser un enigmático, tal vez perverso prestidigitador.

Irene Escolar, en un palco, preciosa y lasciva como «La pequeña», recordando la célebre película de Louis Malle de 1978 con una adolescente Brooke Shields.