Novela

Teoría del ascensor, Sergio Chejfec

Por Pedro Pujante.

Los libros del escritor argentino Sergio Chejfec consiguen desestabilizar esa zona de confort en la que los lectores solemos acomodarnos para interpretar y categorizar el texto al que nos enfrentamos. Chejfec siempre se muestra huidizo a las etiquetas, bordea los tópicos de la novela y se (nos) embarca en libros inclasificables que siempre suponen una felicidad para sus lectores. En España se han publicado algunas novelas, un libro de relatos, y ahora, tras Últimas noticias de la escritura, una reflexión extendida sobre el proceso de esrcribir, Jekyll & Jill nos vuelve a traer al mejor Chejfec.

Como suele ocurrir, también en Teoría del ascensor, logra franquear esa barrera entre escritor y escritura. Los textos que componen este volumen, a pesar de ser heterogéneos, está nivelados por ese tono impersonal pero incisivo, desapasionado pero intelectualmente conmovedor que caracteriza la prosa chejfequeana. Es en este sentido, un diario desordenado y sin fechas, que a media voz, nos narra acontecimientos, ideas, reflexiones, crítica literaria y fugaces anécdotas que confluyen en la propia itinerantica vital del narrador.

Hay, como decíamos, una cercanía entre el escritor y el texto. La escritura de Chejfec es autorreflexiva y parece avanzar al ritmo pausado y discreto de su propio pulso. Chejfec despliega su desbordante imaginación y su profunda capacidad de análisis sobre la cosas casi al mismo tiempo que elabora el guión mental que se plasma en la página. Escribe impulsado por una suerte de grafomanía incesante que logra contaminar cada frase con sus ideas, siempre originales, heterogéneas y concisas.

En este volumen, hay una gran variedad de asuntos por los que el autor ha tomado partido. La escritura (tema central de la obra de Chejfec), la traducción, autores que iluminan su ruta literaria personal, como Juan José Saer o Antonio di Benedetto, las ciudades.

Los habituales paseos por ciudades cobran la categoría de escenarios mentales en la obra de  Chejfec. Vuelven algunos episodios sobre autores, que han sido ya tratados en previos relatos, como las anécdotas del listín telefónico o la visita a un cementerio. Asociaciones inverosímiles que nos muestran la lucidez y originalidad de la menta del autor, un paseo singular por la literatura argentina, una indagación en el propio lenguaje, la poesía, mapas alterados que distorsionan la percepción del entorno para que el autor –y con él el lector-reconstruya la realidad a su manera.

Este dietario inclasificable y soberbio, prototipo de la obra chejfequiana, es un muestrario de sus obsesiones, de su relación –a veces gramatical, siempre literaria- con el mundo en el que pasea y analiza con la incombustible curiosidad de un flâneur posmoderno.

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