¿Una de mis Chicas? (cuento erótico)
La alerta de mensajes repicando el móvil no les detuvo el ritmo –debe ser una de mis chicas – dijo Claudia con ojos cerrados mientras exploraba a Sofía, quien estaba sobre ella, desnuda y sin haber terminado aún.
–Contesta– le suspiró ésta, apartando la boca solo un micro segundo y en seguida continuó mordiendo la oreja de Claudia, agitándola.
– ¿No te jode?
-¿Qué? ¿Tus otras chicas? -preguntó Sofía sonriendo de lado- Cuando alguna de ellas tenga mi piel, mi cabello, mis tetas, ese día va a joderme, por ahora sigamos jodiendo…
CLAUDIA: “A ojos cerrados, tocaba con delicadeza su piel, tan tibia como suave. Le buscaba un quehacer a mis uñas -furiosas por marcarla- se contenían en lo níveo y delicioso de una cintura pellizcada, un cuello que despegaba a esos cabellos que participaban de los besos. Le descubrí los pechos, del tamaño perfecto para mis manos, los acaricié con las mejillas y escondí sus pezones en mi boca. Los reflejos de su cuerpo llevaban el ritmo de mi succión, y en esa danza, levantó mis prendas y nos refugió en sus sábanas. Me hablaba, entre pequeños gemidos y sobresaltos de su torso, y entre tanto y tanto, me besaba con arrogancia, buscando un halago o tal vez mayor placer. Exploré su sexo con cautela al tocar a una mujer que me gemía que era frágil, que no se le puede tocar así nada más. Froté hasta conseguir hacernos una y dentro de ella, conocía. No sé si esto te de placer, cariño, pero al menos, no te causará dolor. Mis manos escurrían y en el choque de nuestros cuerpos, se detuvo. Se acabó la tarde y la noche estaba a medio progreso. Tuve que irme, pero antes, ella besó mi boquita”
SOFÍA: “Que ella perdiera toda su ropa antes que yo, fue una pequeña victoria, un orgasmo anticipado. ¡Cuánto había querido esos labios! y ahora ellos también me querían (o al menos, a mis senos). Sus manos escalando sin permiso me causaban temblores. Nunca preguntó si podía, pero hizo según quiso. Mentalmente yo había establecido una sola regla: iba a permitir todo aquello que no dejara marcas. Me arrastró hacia arriba y desde ese ángulo vi mis cabellos caer enredados sobre sus hombros blanquísimos, salpicados de irresistibles rastros de alergias en la piel. Mordí mi boca para que ella lo viera y me comprendí con sus nalgas como mejores amigas que se reencuentran después de años: ¿Cómo les ha ido? ¡Están hermosas! Y fue justo ahí que congelé el tiempo para que anochezca sin remordimientos. –Quiero– me aventuré a decir. Entonces me aferré a su contorno y me dediqué firmemente a lidiar la segunda batalla de esta Guerra. Yendo hacia arriba- humedad, abajo- humedad, círculos- ríos. Sígueme, que esto no duele… hasta ahora.
–La que se enamora, pierde– le dejé saber sin formular palabra alguna, sino besándole la boquita y los atrevidos brotes alérgicas, esta vez sobre el vientre. Con el mismo código de silencio y caricias, ella pareció estar de acuerdo: La que se enamora pierde. #RetoAceptado
Por: Ariadna Del Mar & Claudia G.Maticorena
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Esperaba sorprenderme con un relato erótico y me encontré con una narración insulsa, mal escrita y sin los códigos profesionales de la narrativa que debe tener un/a escritor/a en su obra.
Sugiero a las autoras, trabajar más en la lectura y la escritura; tal vez, cursar algún taller literario, que las oriente a encontrar el encanto de la narrativa, sobre todo, la erótica.
Con hacerse una paja mental no alcanza.