Los estudios (o cuartos propios creativos) de los artistas
La privacidad mental o las ventanas al jardín, la disposición de un escritorio o el olor a pintura seca en la superficie de un lienzo: al “husmear” en los estudios de artistas no sólo aprendemos lo más obvio –que es lo que se revela a través del espacio y de las cosas– sino que el mero proceso de aprendizaje es distinto, más contundente quizás, mucho más sensual. Por ello y tantas otras razones es imprescindible preservar los estudios de los artistas, o al menos recrearlos, ya que fungen como una vigorosa fuente de inspiración que no se parece a ninguna otra.
Cientos de miles de personas peregrinan cada año a visitar los estudios de Claude Monet, Georgia O’Keeffe o Frank Lloyd Wright porque allí les aguarda una experiencia visceral donde pueden proyectarse de cuerpo completo dentro del espacio y la circunstancia. Pueden, por ese momento y aun después en el recuerdo, convertirse en ese artista, o en ese hipotético artista que forman ya no con información solamente sino con todos los sentidos. Visitar el estudio de un artista permite imaginar y sentir los placeres y dificultades de trabajar en ese espacio, experimentar la “teatralidad” de sus elementos.
Como apunta Wanda M. Corn en su artículo sobre los hogares y estudios de algunos artistas, “algunos hogares de artista –especialmente aquellos con efectos personales– pueden ofrecer placeres estéticos y emocionales de la misma magnitud que las pinturas o esculturas”. Compartimos aquí algunas representaciones de estudios de distintos artistas renombrados para invitar a conocerlos en persona o para sentir acaso, aunque sea virtualmente, el llamado a crear un espacio propio para la creatividad. Porque todos deberíamos tener un cuarto propio para crear, diría Virginia Woolf.
––Estudio de Louise Bourgeois – Chelsea, Nueva York
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––Estudio de Francis Bacon – Hugh Lane, Dublín
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––Estudio de Alexander Calder – Woodbury, Connecticut
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––Estudio de Frida Kahlo – Coyoacán, México
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