De ilusionado a ilusionador
A diferencia del hemisferio Norte, en Sudamérica y Australia tenemos las fiestas (Navidad y Año Nuevo) en pleno verano. Una soleada tarde de diciembre, día 23 del mes a las cinco p.m. para ser exactos, estaba recostada en la blanda arena, sintiendo cada granito colárseme entre los dedos de los pies y a su vez, rozar mi espalda mientras entraba en calor después del chapuzón en el frío océano, esta vez más salado de lo habitual, -Ese mar imponente que no me canso de mirar, de alguna manera, siempre tiene el mismo efecto relajante e introspectivo en mí-. El sonido de mi teléfono me saca del trance cuando me llama Micaela, mi nueva amiga española, que lleva viviendo en Australia con su marido y sus tres hijos desde junio de este año. Mica sonaba a que estaba en aprietos, puesto que nos conocimos hace un par de meses se sentía incómoda por tener que pedirme ayuda, pero me dijo que estaba desesperada con la preparación de Navidad y me preguntó si podía ir a mi casa para esconderse de sus hijos y así envolver los regalos sin levantar sospechas. Le dije que no se hiciera drama, que me encanta la Navidad y que mi única preocupación en estas fiestas era si usar tacones y estar elegante o sandalias y estar cómoda…este año, tan lejos de casa, no sentí mucho el espíritu. Sería muy grato avivar un poco esa magia recordando las hermosas navidades en familia, de hace más de quince años atrás. Ahora tenía una pequeña misión, me tocaba ser una partecita de esa magia tan especial, así que de inmediato recogí mis cosas y fui a mi casa a esperarla. Sonreí al recordar la ilusión y adrenalina que sentía con mis hermanos con solo pensar en cuán poco faltaba para que llegara diciembre.
A los treinta y cinco minutos suena el timbre, abro la puerta y veo a Mica, blanca como la leche, con sus particulares pecas. Me esboza una amplia sonrisa con esos dientes tan perfectamente formados, aliviada porque la recibía. Tenía cara de estar muy exhausta, sus rulos color café iban un poco rebeldes por el ajetreo y el calor, pero sus ojos verdes y ojerosos, pese al cansancio, brillaban de ilusión. Nada me alegra más que una mirada llena de sueños. Ella venía cargada con cuatro bolsas grandes de distintas tiendas, notablemente había recorrido toda la ciudad en busca del regalo perfecto para cada uno de sus tres retoños. Llevaba unos pantalones de hilos verde musgo, una blusa en escote V azul marino y unas zapatillas blancas ya gastadas. Así a cara lavada, a sus treinta y siete años lucía radiante, llena de chispa.
Mientras calentaba el agua en la pava eléctrica, ella fondeaba, sin respirar, un vaso grande con agua. Me enorgullezco al decir que tengo entrenada a mi amiga española, ella ahora toma mates conmigo y lo disfruta, -o eso me dice, ¡je!-.
Manos a la obra. Nos pusimos a envolver los regalos. Mate va mate viene y la conversación, cómo no, se tornó navideña.
¿Cómo es asumir la labor de Papá Noel? ¿En qué consiste principalmente? Contános tu odisea para ser un Papá Noel perfecto y mantenerte en el anonimato.
– Asumir la labor de Papá Noel es más estresante y menos mágico de lo que suena, no solo porque dedicás mucho tiempo, esfuerzo, y cuestionamiento -para saber qué quieren, tratar de encausar sutilmente sus gustos sin despertar sospechas, pedirles que hagan una lista de al menos tres regalos, donde Papa Noel elegirá uno solamente-. Además de idas y venidas, que en esta tienda vale menos, que en esta otra está agotada, ver de pedirla por internet, etc.
-Es un trabajo a tiempo completo –dice entre risas-. Con decirte que esta semana tuve que faltar al gimnasio y además perderme la clase de yoga. Implica organización, llegar a un acuerdo entre papá y mamá, matemáticas financieras -porque hay un presupuesto asignado, debemos intentar encontrar según eso, uno de los regalos deseados-, que las jugueterías no estén tan alejadas de la ciudad para poder ir a buscarlos, o si compramos online, fijarnos que llegue a tiempo…
-A eso sumale que la gente anda a lo loco, te juro que pareciera que llega el fin del mundo y hay que sobrevivir. Imposible aparcar en el centro de la ciudad o siquiera en el centro comercial o alrededores. Debo admitir que con mi marido, somos parte de ese conjunto que va frenéticamente de centro comercial a centro comercial.
¿Algún truco para no ser descubierta?
-Uff, tengo para rato contándote los trucos, mirá que el truco está básicamente en cuidar cada ínfimo detalle, por más absurdo o increíble que suene:
a) Indagar sin ningún interés expuesto.
b) Investigar y comparar precios en internet y luego asegurarme de cerrar las pestañitas de búsqueda.
c) Borrar la “lista de deseos” de amazon con los juguetes buscados.
d) Armar el recorrido preciso de tiendas, según investigación previa, se encuentran disponibles dichos juguetes. Este año compré dos regalos en pueblos diferentes y uno, después de preguntar en cinco lugares diferentes, tuve que hacerlo por internet. Algo así como la búsqueda del tesoro.
e) Si encargamos en línea, debemos asegurarnos que llegue a tiempo a través del chat de amazon. Como buenos padres, hasta amenazamos al pobre muchacho de la tienda con que TIENE que llegar a tiempo.
f) Dar la dirección de algún amigo para que el del delivery no toque la puerta de mi casa con los preciados paquetes despertando así muchas preguntas no deseadas.
g) Esconder los regalos en un lugar estratégico, donde ninguno de ellos, bajo ningún punto sea capaz de alcanzar o ver.
h) Eliminar rastros de las tiendas donde fueron adquiridos los regalos, para otra vez, evitar preguntas como “¿no era que Papá Noel hace los juguetes con los elfos en el polo norte?”
i) Si nos arriesgamos a envolverlos en casa, que por ningún motivo sea un papel de regalo con un diseño ya utilizado en algún regalo anterior, o mucho menos usar el mismo papel en un futuro. Creéme que nunca olvidarán que el regalo de Santa de hace dos años tenía el mismo envoltorio.
j) Pedirle a una amiga que escriba las notitas o hacerlo con la mano izquierda haciendo la letra más fea posible. Es muy probable que reconozcan la letra de mami en las notas y empiecen a hacer conexiones.
k) Comerme las galletas y tomar la leche que le dejaron a Santa, asegurándome de dejar migas para dar más credibilidad a la venida de Papá Noel.
l) Buscar excusas válidas para que dejen a papá y mamá salir unas tardes sin ellos.
Perdoname que te pregunte, es netamente curiosidad. ¿No sería más fácil que te envuelvan los juguetes en cada tienda?
-No nena, ¿estás loca? Se re van a dar cuenta que los regalos no son del polo norte sino de “El corte Inglés”. No hay que levantar sospechas, -me hace un gesto de complicidad y me guiña el ojo derecho-, mantengámosle viva la magia –susurra-, total ¿qué son, una o dos Navidades más que les quedan por disfrutar desde la inocencia? Después crecen y la cosa cambia.
¿Lo tomás como un desafío divertido? ¿O te agarra la locura y el estrés en estas fechas?
-Siempre es un desafío divertido, pero a medida que pasan los días, no consigo lo que buscaba y los chicos no hablan de otra cosa…ahí sí que me agarra un poco la desilusión y el estrés.
¿Te piden regalos muy caros? ¿Les das lo que piden? Sino, ¿cómo zafás para que queden contentos con lo que reciben?
– No, no piden regalos caros porque les explicamos que habiendo tantos niños en el mundo, no puede traerle algo tan caro a cada uno, ellos son comprensivos. Por suerte casi siempre son cosas alcanzables, como siempre les decimos que pidan tres cosas, nos aseguramos que al menos uno de los regalos sea posible para nosotros. Si llegase a ser muy descabellado, les decimos que pidan a los reyes, o les mostramos el lado positivo diciéndoles que lo más importante es el amor, la familia, el compartir.
¿Alguna vez dudaron, o llegaron con algún planteamiento que le hizo un compañerito sobre la existencia de Santa?
-Sí, una vez me dijeron: “¿Mami, verdad que sí existe? Luciano me dijo que es mentira”. Pero como aún no sospechan, dudan del compañero y no de nuestra explicación.
¿Alguna anécdota donde no les haya gustado el regalo?
-No, la verdad que siempre nos acomodamos y hacemos lo posible para que no se desilusionen, además son muy agradecidos y felices cuando reciben un regalo. Algo que me encanta es la complicidad que tenemos con mi marido a la hora de conservar la ilusión intacta, como inventamos excusas para poder ir a buscar los regalos, o como tenemos que hablar en código para que ellos no se enteren de nada. Me derrito con la inocencia en sus dulces ojitos.
¿Cual fue tu navidad preferida como Papá Noel?
– Cada una es muy especial porque la Navidad vuelve a tener ese sabor que tenía para mí en la infancia, a diferencia que ahora la vivo desde el otro lado. Pero verlos tan felices e ilusionados creyendo en la magia, me transporta, me llena de sueños y dicha.
Y de niña, ¿cual fue tu navidad favorita?
-No me acuerdo alguna puntual, pero las navidades compartidas con mis primos, donde jugábamos y soñábamos todos juntos. Recuerdo que hacíamos nuestras listitas con mucho esmero, procurando la mejor letra así quedar como los niños más buenos de este mundo, esperando ansiosos a ver si llegaba lo que tanto habíamos anhelado. Y los 25 de diciembre siempre fueron muy cálidos, todos corriendo al borde de la piscina, o nos pasábamos horas estrenando nuestros regalos.
Micaela queda contemplando el vacío por unos instantes, absorta en sus pensamientos, luego me mira con los ojos brillosos, me sonríe mientras inútilmente intenta ocultar la lágrima que le cae del ojo derecho, y dice: “Eran tiempos mágicos, solo quiero que ellos también puedan vivirlo, la magia es mi regalo para ellos”.
¿Cuándo fue lo “más cerca” que te sentiste de ver o sentir a Papá Noel?
-Una vez, recuerdo que pasamos Navidad fuera, habíamos ido a cenar a un restaurante muy lindo en las afueras de la ciudad. Cuando dieron las doce salimos a contemplar los fuegos artificiales y estábamos segurísimos con mis primos, de haber visto el trineo con sus luces centelleando en los cielos.
¿Alguna vez sospechaste algo? Contá cómo fue el día que confirmaste que los regalos los daba papá, no él.
-Sí, cuando tenía 8 años. Con mis primos empezamos a sospechar, entonces para Reyes Magos nos pusimos en plan “Detectives en busca de pistas”. Recorrimos toda la casa, encontramos un regalo pequeño en el suelo y pensamos que capaz a nuestros padres se les pudo haber caído por el camino.
-Más tarde esa noche, con la magia de abrir los regalos nos olvidamos de nuestras sospechas. Tanto queríamos creer que estábamos seguros de haber visto huellas de camellos en el suelo esa noche.
-Desafortunadamente, a raíz de eso nos terminamos dando cuenta. Si bien quisimos mantener la ilusión un poco más…una vez que confirmamos que no existía, llegamos a la deducción que los Reyes y el ratón Pérez (Hada de los dientes), también eran mentira.
-Nos sentimos estafados. Ese día creo que es el peor día en la infancia de un niño. Un trozo de tu niñez se va, la magia se esfuma de un tirón, todo se vuelve más “crudo y real”.
Mica deja de envolver los regalos por unos minutos y me sostiene la mirada triste…Hace el gesto del “no” con la cabeza, larga un pequeño suspiro y dice: “Por eso, con mi marido nos tomamos tan en serio el rol de Santa y la misión de preservar la magia. Porque los dos ya estuvimos ahí, sabemos cómo se siente vivir toda esa magia, y a su vez, sabemos cómo se siente que se te rompa el corazón por primera vez, al descubrir que esa magia en la que creíste fervientemente, no existe.”
¿Cuál es tu parte favorita de esta maratón anual para preservar la magia y la ilusión?
– Ni me vas a creer si te cuento que ahora existe una aplicación para el teléfono donde podés rastrear a Papá Noel. Olvidate, a cada cinco minutos me preguntan en dónde está y en cuánto llega. –Se ríe ladeando la cabeza, asombrada por la tecnología-. Me llena de alegría verlos hacer la cuenta regresiva, ilusionados esperando.
-No puedo describir lo que se siente al ver sus caritas cuando es el momento de, la velocidad y alegría con que los abren, sus miradas llenas de sueños. Y cuando finalmente descubren el contenido del envoltorio, ese grito de felicidad mientras dicen abriendo los ojos lo más grande posible: “Esto es justo lo que quería”.
-Ese breve momento hace que en nuestros corazones abunde la magia nuevamente, que nuestro niño interior despierte y nos haga soñar. Suspiramos aliviados y felices por haberlo logrado, reconfirmamos orgullosos que vale la pena todo el estrés y la locura previa por vivir esos minutos tan valiosos de plenitud con nuestros hijos. Fundirnos en ese abrazo tan apretado lleno de risas y amor hace que todo valga la pena.
TODO lo hacemos para verles la carita rebosante de felicidad, esas sonrisas brillantes de oreja a oreja, -que son capaces de iluminar a todo un barrio- cuando les decimos “Miren lo que hay debajo del arbolito…
Que no se termine la magia, linda entrada la verdad. Saludos desde Chile Paola, siempre te leemos.
Muy buena historia, me siento identificado por lo que hicimos esta Navidad, elegir el regalo, en nuestro caso construir el regalo, quitándole tiempo a los descansos, hacerlo en horas raras mientras nuestra niña duerme, esconder durante las horas que está despierta, mantener la magia, y luego su carita de no puedo creer…..Tal cual la historia que acabamos de leer, felicitaciones
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Wow!!!, esto me hizo volver a cuando era chico y juraba y re contra juraba que lo había visto, escuchado, o que vi la huella de los renos, que lindo, que hermosa magia se movía, que ilusión tan linda, gracias por tan lindo post!!
Desde Malta!
Tal cual mi experiencia con mis hijos… uno hace todo por ellos! y de esa manera volvemos a vivir la magia!
Muy buen post, me transportó también a mis días de magia 🙂
Me encantó!!! Me trajo muchos recuerdos de mi niñez y me sentí muy identificada cuando menciona que cuando eran chicos pudieron ver a Santa con su trineo en el cielo y cuando vieron las huellas de los camellos, con mis hermanos hasta sentíamos el olor del camello y era algo que nos enloquecía de felicidad, más nos gustaba cuando el camello chorreaba unas gotitas de agua al beber del tarro que le dejábamos o también cuando habla de que hacían linda letra para parecer los niños más buenos, eso mismo hacíamos con mis hermanos y primos, dibujitos también a las cartas y hasta nos arrodillábamos a pedirle a Dios para que haga acordar a Santa de que nos traiga todo lo que le pedíamos.
La etapa de enterarte que no existen también es muy dura, creo que todos pasamos por la etapa de detectives ni bien empezamos a sospechar…
Me dio mucha gracia también el tip sobre los regalos ya que mis papas cometían ese error y usaban los mismos papeles de regalos para las siguientes fiestas o usaban papeles de regalos anteriores, esas fueron pequeñas pistas que tuvimos así que a los papis les diría que estén muy atentos en eso…
La nota fue hermosa y me trajo hermosos recuerdos, les agradezco por publicar la nota y gracias a La Jojot, un excelente trabajo. Que tengan unas felices fiestas. Saludos desde Argentina.
Una historia con la magia de la infancia. Qué hermoso viajar con la imaginación y la memoria para recordar qué felices éramos con tan poco.
Gracias!!! Por traer a mi memoria,mis más caros sentimientos,después de tantos años casi como una rutina cumplir con los rituales de estas fechas… Está lectura,Es como un mimo al niño dormido que llevamos dentro…Llegan a mi mente recuerdos de mi infancia,de tanta inocencia,tiempos añorados.. donde todo era posible… Un mundo maravilloso donde los renos pueden volar y un hombre bondadoso podía estar en todos lados al mismo tiempo y premiarnos con un regalo sorpresa al que se había portado bien durante el año… GRACIAS POR RECORDARNOS QUE ESTUVIMOS TAMBIEN DEL OTRO LADO… TAMBIEN FUIMOS ILUSIONADOS
Guauuu muy lindo !!! Me transporta a mi infancia llena de recuerdos y magia como decis vos cuando esperábamos despiertos toda la noche tratando de verlo a papa Noel hasta que nos quedábamos dormidos en el sillón (: ! Hermoso! Muchos cariños desde Australia !