“Mármol”: el amor-prisión y el amor como búsqueda de libertad
Por Horacio Otheguy Riveira
Una obra teatral que se desarrolla con diálogos inquietantes en una atmósfera singular, con un planteamiento muy original acerca del conflicto individual en el mundo de las parejas de larga convivencia. En un ambiente intimista y austero donde oficinas y hogares se representan con mínimos elementos, evitando el convencional juego de sofás, cuatro intérpretes admirables dan vida a personajes a los que nunca les pasa nada… hasta que se revela lo que dos de ellos sueñan mientras duermen.
El amor-prisión y el amor como búsqueda de libertad entre adultos de buena posición y padres de familia. Espléndida función con un sostenido clímax de suspense.
Firma el texto, Marina Carr, una irlandesa con más de 20 obras en circulación; especializada en protagonistas femeninas, dura y sensible, trágica y encantadora: Marina Carr, madre feliz de cuatro hijos que se enfrenta con valentía al propio debate interior de la responsabilidad familiar en el proceso de una escritora independiente con una formación clásica profunda.
En sus conocimientos proliferan mujeres desgarradas por el contexto y el subtexto, sobre las que ha realizado sus propias versiones; por ejemplo, Medea, Lady Macbeth, Porcia de El Mercader de Venecia, y la Catherine de esta función que ahora se ha estrenado con exquisita traducción del director en colaboración con Marta I. Moreno. ¡Una traducción, que no versión! Algo muy difícil de encontrar en la cartelera madrileña donde lo mismo en grandes producciones que en muy pequeñas se abusa del protagonismo del director, sobrevenido en dramaturgo sin serlo, de los de corto por aquí, peino por allá, elimino por este otro lado, responsable directo o no de versiones de todo tipo, es decir, alteraciones, quita y pon en obras donde autores ni herederos pueden ya defenderse; incluso se llega al extremo de modificar asuntos esenciales de la obra original (incluido el final), se eliminan personajes o se castellaniza absolutamente todo.
En Mármol, Antonio C. Guijosa (Trilogía de la ceguera), además de participar en la traducción dirigió la totalidad interpretando el texto de manera enriquecedora; trasciende la solicitud de la autora, mejorando su perspectiva, pues donde ella pide ambiente burgués tradicional al mismo tiempo que una sensación de misterio, la puesta en escena aborda el ambiente de misterio, eliminando la convencional presencia escenográfica que pide el texto:
(La autora): Un espacio. Un sofá. Una mesa. Dos sillas. Un mueble bar. Una lámpara. Todos los personajes usan este espacio como si fuera el propio. Un telón de fondo que pueda inundarse de luz y añil para los pasajes “mármol”. El espacio debería tener un cierto vacío que en ocasiones pueda alcanzar una gran belleza.
Lo onírico se expresa en gran medida a través del talento de los cuatro intérpretes, tres de ellos forjados en muy variadas batallas escénicas a lo largo de su carrera, y una actriz con algo menos de experiencia que se implica con gran sensibilidad y profundidad de campo a cargo de un personaje que destaca del cuarteto poco a poco.
Sin duda, Catherine encuentra en Elena González una creación tan minuciosa que le permite participar de un viaje emocional sobrecogedor; asume con matices muy medidos la paulatina conversión de una esposa resignada a un ser que no sólo transforma su mente liberando ambiciones, sino que hace de su cuerpo vencido una hermosa presencia cuya sensualidad resulta tan atractiva como inquietante.
E inquietante es toda la representación donde los personajes más establecidos, que se aferran a su vida confortablemente gris, superan todo maniqueísmo, no son los malos de la historia que impiden la libertad de sus parejas, sino angustiadas criaturas que padecen la soledad como un mal incurable.
José Luis Alcobendas logra atemorizar hasta a su propia sombra desandando los acontecimientos siempre formal y elegante, sin alterar su modus vivendi, pero desarrollando un lamento interior constante ante la necesidad de volar de su esposa, madre de sus hijos. Por su parte, Susana Hernández, portadora de una sonrisa fácil cautivadora a la que le basta una sola escena para borrarla del rostro y expresar con todo su cuerpo una desolación insuperable.
Pepe Viyuela es el simpático amigo de toda la vida que le da por soñar con la esposa del otro. Es un hombre simple que evita los conflictos, y que ríe, casi histriónico, los celos de quien además es compañero de un trabajo muy lucrativo, y pasa de la sonrisa amable, del que no quiere molestar ni alterar su vida lo más mínimo, a enfrentarse a una experiencia mágica que ha estallado en su interior.
Mármol va de buenos burgueses que un día se enfrentan a la necesidad de cambio por parte de quienes menos se lo esperan. El proceso escénico se lleva a cabo a través de un teatro en el que la palabra es fundamental, pero con un dinamismo de gran acción interior/exterior; se habla mucho, con apariencia de estructura teatral tradicional, y sin embargo, destaca por su amena ruptura, y la densidad de su contenido se comunica más en la actitud física de sus intérpretes. Con diálogos brillantes y situaciones pergeñadas a buen ritmo, su velada tragedia se pone en pie a través de un sutil tono de alta comedia, tal y como la propia autora se ha propuesto:
Me da corte decirlo porque lo he leído en otros escritores más importantes que yo, pero la rebelión de mujeres madres de familia por ser ellas mismas es una constante en la historia de la literatura y el teatro, donde enseguida nos viene a la mente `Casa de muñecas´, de Ibsen, de finales del XIX. Incluso yo misma como madre, a medida que aumenta mi descendencia menos produzco, menos tiempo dedico a mi trabajo, aunque no soy un ejemplo porque me divierto y enriquezco mucho con mis hijos, sin embargo todos mis personajes femeninos son prototipos de infelicidad, y es por allí que me interesa navegar, siempre sondeando el drama con alguna clase de sentido del humor.
Siempre se siente nostalgia por la vida que no se ha elegido. (Catherine)
Tengo la premonición de una catástrofe inminente. (Ben)
Su mujer compraba cinco sofás al día. No había sitio para moverse con tanto sofá.
Entonces una noche a este hombre le vino a la cabeza que todos esos sofás eran una
trampa, una trampa cotidiana. Su mujer se sentó frente a él en su nuevo sofá. Él se
sentó frente a ella en su nuevo sofá. Nos sentamos a morir uno frente al otro en sofás
de diseño, dijo el hombre. (Art)
¿Te sorprende? Hasta los perros callejeros saben eso. Cruza la raya y el cielo se te cae encima. (Anne)
Mármol (Marble)
Autora: Marina Carr
Traductores: Antonio C. Guijosa y Marta I. Moreno
Dirección: Antonio C. Guijosa
Ayudante de dirección: Lucía Fernández
Asistente de dirección: Esther Tablas
Intérpretes (por orden alfabético): José Luis Alcobendas, Elena González, Susana Hernández, Pepe Viyuela
Escenografía: Mónica Teijeiro
Iluminación: Daniel Checa
Vestuario: María Luisa Engel
Sonido: Mar Navarro
Fotos: Moisés Fernández Acosta
Producción: El Vodevil con Iria Producciones y Serena Producciones,
con la colaboración del Centro Dramático Nacional, y el apoyo de
la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Fuenlabrada
Encuentro con el público:
Martes 13 y 20 de diciembre al finalizar la función. Entrada libre hasta completar aforo.
19 de diciembre de 2016: Lunes con voz
LA OBRA DE MARINA CARR EN EL CONTEXTO DE LA DRAMATURGIA IRLANDESA CONTEMPORÁNEA
Ponentes: Marina Carr (dramaturga y autora de Mármol), Antonio C. Guijosa (director de escena deMármol), Diana Luque (dramaturga y traductora de Marina Carr), Denis Rafter (director de escena y actor irlandés)
Modera: Fernando Cerón (Director de relaciones internacionales del Centro Dramático Nacional)
Lugar: Sala Francisco Nieva (Teatro Valle-Inclán)
Hora: 20:00 horas
Entrada libre hasta completar aforo
Teatro Valle-Inclán. Sala Francisco Nieva. Del 25 de noviembre al 30 de diciembre 2016.
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