Cocodrilos en el diccionario. Hacia dónde camina el español
«Un buen número de los habitantes de Andalucía son hoy «ceceosos», de modo que pronuncian de la misma manera cazar y casar, confundiendo las consonantes que se escriben s y z. El resultado es un sonido variable que, según las zonas, los hablantes y las ocasiones, se asemeja más o menos al de z, por lo que el fenómeno se ha llamado CECEO. ¿Qué repercusiones lingüísticas, ortográficas y sociales tiene esto? ¿Qué preludia el futuro?»
Las lenguas cambian, pero lo hacen de forma tan lenta e imperceptible que solo con el paso de muchos años, comparando los textos, nos damos cuenta. Pero hay aspectos superficiales de la lengua, fundamentalmente el vocabulario, el estilo de escritura, los latiguillos conversacionales, que están sujetos a las modas, como lo está cualquier fenómeno que tenga carácter social. Esto hace que cada momento tenga sus marcas propias que le dan personalidad y que se pueden describir. Algunas de esas marcas se consolidan y siguen empleándose; otras tienen una vida efímera y desaparecen. Todos esos aspectos se contemplan en Cocodrilos en el diccionario (Ed. Espasa), el nuevo libro que edita el Instituto Cervantes.
«El vocabulario de la lengua española, al igual que el de cualquier otra lengua románica, está constituido por tres grandes grupos de palabras: palabras procedentes del latín vulgar que han sufrido un proceso de evolución (patrimoniales), palabras tomadas como préstamos de otras lenguas (cultismos), y palabras creadas dentro de la lengua mediante diversos mecanismos gramaticales»
Los autores, Julio Borrego Nieto (dir.), Lorena Domínguez García, Rebeca Delgado Fernández, Álvaro Recio Diego y Carmela Tomé Cornejo, conocen perfectamente el mecanismo del lenguaje. En la lengua ocurre que no siempre lo que se impone como “correcto” es lo más coherente desde el punto de vista de la lógica interna. Si este fuera siempre el criterio, cocodrilo no debería estar en el diccionario, puesto que su etimología es CROCODILUM, con la r en otra posición. Pero alguien la cambió –probablemente de manera involuntaria- en un determinado momento, el cambio hizo fortuna entre los hablantes prestigiosos y acabó por convertirse en el uso general. Por eso hay cocodrilos en el diccionario, pero no cocretas. Ya también hay murciélagos cuando debería haber muciégalos. Los errores del pasado son la norma del presente.
Este libro tratará de espigar algunas de esas marcas que caracterizan el español al comienzo de este nuevo siglo XXI. Muchas de ellas afectan al vocabulario, a la acuñación de nuevas palabras autóctonas o prestadas, a la forma de construir los textos y las conversaciones, a las metáforas con que conceptualizamos aquí y ahora nuestro pensamiento y que, de alguna manera, nos definen. Son las más visibles y las que mejor caracterizan la época. Otras, fundamentalmente las de tipo gramatical y también las de tipo fonético, se perciben peor y discurren soterradas a lo largo de los años compitiendo con otras variantes sin que los hablantes se decidan de manera unánime por una de ellas.
Así pues, dos tipos de rasgos: los léxicos y discursivos por un lado y los fonéticos y gramaticales por otro. En definitiva, lo que en general se hace en este libro con la pronunciación y con la gramática es lo siguiente: mostrar las variantes en litigio, señalar cuáles han sido las preferidas hasta ahora por las autoridades normativas, intentar ver la lógica interna de las menos favorecidas y cuál es, en este momento, su pujanza, reflejada en el número y tipo de hablantes que las usan (cuando tenemos datos), en los juicios que se emiten sobre ellas y, sobre todo, en la evolución de las opiniones que manifiestan las Academias y otros agentes responsables de la norma. Y, cuando es posible, hacer un pronóstico sobre el previsible desenlace, siempre desde la idea, arriba expuesta, de que lo «correcto» es un juicio social y, por tanto, cambiante.
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