«El efecto Anthony Miles». Una distopía del presente
Por Àngels S. Amorós.
Hace poco os anunciamos un libro muy interesante de Rafael de la Torre, El efecto de Anthony Miles, del cual todavía queda mucho por decir.
En las páginas centrales del libro nos encontramos con Antonio, un banquero recientemente desempleado y ajeno a todo lo que sucede a su alrededor hasta que sin querer se ve absorbido por una manifestación donde resulta herido y tras ser hospitalizado y conocer una triste noticia toma una posición muy clara ante los hechos.
Un fragmento del libro que reproducimos a continuación es muy evocador:
Llegué hundido a casa. Lo que había parecido, al recibir la noticia del alta, una jornada digna de todos los elogios se había transformado en la antesala de la muerte. Aquella chica desconocida era ahora pasado y yo, en el presente que le habían robado, me sentía culpable sin razón porque la juzgaba inocente sin causa. Nos habían llamado de todo: antisistema, provocadores, macarras, broncas… Si escuchábamos a algunos, y muchos los oían, habíamos ido a la manifestación a pegarnos con la policía y a robar en los comercios próximos. Yo, al menos, había sobrevivido. Pondría una denuncia. Me cabrearía, de hecho ya lo estaba. Podría luchar, deshojar realidades inciertas, aburrirme, pegarme contra muros o atravesarlos. La muerta desconocida ya no.
Asumí sus razones sin conocerlas.
A partir de aquí, el personaje toma una determinación que se traduce en una búsqueda trepidante de la verdad y de hacer justicia que provocan un giro radical en la trama del libro.
Llegados a este punto, es necesario reivindicar la solidaridad de todos en las causas sociales porque si no reaccionamos a tiempo puede ser demasiado tarde. Como ejemplo, recordemos las bellas palabras del alemán Friedich Gustav E. M. Niemöller (falsamente atribuidas a Bertolt Brecht) donde denunciaba la apatía y la indiferencia de aquellos que no se ven perjudicados.
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí,
no había nadie más que pudiera protestar.
Os deseamos un feliz y provechosa lectura.
Que buen fragmento de la lectura, ¿no tienen el libro completo?