Oasis: Supersonic. Un documental con distancia de seguridad
Por Mario Blázquez.
“¿Qué piensas mirando atrás en el tiempo? Porque pasaron unos dos años y medio, en realidad, desde que firmasteis con la discográfica hasta que tocasteis en Knebworth. ¿Qué pasó en la banda? ¿Qué te pasó en esos tres años? Es una gran pregunta” –entrevistador.
“Sí, esa es una gran pregunta, y merece una gran respuesta” – Noel Gallagher.
Knebworth, 10 de agosto de 1996. Alrededor de 250.000 fans enardecidos aguardan el concierto de la década, de la historia. Los miembros de Oasis sobrevuelan en helicóptero la masa de gente hasta aterrizar en el escenario. Incluso ellos mismos parecen divisar sorprendidos su éxito. Así comienza Oasis: Supersonic.
Recuerdo que la primera vez que escuché a Oasis en serio fue cuando estaba en el instituto, un compañero se empeñó en que a mí, que me gustaba el rock, me tenían que gustar Oasis. En aquel entonces ya iban por su segundo disco, What’s the Story Morning Glory (1995). De modo anecdótico fue así, los conocí en profundidad coincidiendo casi con aquel mítico concierto que marcó su cima. Los había escuchado previamente de refilón, como todo el mundo, porque era imposible evitarlo. “Supersonic”, “Live Forever”, “Cigarettes & Alcohol”, “Wonderwall”, “Some Might Say”… eran canciones que bombardeaban las emisoras de radio y los programas de videoclips. La verdad, no me llamaron mucho la atención en aquel entonces. Supongo que los consideré como uno de esos grupos que escuchas sí o sí, te guste o no, a modo de imposición industrial, y esa no es la mejor manera para prestar atención a una banda. Pero cuando me puse a escucharlos con detenimiento, algo en su música me fascinó, incluso, debo reconocerlo, me convertí en un fan tardío. Me di cuenta de que la industria, por esta vez, tenía razón, no eran uno más de esos grupos que ellos dijesen que eran buenos, lo eran de verdad, tenían algo en sus canciones que realmente enganchaba. También creo que, con el tiempo, fui perdiendo paulatinamente el interés por ellos. Seguí comprando sus discos, todos, pero ya no con la misma intensidad ni devoción. Tal vez me hice mayor, o tal vez se hicieron ellos mayores, nunca lo sabré. También he de decir que no me alegré de su separación en el año 2008, creo que Dig Out Your Soul era un gran disco, sin la ambición de otros, pero un gran disco. Después de su ruptura, me gustó mucho el primer disco de Noel Gallagher en solitario, y no tanto el segundo ni los dos de Beady Eye.
Y en medio de, estoy seguro, tan solo un receso en su carrera, aparece este documental que se erige en desvelar los motivos, contados en primera persona por los propios y ahora enemistados hermanos Gallagher, de su separación. Cuidado, que el documental no va de eso, no es esa la pregunta a la que responde, como hemos podido ver al comienzo.
Un género, el documental musical, que ha traído grandes hallazgos como Joy Division, Kurt Cobain: Montage of Heck, Amy, Dig! o 24 Hour Party People. Siempre he creído que un documental, como las biografías no autorizadas, debe ser realizado desde fuera, con un punto de vista objetivo y una labor casi periodística en cuanto a investigación y selección de contenido. Este no es el caso de Oasis: Supersonic. El documental está producido por ellos mismos, por los hermanos Gallagher, y es algo que se hace demasiado evidente y lastra lo que podía haber sido algo mucho más interesante. El documental está bien montado, es entretenido, emocionante a veces, pero digamos que no profundiza demasiado, no aporta una perspectiva privilegiada como uno espera en un documental. Por ser más preciso, no revela nada nuevo que no sepamos o que no hayamos sabido de la banda en su momento desde fuera. Es un documental que se queda corto, que pasa muy por encima por ciertos hechos como las peleas entre hermanos y se explaya en las cosas que más interesan, como la figura infame de su padre. Lo demás, lo suaviza o lo satiriza hasta no parecer importante. Por no tocar, ni siquiera toca esa encendida competencia que hubo entre ellos y sus congéneres Blur. Es un documental anoréxico en cuanto a carga crítica. Liam aparece como un muchacho divertido y alocado, poco más. Noel, un hermano mayor con tanto ego como talento. No digo que esto no sea verdad, pero todos sabemos, los que hemos vivido el presente de Oasis, que ha habido muchos más ángulos de estos personajes, ángulos que aquí quedan invisibles.
Un detalle de la importancia, por no decir el absolutismo, de los Gallagher en la banda es como abordan aún hoy con la distancia el capítulo de los otros miembros del grupo, a quienes dan una relevancia mínima. No valoran como músicos a un bajo y a un batería, no les importa si tocan bien o no, solo que toquen. Esto da una buena medida de la importancia que tenía para ellos alguien que no fueran ellos mismos. Solo actúan ante, según ellos, la ineptitud de Tony McCarroll, que fue batería en el primer disco y despedido antes del segundo. Tampoco se molestan en buscar un nuevo batería, aceptan una recomendación a ciegas. Paul McGuigan, el bajista, tampoco es muy apreciado. En un momento abandona la banda y, más tarde, acaban pidiéndole que regrese, por no tener otra alternativa antes de un concierto. Son detalles curiosos para la autoproclamada mejor banda mundial.
Por tanto, el documental solo abarca un periodo muy reducido de la trayectoria de la banda, concretamente, desde sus inicios hasta ese concierto que para ellos marca el culmen de su carrera. Lo que motivó su destrucción quedaba aún lejos. Porque, ¿qué pasó después de aquello?, ¿después de Knebworth? Creo que esa sería otra gran pregunta. La respuesta es lo que no refleja el documental, el punto de inflexión de Oasis. En lo más alto de su carrera, en 1997, llegó su tercer disco, Be Here Now. Y ese disco representa como ninguno el exceso, hiperproducido, con canciones muy buenas si hubiesen durado tres minutos y no entre siete y diez de media. Ahí fue donde Oasis se hundió en su ego y desmesura, y de ahí resurgió una nueva banda, que siguió haciendo buenos discos como Standing on the Shoulder of Giants o Heathen Chemistry. Discos que seguían manteniéndoles grandes, sin la presión de querer ser los más grandes.
Como digo, es un documental para fans que disfrutarán de revivir las imágenes y las anécdotas, pero se echa en falta algo más de reflexión y valentía. Eso es algo que quizá llegue más adelante, porque estoy convencido de que aún hay muchos capítulos por escribir en la historia de Oasis.
Excelente