Inocencio Arias: ‘Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones’
«Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones. Claramente mamones. De verdad. Mariposones atildados flotando de cóctel en cóctel. Gente afectada, bien planchada, que sólo bebía té, whisky de doce años —el Johnny Walker normal era una horterada—, ginebra de nombre extraño o un jerez amontillado muy raro, de una bodega diminuta pero fabulosa que embotellaba para ellos unas cajas especiales que hacían las delicias de las baronesas británicas y de otros forasteros de prosapia; personas que intercalaban displicentemente palabras en inglés o francés en el curso de cualquier conversación, aunque se tratase de cómo castraban a los cerdos en Asturias o cómo Di Stéfano remataba con el tacón »
Ya están en las librerías las esperadas memorias del embajador español más popular, Yo siempre creía que los diplomáticos eran unos mamones (Editorial Plaza & Janés), la obra más personal de Chencho Arias. Un libro entretenido, humorístico, informativo, lleno de anécdotas, único y original, como su propio autor. Una crónica escrita sin pelos en la lengua, plagada de anécdotas sobre sus devaneos con la política, el cine, el fútbol y sus encuentros con multitud de personajes conocidos. Una emotiva y, en muchos momentos tronchante, evocación personal que gustará a todos los amantes de las biografías, de nuestra historia reciente, anecdotarios y libros políticos.
«Yo, por tradición familiar y por la obsesión de mi enérgica madre, que, cuando terminé el bachiller en los jesuitas, me quitó de un plumazo de la cabeza cualquier frívola veleidad de hacer periodismo, iba, no sabemos si con éxito final, para notario. Lo que había sido mi padre y adonde se encaminaba mi hermano Mariano. A éste le había impedido hacerse cura («primero termina Derecho, después hablamos, y ahí ya…»). En aquella época, una madre de carácter, viuda por más señas, era inapelable en sus decisiones. La relación de fuerzas paternofiliales ha cambiado».
“Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones”, así comienzan las mordaces memorias de Inocencio Arias, el diplomático que ha sido un testigo privilegiado –y, a menudo, actor– de las relaciones exteriores en la España de la Transición y la democracia. Un libro personal, lleno del humor, la franqueza y la honestidad que caracterizan a Chencho, en el que desgrana su carrera diplomática y nos descubre los hitos más importantes de la historia internacional de los últimos años y del quehacer diplomático. El autor se acerca a los delicados momentos de nuestra posguerra, a los porqués de su elección profesional y a su evolución como personaje muy cercano a las relaciones exteriores de nuestro país.
«En aquellas fechas en que era obligatorio leer a Ortega para no quedar mal en la universidad, hacía un lustro que el pensador había regresado y —aunque mucha gente del régimen no lo perdonaba, había dejado de ser una bestia negra— leí una frase suya que resultaba condescendientemente lapidaria: «Estos hombres de la “Carrière” son el universal casi. Son casi elegantes, casi aristocráticos, casi funcionarios, casi inteligentes y casi donjuanes, pero el casi es el sinónimo de la ausencia». Una definición del diplomático que constituía una puya en todo lo alto a la profesión que yo abrazaría más tarde, pero a la que no concedí mayor importancia en ese momento».
Inocencio Arias (Almería, 1940) cuenta con una de las carreras diplomáticas más extensas y destacadas de la historia reciente de este país. Ha desempeñado labores en varios continentes y ocupado puestos relevantes con varios gobiernos de la democracia: secretario de Estado y subsecretario con el de Felipe González, embajador en la ONU con el de Aznar y portavoz de Exteriores, repetición insólita, con los de UCD, PSOE y PP. En la ONU fue presidente del Comité Mundial contra el terrorismo. Ha sido director general del Real Madrid. Actualmente está jubilado, pero colabora en medios de prensa, radio y televisión: El Mundo, Cadena Cope o El Periódico, entre otros. Tiene un blog, Crónicas de un diplomático jubilado, en elmundo.es. Ha publicado Confesiones de un diplomático, Los tres mitos del Real Madrid, La trastienda de la diplomacia, junto a Eva Celada, Los presidentes y la diplomacia y Mis mundiales.
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Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones. Inocencio Arias. Editorial Plaza & Janés, 2016. 496 páginas. 20,90 €
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La frase de Ortega, según la recoge Emilio Beladíez, termina con un ¨…con ideas equivocadas sobre todo¨, a lo que el diplomático Angel Ballesteros ha apostillado: ël ilustre polígrafo pudo introducir el vocablo-guía anterior ¨casi¨y la frase hubiera quedado en un más discreto ¨con ideas equivocadas en casi todo¨.
Tiene raxon tu mujer.Estoy completamente de acuerdo.No digas a nadie q te pareces a De Niro.Vas a parecer idiota
Tu eres saleroso y encantador.Y creeme q es un genero q hoy no abunda, se cotiza al alza.Sigue asi chavea
PD: cuida la ortografia .Has escrito en un articulo la palabra «asuela»cuando te referias a «asolar» = arrasar
No somos perfectos.Yo, pese a ser una Leo de pura raza, tampoco lo soy.
Aun asi soy feliz.He aprendido a ver el lado brillante de las cosas.
Un saludo nenico