‘Un crucero de verano por las Antillas’, de Lafcadio Hearn
Por César Malagón
Un crucero de verano por las Antillas
Lafcadio Hearn
Errata Naturae, 2016
Traducido por Regina López Muñoz
134 páginas
Patrick Lafcadio Hearn (Santa Maura – Grecia, 1850 – Tokio, 1904) fue un periodista y escritor grecoirlandés de reconocido prestigio a finales del Siglo XIX. Viajero incansable, dejó Europa para asentarse en Estados Unidos, donde empezó sus primeros trabajos como redactor. Tras más de una década trabajando para diferentes medios del país, y harto de las costumbres norteamericanas, el autor decidió instalarse en Japón en 1890, donde su literatura alcanzó las cotas más altas de popularidad y reconocimiento, terminando sus días en el país del sol naciente con el sobrenombre de Yakumo Koizumi.
Pero entre su etapa americana y la nipona tenemos un par de años donde Lafcadio trabajó como corresponsal para The Harper’s Magazine en la isla franco-caribeña de Martinica. Y fruto de ese viaje nace este libro, Un crucero de verano por las Antillas, donde además del citado territorio, el autor visita otras islas vecinas como San Cristóbal, Trinidad o Granada.
Todo empieza en 1887. Lafcadio parte de Nueva York en un “buque alargado, estrecho y grácil” rumbo a las Antillas, que se revelan como un auténtico paraíso terrenal y sensorial para el autor. Su narración, adjetivada y colorista, va ganando en intensidad a medida que su barco surca las azuladas aguas del mar Caribe. Con cada nueva parada, una nuevo territorio por conocer, y una nueva oportunidad para explorar parajes donde el tiempo parece haberse detenido, ajeno a los acontecimientos políticos, económicos y sociales que azotaban por esa época al mundo más occidentalizado. Las islas arrojan a todo visitante que se precie una gama cromática de azules y verdes nunca antes vistos, una belleza de tal magnitud difícil de asimilar para un urbanita, que tiene que recurrir a la exageración como medio para intentar expresar certeramente lo que sus ojos ven.
“Describir la monstruosa belleza de estas selvas, para proporcionar al lector una idea aproximada de la impresión que causan, se me antoja tarea imposible: hay formas, hay tonos, hay colores que parecen exigir la creación de palabras nuevas que logren expresarlos.”
Lafcadio Hearn se convierte con esta obra en un paisajista reputado. Sus escritos se basan en la observación, sin mostrar interés alguno por la interacción con la gente local. Y con esa observación descubrimos sus puertos, su clima pesado y dulzón, sus construcciones de piedra y madera vieja. También paseamos por sus mercados, repletos de frutas y verduras nunca antes vistas, y nos adentramos en sus selvas, tras los restos de esa herencia volcánica que forjó de la nada estos territorios hace millones de años. Y aunque no haya interacción alguna con los caribeños, el autor se toma su tiempo en observar el crisol de razas que las habita, resultado de años convivencia entre indígenas, blancos, negros o culis, algo que nuevamente lleva al autor a caer en la exageración afirmando que “estas carnes no parecen carne, sino la pulpa de una fruta”.
Todo libro de viajes ofrece al lector una forma sencilla de abrir mentes y conocer nuevos horizontes, y sin duda Un crucero de verano por las Antillas es una oportunidad única para conocer un territorio bastante poco explorado, sobre todo para los que todavía creen que el Caribe se ha compuesto siempre de resorts llenos de occidentales en Punta Cana, Varadero o Riviera Maya. Pero no, hubo (y hay) un Caribe distinto del que conocemos por las agencias de viajes, y Lafcadio Hearn le saca todo su jugo con este pequeño libro.