La gran vitalidad de nuestros muertos en «Blanca desvelada»
Por Horacio Otheguy Riveira
Un aventura insólita en el teatro español, con una estética y un contenido más propios del expresionismo alemán de entreguerras: la importancia de indagar en los sentimientos e ideas de nuestros muertos para resolver procesos de angustia que no se consiguen erradicar. Blanca está desvelada y se lanza con valentía a indagar en el brumoso pasado para descargarse de temores y empezar a vivir. Una proeza teatral donde una actriz asume con gran disciplina todos los personajes en un vibrante contexto escénico.
Blanca desvelada podría ser una versión muy apretada, pero concienzuda de El libro de los espíritus, de Allan Kardec (1804-1869): «El espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia práctica, consiste en relaciones que pueden establecerse con los espíritus; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones. Podríamos definirlo así: el espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal».
Sin embargo, el planteamiento de la obra no intenta desarrollar este tratamiento filosófico, sino al contrario, avanza raudo por las emociones más primarias. Todo el contenido de la función tiene arraigo en las tradiciones autóctonas que bien se pueden indagar en las mil y una historias que pueblan las secretas, fantásticas y a la vez cotidianas experiencias de la gente en cualquiera de las dos Castillas lo mismo que en el País Vasco o en Galicia, por poner sólo algunos ejemplos, ya que el fenómeno está presente, de diferente manera, en todas las culturas que habitan el país.
Del brote intenso de historias escuchadas junto a la lumbre y vivenciadas entre tinieblas, Alejandra Jiménez Cascón ha escrito el texto que protagoniza, y ambas creaciones transmiten una singular sensación de autobiografía pasional, desbocada, que va de la oscura desolación hacia la luz del conocimiento que la liberará de todo mal.
Este monodrama está compuesto como una obra teatral compacta donde los malos sueños de una mujer dan pie a una representación con personajes principales y secundarios de proporcionada importancia. El despliegue de virtuosismo interpretativo permite seguir en todo detalle el periplo de la protagonista por acontecimientos presentes y pasados. No hay pérdida en el laberinto, vamos con ella dándonos de bruces, confundiéndonos, respirando agitados, alucinando y finalmente dejándonos invadir por la creencia en la reencarnación a través de un médium: el proceso es inquietante y conmovedor, tal y como aquí se cuenta, esencialmente por la importancia de su razón de ser. Un mensaje oculto que se hace presente con firmeza: mucho de lo que nos altera y deforma y no nos deja en paz puede ser el resultado de nuestra incapacidad para comunicarnos con muertos que han incidido en nuestra vida, aunque no los hayamos conocido.
Blanca desvelada trasunta un tema apasionante representado con una concepción muy importante de un teatro eminentemente físico (con sólo un objeto que cumple varias funciones). La puesta en escena de Montse Bonet (formada en la escuela de Jacques Lecoq de París) guía de manera casi científica cada instante en el que la joven actriz se entrega a diversas expresiones corporales, como en la modulación precisa de acentos y modos de hablar de cada personaje sin apoyos externos.
Un espectáculo de gran interés, completamente atípico en su contenido y formulación que tiene un buen referente en otro teatro de Madrid donde se puede aplaudir un muy recomendable Big Boy: largo drama histórico a cargo de dos actores: ambos son trabajos teatrales donde la capacidad de expresión de sus intérpretes se impone sobre un terreno de gran belleza plástica y calidoscópicas posibilidades actorales.
Dramaturgia e interpretación: Alejandra Jiménez Cascón
Dirección: Montse Bonet
Diseño de sonido e iluminación: Natàlia Ramos
Técnico de sonido e iluminación: Enric Espinet
Composición de banda sonora: Enric Espinet y Miquel Farré
Diseño de escenografía y vestuario: Mónica Gálvez
Diseño de cartel: Studio Miotu
Producción y prensa: Natàlia Boronet
Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, hasta el 6 de noviembre.