‘Vagabundo en África’, de Javier Reverte

Por César Malagón

Vagabundo en África

Javier Reverte

 Varias ediciones

 

“El viaje nos convierte en seres libres, hace posible que nos veamos detenidos en el espejo del tiempo mientras el mundo corre a nuestro lado. Creo que algunos, y ese es mi caso, no viajamos para escribir luego, sino que encontramos en la escritura un hermoso pretexto para viajar siempre.”

vagabundo-en-africaHacía mucho (demasiado) que no le echaba el guante a una novela de mi adorado Javier Reverte. Mientras esperaba la publicación de su último libro ambientado en Nueva York (en el que ya ando sumergido), decidí retomar sus crónicas viajeras africanas de la mano de Vagabundo en África, segundo tomo de la trilogía dedicada al continente negro que tanta fama le otorgó, de manera más que merecida. El viaje de esta novela empieza en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y nace con un objetivo claro, llegar a navegar el río Congo, ese río que fascinó a Joseph Conrad y que tan bien reflejó en El corazón de las tinieblas. Por el camino, miles de kilómetros atravesando Sudáfrica, Zimbabue, Tanzania, Ruanda y el Congo. Conociendo su historia a través de su pasado, de las figuras que forjaron cada nación, los héroes y antihéroes que las habitaron, pero también teniendo en cuenta su presente y los testimonios de sus gentes, esos testigos olvidados de las atrocidades, no tan lejanas, cometidas en unos parajes tan idílicos como terribles.

El estilo de Javier Reverte es inconfundible, y pocos conjugan tan bien la mezcla de presente y pasado cuando se trata de hablar de sus viajes. Eso le ha llevado a recorrer los cinco continentes y a plasmarlo en un buen puñado de novelas. Sin embargo, el Javier más auténtico siempre sale a relucir en su amada África. El madrileño recorre cada pueblo africano con la misma ilusión del niño que llega a un sitio desconocido. Su espíritu adulto y experimentado rejuvenece imbuido por las grandes gestas de los exploradores que descubrieron la belleza del continente más rico y maltratado.

Es Vagabundo en África un viaje precioso, pero probablemente el más peligroso de los realizados por el autor. Los países visitados intentan reponerse de las heridas causadas tras años de inhumanidad. Sudáfrica salía recientemente del Apartheid, mientras Ruanda intentaba reparar los efectos del vergonzoso y cruento genocidio tutsi. Y como colofón, la visita a la República Democrática del Congo, que navegó en el siglo XX entre el colonialismo más atroz nunca visto y una dictadura posterior igual de devastadora. Pero nada de esto parece echar atrás a Javier Reverte, que con arrojo y desoyendo los consejos de los conocedores del río Congo, decide llegar a su objetivo utilizando el coche, el tren y el avión.

“Hay varias cosas que un viajero debe hacer cuando llega a una ciudad desconocida: por ejemplo, ir al mercado, pasear en los amaneceres, entrar en los garitos de la noche, buscar la música que hace bailar y cantar a sus habitantes, probar la comida local, asistir a un partido de fútbol o a una ceremonia religiosa, y desde luego leer sus periódicos.”

En esta novela he descubierto al Reverte más cercano y jovial. La emoción que le supone cumplir uno de sus sueños como viajero hace que su prosa se vuelva más viva que nunca, disfrutando de unos lugares en los que el disfrute está vetado para muchos de sus habitantes, sacando la belleza y enseñándola confiada a sus lectores, que quizá con sus propios ojos solo verían parajes deprimidos. Este milagro narrativo solo puede deberse a la influencia que ejerce el río Congo en el autor, esa misma fuerza oculta que arrastró el siglo anterior a Conrad a sus aguas. Además, este viaje contiene dos partes bien diferenciadas. La primera es el camino en sí, el Reverte más conocido. La segunda, es el diario escrito por el autor en sus días de navegación por el río. Javier Reverte ha reconocido que este diario es lo mejor que escribió nunca y no soy quién para rebatir a un autor hablando de su propia obra. Solo diré que es una auténtica maravilla, un diario sublime que relata un viaje al alcance de muy pocos europeos. Un viaje a bordo del Akongo-Mohela por las entrañas del país africano, una tierra en la que la desolación y el abandono forman parte de una rutina abrumadora.

Podría considerase a esta segunda parte de Vagabundo en África una novela corta, pues contiene muchos matices narrativos distintos a la literatura de viajes. Lo ocurrido en esa embarcación tiene más de thriller y suspense, lo que genera en el libro un valor añadido que es de agradecer. Y no sé si este libro contiene lo mejor que ha escrito nunca Javier Reverte. Lo que sí sé es que esta segunda parte de la trilogía de África es la lectura idónea para amar el continente africano y uno de los mejores libros escritos sobre él, El corazón de las tinieblas. Y eso no es poco.

“Leía sin orden, saltando páginas de adelante hacia atrás y también en sentido inverso, leyendo mis propios subrayados de otro tiempo. Y hube de cerrar al fin el libro y salir a cubierta a pesar del frío, con las últimas palabras del escritor prendidas aún en mi cabeza: “… vivir en medio de lo incomprensible, que también detestas. Y hay en todo ello una fascinación…, la fascinación de lo abominable”.”

 

 

 

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