Portus
Por Owen L. Black @owenlblack
Cuando uno se lee algo que no le convence del todo siempre es más difícil comenzar a reseñarlo.
Portus, manga de Jun Abe (1972) publicado en 2015 por Milky Way, aunque el original es de 2006, te deja esa sensación.
Y no, no estoy hablando de miedo, porque lo que es miedo a mí no me lo ha producido. Estoy refiriéndome a que en el mundo de las historias ilustradas para que algo funcione tienes que hilar ambos mundos, imagen o dibujo y la narración que cuentas.
Sin embargo, a mi parecer, mientras que el dibujo me ha resultado precioso, mimando el detalle y con unos planos espectaculares. La historia por su parte la encuentro débil, tópica y mal contada.
Pero antes pongámonos en antecedentes sobre la historia. Portus cuenta la vida de cuatro personas, en primer lugar está Chiharu, una joven estudiante de bachillerato que lleva semanas sin aparecer por clase. Sus compañeros y profesores tampoco le dan mayor importancia y asumen que se ha convertido en hikikomori. Hasta que un día aparece por clase de pintura, a la que solía ir con su mejor amiga, Asami.
Allí se reencuentran las chicas, pero tras una conversación breve entre ellas sobre las leyendas urbanas en torno a un videojuego llamado Portus, Chiharu sale despavorida ante la atónita mirada de su amiga y el profesor Keigo Sawa, el tercer personaje. La cuarta es otra profesora, la señorita Yamashita que aparecerá más adelante.
Tras la muerte de uno de los protagonistas, el resto comienza a tirar del hilo en relación al Portus y sus misterios. Y acaban descubriendo una truculenta historia que deberán intentar arreglar. Esa es la premisa que nos ofrece Abe para internarnos en su narración.
¿Cuál es el problema entonces?
Que a partir de aquí se suceden toda una retahíla de tópicos y clichés del género que el autor ha intentado unir para crear una historia pero que a mi juicio no ha logrado. Meter leyendas urbanas, videojuegos, objetos encantados, el típico niño, el pueblo maldito, la escuela (y un largo etcétera que ya no enumeraré para no hacer la lista interminable), en 225 escasas páginas terminan acabando en despropósito.
Sinceramente al único tipo de lector que le recomendaría el tomo sería a alguien que no conozca el género de terror japonés y quiera iniciarse en él con una historia breve.
Muchas de las referencias que tiene son meramente anecdóticas, las leyendas urbanas están ahí de pasada, el hecho de que sea un videojuego es puramente casual, podría ser un libro, una ventana o la cafetera donde os preparáis el desayuno por las mañanas. Así que si os acercáis a la historia atraídos por el asunto del videojuego, os va a decepcionar.
Otro grave problema es la inconsistencia en las personalidades de los protagonistas que pueden ser débiles o máquinas de matar resentidas de una página a otra. Pasar del trauma a la felicidad extrema o del nulo interés por algo a hacerse el líder de una expedición.
Problema que pienso que se agraba por la corta extensión del manga, un solo tomo. Y que provoca a la larga que el lector no empatice con los protagonistas ni sufra ni padezca por lo que les pase.
Para aquellos que aún así quieran leerlo, añadir que es explícito en escenas violentas (e incluso se pixela una, no entiendo muy bien el por qué) pero que está dentro de lo que uno se puede encontrar hoy en día en cualquier película, serie o cómic, no solo de terror, sino de casi cualquier género. Sobre el aspecto sexual, solo hay una escena semiexplícita (por definirlo de algún modo) y está metida a martillazos, no aporta nada y da la sensación de que la dibuja simplemente para hacer la historia más efectista.
Pero todo tiene una parte buena, y aquí es el dibujo, sin lugar a dudas. El manga es en blanco y negro, como es habitual, pero la maestría de Abe para crear escenas impactantes hace que uno no se dé cuenta de ello.
El punto fuerte son los detalles y la gran definición corporal de los personajes, manejando a la perfección las expresiones faciales y las perspectivas y escorzos para crear escenas con mucha potencia visual y movimiento.
Eso hace que sus personajes, sobre todo en los primeros planos parezcan muy realistas y se alejen de las clásicas caricaturizaciones que uno puede ver en los mangas, sobre todo, los dirigidos al público adolescente. Esta obra no va por ese camino y crea unas imágenes muy trabajadas donde las sombras y las luces para crear volúmenes se realizan a base de trazos diminutos y múltiples que van generando que los dibujos cobren vida.
Es un manga donde la prioridad la tienen los personajes y los escenarios quedan en un claro segundo plano, desdibujados o con pocos detalles. En un intento de crear al lector una sensación más claustrofóbica que sino fuera por su débil historia, se convertiría en un imprescindible.
Como conclusión, solo recomendarlo para los incondicionales de Jun Abe o interesados en su obra. A lo sumo, si uno es un novato del terror japonés y quiere empezar con algo. Para el resto creo que les dejará un sabor agridulce.
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