Stranger Things: la conversación que no muere
Por Teresa Salido
Llego tarde. Lo sé. ¿Acaso queda alguien en el planeta que no haya visto ya Stranger Things? ¿Acaso queda algún medio que no haya analizado la serie ya? ¿Acaso queda alguien que no haya comprado por Internet el póster de la serie a lo vintage? ¿O alguien que no se haya planteado cambiar WhatsApp por unos walki – talkies al estilo de ciencia ficción ochentero de la serie? Cabe decir que no todo lo que ha recibido Stranger Things han sido elogios, la serie ha sido el punto de atención para las críticas desde el día de su estreno. Muchos medios han tachado la serie como “entretenida”. ¿Entretenida? Mira, mis abuelos se entretienen yendo al médico, Stranger Things es pura magia. Otros medios publican que la serie se ha limitado a usar escenas prestadas. Por supuesto que es un juego de nostalgia y referencias a todo el cine y la televisión que hizo historia hace más de treinta años (E.T, Alien, Los Goonies…), no hace falta ser un erudito para darse cuenta de eso. Pero como sigo teniendo algo de esperanza en la humanidad, creo que hay algunos espectadores lo suficientemente listos para apreciar que la serie es mucho más que un mero intento de tocarnos la fibra sensible. Las interpretaciones son geniales, la química entre los protagonistas es absoluta, los directores (los hermanos Duffer) han sabido combinar a la perfección todos los elementos necesarios para hacer una gran serie de televisión, son personajes construidos, que te importan, que son capaces de hacerte reír, llorar o aterrorizarte, una historia intrigante y adictiva, y un montón de caras desconocidas que recordaremos siempre. He visto muchas muchísimas series de televisión y películas del género, y he de decir que Stranger Things es lo mejor que han hecho hace mucho tiempo. ¿Por qué hay gente que cuando tiene delante algo bueno no puede simplemente admitirlo?
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