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Charla con Amelia Noguera sobre «Prométeme que serás delfín», su último libro publicado

«Jamás se me olvida pero esta mañana renunciaría a mi memoria. Su padre se ha ido. Sin portazo. No ha aguantado más. Y no soy capaz de sentir resentimiento. Yo lo busqué. Dejé de oír con él el viento, de sentirme amada, de sentirlo a él. Y él se dio cuenta y yo también, pero solo pude seguir existiendo en esta vida que había dejado de ser mía hacía tiempo. Justo once años mañana. Tengo que salir sin falta a buscar un regalo para ella; ya no sé qué comprarle, lo tiene todo, se aburre de todo, lo quiere todo».

delfínAmelia Noguera es una escritora madrileña que, tras autoeditar cuatro novelas en Amazon y ocupar los primeros puestos de descargas, se ha convertido en un fenómeno editorial. Graduada en Humanidades, ingeniera informática y traductora, y con referencias literarias tan dispares como Ana M. Matute, Almudena Grandes, Margaret Mazzantini o Joyce C. Oates, sus obras reflejan siempre una enorme sensibilidad. Noguera, genial contadora de historias y hábil creadora de personajes, dio el salto al papel con La marca de la luna (2014), La pintora de estrellas (2015), que pronto se traducirá al polaco, y ahora vuelve con Prométeme que serás delfín, una estremecedora historia sobre el amor, la inocencia y la amistad, en la que todo gira en torno a un misterio acaecido entre las paredes de un colegio y donde la autora aprovecha para hacer una rotunda crítica a las carencias del sistema.

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Prométeme que serás delfín.  Amelia Noguera.  Editorial Suma de Letras, 2016.  290 páginas.  16,90 €

Una profesora de Primaria aparece asesinada en su aula, dentro de un armario y con la boca y las muñecas enrolladas en papel celo –del mismo modo en que ella castigó a Sofía–, una de sus alumnas. Algunas de sus amigas intentan evitar la catástrofe y deciden investigar para encontrar al culpable. ¿Quién querría ver muerta a Adela? La lista es muy larga pero muy pronto otro hecho terrible la reduce drásticamente. El lector se adentrará en el mundo de Sofía, la niña hiperactiva que más odiaba a la profesora, pero también conocerá a su madre, una doctora desesperada que vive solo para su hija. Sin embargo, lo que descubrirá en este camino quizás hubiera preferido no haberlo sabido nunca.

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P.- ¿Qué ha supuesto para ti ver publicado en papel una de tus primeras y más apreciadas novelas? ¿Has aprovechado para introducir algunos cambios?

Cada nueva publicación siempre es una gran responsabilidad. Una autora se construye novela a novela, y esta es muy comprometida. Y sí, aprovechando la oportunidad, la amplié y cambié el final, ahora algunos personajes han adquirido más importancia y la trama es más redonda.

P.- El maltrato o abuso de autoridad en la escuela es un tema que quizás siempre haya estado ahí, pero ahora se hace público. ¿Por qué esta implicación por tu parte?

He vivido de cerca ese abuso de autoridad, en la clase de mi hija mayor. Uno de sus compañeros de colegio que padecía TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) sufrió una experiencia parecida a la de Sofía, una de las protagonistas de la novela: cuando el niño tenía cinco años, su profesora le ató las manos a la silla y le tapó la boca con celo para mantenerlo quieto y callado en el aula. Cuando me enteré, me afectó mucho y quise ayudar a visibilizar la violencia de un sistema educativo que maltrata tanto a alumnos como a profesores sometiéndoles a situaciones como las que muestra la novela.

P.- La hiperactividad en los niños puede ser una cualidad y carga personal verdaderamente problemática. Aquí lo observas como si de una madre se tratase.

Me interesaba mostrar el punto de vista de la madre en la relación con su hija. Creo que las madres son personajes muy maltratados por la narrativa, que suelen mostrarse muy polarizados, a menudo como madres monstruo, castradoras incluso, o bien todo lo contrario, y que la maternidad real, normalizada, apenas tiene sitio en la ficción. La madre de esta novela lucha por su hija por encima de todo. El que deseo mostrar aquí es un amor extraordinario pero nada idealizado, plenamente consciente de sus dificultades y de sus penurias.

P.- Pero el TDAH tiene implicaciones no solo educacionales. ¿Te inspiraste en alguien real para dibujar a los personajes y sus circunstancias?

En el compañero de mi hija con TDAH y también en su madre. Fui testigo durante los años que pasaron en el colegio de la tremenda lucha de ambos por salir adelante, dentro de la escuela y también en la sociedad. Al escribir esta novela quise dar visibilidad a la realidad de las familias que conviven con ese trastorno a través de una historia emocionante y emotiva.

Amelia-Noguera
Amelia Noguera.

P.- También hablas de recortes que a todos los niveles terminan afectando a las clases más modestas. ¿Quizás es algo que debería denunciarse aún más?

La narrativa que más se lee en España en este momento es la que no molesta, la que parece que no tiene ideología (y digo parece porque creo que el escrito en apariencia más inofensivo también es ideológico en su intención de no serlo, de resultar neutral). Incluso autores muy comprometidos socialmente como Rosa Montero defienden que la ficción debe dejar al margen la ideología. Yo no opino así, la literatura que para mí tiene más valor es la que perturba al lector y le hace pensar, aunque también le entretenga y le emocione. Como Sartre, yo creo que la literatura “lanza al escritor a la batalla; escribir es cierto modo de querer la libertad”. Y se es más libre cuando se denuncia lo que claramente es injusto o infame.

P.- Novela escrita desde diferentes puntos: visiones diversas de un mismo mundo. ¿Vivimos en una sociedad de extremos, donde cada uno aporta su idea de las cosas?

A veces me da la sensación de que vivimos en un mundo donde nadie escucha a nadie, porque todos nos creemos en posesión de la verdad, que es, obviamente, la nuestra. A mí mi escritura me sirve para intentar escuchar, para prestar atención a los otros. Por eso me sirvo a menudo de múltiples puntos de vista en la narración.

P.- La amistad es clave durante la infancia, pero también pueden acaecer hechos realmente traumáticos. ¿Qué marca el fin de la inocencia en un niño?

Es complicado dar una respuesta global a esta pregunta. Yo creo que un niño nunca debería dejar de ser inocente y, por desgracia, hay infinidad de experiencias que adelantan ese momento, porque, a pesar de la sobreprotección con que en apariencia los educamos, somos una sociedad violenta en muchos aspectos y que no defiende los derechos de la infancia como debería. Como ejemplo, uno muy reciente: el párroco de Mallorca que ha confesado haber violado a una monaguilla durante años desde que ella tenía diez y el fiscal le ha rebajado la pena de 42 a 6 años. En este tipo de actuaciones se demuestra muy a menudo lo desprotegidos que están los niños y lo fácil que resulta aniquilar su inocencia.

P.- Mirando hacia atrás… ¿crees que siendo niños somos capaces de distinguir claramente el bien del mal?

Creo recordar un experimento sociológico que intentaba demostrar justamente eso, que el bien y el mal son conceptos morales con cuyo conocimiento ya nacemos. Los niños se acercan instintivamente a las personas que se comportan bien y se alejan de quienes parecen más propensos a dañar a los demás. Es lógico, es nuestro instinto de supervivencia. Del mismo modo sabemos si lo que hacemos puede hacer mal a otros.

P.- Hace años era máxima aquello de “la letra con sangre entra”… Está claro que el sistema educativo ha cambiado, pero ¿qué queda por hacer?

Queda muchísimo por hacer, las voces que exigen un cambio son tantas y proceden de tantos lugares que la revolución en el sistema educativo español tendrá que llegar sin ninguna duda. Por desgracia ahora mismo las circunstancias políticas no son las que permitirían crear el pacto por la educación que plantee de una vez por todas esa reforma consensuada. Pero es imprescindible para una sociedad como la nuestra, que está cambiando a la velocidad de la luz y se enfrenta a retos muy distintos de los del siglo XIX, cuando se idearon los fundamentos que aún rigen nuestro sistema educativo, más aún con la LOMCE que incluso expulsa y discrimina a niños como los protagonistas de esta novela.

P.- Vuelves a demostrar tu habilidad narrativa para contar y perfilas como noir una dramática historia que te sirve para hacer crítica social y a la vez abrir una puerta a la esperanza. ¿Era el mejor camino para contarla?

Lo cierto es que dudé mucho al plantear la estructura narrativa para tratar el tema de fondo que me interesaba. Solo me he quedado tranquila cuando he comprobado que los lectores que conocen bien el TDAH se han sentido identificados con la historia y con el tratamiento de los personajes, pero, al mismo tiempo, quienes no saben nada sobre ese trastorno se quedan enganchadísimos con la trama y se enamoran de Sofía, de María o de Rodrigo. En esta era del ocio en la que tenemos a nuestra disposición tantísimas formas de pasar el tiempo, como escritora no me interesa aburrir al lector, por mucho que lo que le esté contando pudiera resultarle de mucho interés, sobre todo intento que no quiera levantarse del sillón hasta que haya llegado al final de mi relato.

P.- ¿Tienes ya algún nuevo proyecto narrativo entre manos?

Este otoño se publicará mi primera novela ilustrada para niños, aunque todavía no puedo desvelar más, forma parte de un proyecto que me ilusiona muchísimo. También estoy concluyendo otra novela para adultos, pero solo puedo decirte que, como siempre, será completamente diferente de mis anteriores trabajos.

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Por Benito Garrido (@benitogarridog).

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