El mapa calcinado

Por Pedro Pujante.

KOBO ABE

ETERNA CADENCIA, 2016

La alegoría suele menoscabar en ocasiones los logros estilístico o argumental en el planteamiento de una narración. En aras de potenciar un mensaje subliminal se soslaya el argumento e incluso la estructura de la novela o relato. No es el caso de esa literatura que germina en Kafka, en gran constructor de antifábulas, y que nos conduce a autores tan dispares como Borges, Levrero o Kobo Abe.

En este Mapa Calcinado, el aventajado alumno de Kafka, Kobo Abe logra esbozar mediante un lenguaje sencillo y directo, pero acudiendo a la elaboración de argumentos alambicados y subtramas laberínticas, una densa alegoría  en la que lo grotesco, lo oscuro y la ferocidad del ser humano constituyen sus señas de identidad.

De corte existencialista, esta novela indaga en algunos de los temas que caracterizan la obra del escritor japonés: la identidad del individuo en un mundo hostil y alienante, la soledad brutal del hombre contemporáneo y la dificultad de establecer relaciones profundas que nos permitan comunicarnos.

Para llevar a cabo el desarrollo del relato, Abe se vale de los mecanismos de la novela negra, con todos sus recursos y tópicos. Un investigador sin nombre recibe el encargo de buscar a un marido desaparecido en extrañas circunstancias. Con este arranque, el lector junto al anónimo protagonista, se embarcará en un galimatías de incertidumbres, pesquisas, callejones sin salida y conjeturas que delimitan con lo absurdo, para mostrarnos que la realidad puede mutar en pesadilla turbadora y atroz.

Con una estructura reticular y ritmo espasmódico, el narrador beckettiano de esta aventura nos conduce por los vericuetos de una ciudad siniestra, poblada de personajes borrosos. Como piezas de un ajedrez disfuncional, navegamos por este mapa sin brújula, sin más asideros que la voz errática de un falso detective que ignora casi todo. Como ya hemos dicho, su misión es encontrar a un hombre desaparecido. Pero como suele ocurrir en las novelas de Abe, la trama es una mera excusa  para mostrarnos el autor sus preocupaciones filosóficas, existenciales. Y así, El mapa calcinado funciona como un prolongado interrogante y su argumento un excurso en el que habremos de confirmar que, como advierte Ednodio Quintero en el lúcido prólogo que inicia esta edición, la  búsqueda tan solo nos valdrá para: “examinar las complejas e imprecisas aristas de lo verdadero y lo falso, lo aparente y lo real, lo vivido y lo soñado”, sin arribar jamás a un destino que nos ilumine y saque de dudas, y que en definitiva justifique el largo y agotador periplo al que se nos ha sometido.