Niñas
María Castrejón
Niñas
64 páginas
Huerga & Fierro, 2015
ISBN: 978-84-943805-6-3
Por Alberto García-Teresa
Este breve pero extraordinario poemario constituye un lúcido ejercicio de denuncia, de retrato y de impugnación de la ideología dominante desde la perspectiva de género.
Se trata de 20 poemas, titulados cada uno como “Niña nº…” y construidos con la anáfora “Soy la niña”, repetida de manera constante en todas las piezas junto con otros versos reiterados en cada texto particular. De hecho, dado que se mantiene el registro y el tono en todas las composiciones, podría entenderse el volumen como un único poema fragmentado, sostenido por un ritmo salmódico muy particular. No en vano, las piezas funcionan mejor en conjunto.
Todos ellos son poemas de afirmación, en los que se fijan posiciones rebeldes, desobedientes del concepto patriarcal de niña y de mujer sumisa y dependiente de la acción y del deseo del varón. En concreto, por ejemplo, son mujeres que emplean el sexo sin tabúes, como herramienta de placer, de autonomía, desafiando a la imposición moral religiosa. Se trata de niñas y mujeres sin miedo, exploradoras, inquietas, con iniciativa, que buscan el contacto con la autenticidad de la naturaleza. Libres, vitalistas, desacomplejadas y resolutivas, atentan contra los prejuicios y los cánones de belleza. Pero no hay desafío en su actitud: se saltan por encima la confrontación para llevar a la práctica esas ideas, sin importarles la respuesta de lo establecido. Sin embargo, no se corresponde con una postura hedonista ni individualista (aunque se afirmen dichos aspectos de la personalidad), sino que fraternizan con lo oprimido y lo excluido en otros niveles.
En toda esa configuración, late una utopía, un modelo de vida. La generalización y la identificación se construyen a base, precisamente, de concretar, de individualizar en un sujeto indefinido, al que se puede poner el rostro de cualquiera. Los poemas suelen formarse con enumeraciones, con el encadenamiento de aseveraciones de posturas y de acciones, que son volcadas, en ocasiones, mediante imágenes irracionalistas. Además, en algunos textos la escritora juega a interrumpir el ritmo del verso. Con una sintaxis rota, mediante la yuxtaposición de sintagmas y los continuos encabalgamientos, además de la permanente ausencia de signos de puntuación, María Castrejón logra liberar también de ataduras y límites las oraciones.
Con esas herramientas, la autora va desgranando, mediante acciones representativas y gestos simbólicos, los principios ideológicos que rigen nuestro mundo; esta sociedad heteropatriarcal, capitalista, de consumo, productivista, y ecocida. Al respecto, se debe señalar la denuncia específica de la violencia machista que María Castrejón plasma con un estupendo giro en la perspectiva y en la ironía. De esta manera, consigue un poemario unitario, contundente, incómodo y no complaciente, que busca revolver y revolvernos.