Consejos sobre estilo y escritura de Steven Pinker
¿Es posible que la lingüística y la psicología cognitiva formen una especie de “Frankenstein crítico” para decirnos cómo escribir mejor? Una respuesta afirmativa –pero sobre todo, un trabajo constante sobre los usos del lenguaje escrito en el siglo XXI— viene de la mano del psicólogo evolutivo, lingüista y escritor canadiense Steven Pinker, quien plantea la cuestión en su nuevo libro, The sense of style.
En libros previos (como El instinto del lenguaje, Cómo funciona la mente, Palabras y reglas y La tabla rasa), Pinker ha realizado una vehemente argumentación sobre cómo nuestros hábitos de lenguaje no sólo son una herramienta con la que la evolución nos ha dotado sino una herramienta de comunicación y práctica moral. En su nuevo libro, Pinker se distancia tanto del “prescriptivismo” (una versión policial de la gramática) como del relativismo posmoderno (cada cual se da a entender como puede y ya está), proponiendo que el estilo debe adecuarse a las necesidades comunicativas y planteando un interesante debate que implica a académicos y lingüistas tanto como a abogados, redactores, escritores y lectores interesados en comprender por qué prefieren cierto tipo de textos a otros.
Según Pinker, su trabajo sirve también “para gente que quiere comenzar un blog o una serie de reseñas”, pues nuestro entorno web exige también una comprensión clara sobre nuestros usos del lenguaje escrito. De una reciente entrevista extraemos los siguientes consejos:
¿Qué constituye la “buena escritura”?
Se trata de claridad, lo que no implica descuidar la gracia y la belleza –el lenguaje debería ser una fuente de placer. Cuando una imagen poderosa transmite efectivamente una idea o un sentimiento, uno sabe simultáneamente lo que el autor está tratando de comunicar, y recibe ese escalofrío de placer que hace de la lectura una experiencia disfrutable.
¿Por qué hay tanta “mala escritura”?
En general, la mente humana es increíblemente concreta; es más común escribir mal al ser demasiado abstracto, demasiado presuntuoso, que al ser demasiado concreto, demasiado “con los pies en la tierra”. Hay ejemplos de ambos, pero es más difícil ser concreto.
[Una razón de la mala escritura] es que la buena escritura es difícil: no es algo que la gente evite para sonar pretencioso y pesado de manera deliberada. De hecho, cuesta mucho trabajo sonar simple y natural.
La escritura apremiante y algunos otros fallos de la prosa académica son dañinos para la profesión: te olvidas de que las herramientas que se han vuelto claras para ti son confusas para todos los demás. Así que empiezas a escribir sobre conceptos y marcos de trabajo, que son herramientas utilizadas por expertos, en lugar de objetos del mundo real, que es el modo en que los no-expertos piensan las cosas. Por ejemplo, en lugar de decir que vas a llamar a la policía, un experto habla acerca de “aproximarse a las cosas desde una perspectiva de impartición de justicia”.
¿Cuál sería el mejor estilo para escribir?
El estilo clásico –un concepto que tomé de Francis-Noël Thomas y Mark Turner— es un estilo que ellos diferencian del estilo llano. No tiene una meta específica como darle información al lector, que es la meta del estilo llano: estimula un escenario donde el escritor ha notado algo en el mundo que el lector no ha notado todavía, de modo que el escritor coloca al lector en posición de notar eso, y el lector puede verlo con sus propios ojos. La meta es llevar al lector a ver la verdad, la cual la escritura ha hecho evidente en sí misma.
¿El estilo clásico es recomendable en cualquier tipo de escritura?
…para exposición, comentario, reseña y otras escrituras de ese tipo, el estilo clásico coincide con la intuición de lo que muchos de nosotros consideramos buena escritura. Me refiero a que también existe un estilo reflexivo, personal, donde el autor intenta reflexionar sobre una experiencia personal, y algunas personas disfrutan este tipo de estilo romántico, pero pocos escritores pueden lograrlo, así que probablemente una expectativa más realista para la mayoría de los periodistas y ensayistas sea apuntar hacia el estilo clásico.
¿El estilo del “texting” (mensajes de texto) o las redes sociales pudre y destruye el estilo?
La falacia de que existe un solo estilo frecuentemente lleva a las preguntas ridículas que uno ve en los medios, porque asume que el lenguaje utilizado en los mensajes de texto o en los tuits necesariamente se derramará sobre otros estilos. La cosa es que si estamos leyendo un panegírico en un funeral, automáticamente usamos un estilo diferente del que usamos al escribir mensajes de texto a nuestra pareja o nuestros amigos; no quiere decir que la gente sea tan cerrada que vaya a aplicar el estilo de mensajes de texto en cualquier situación sin pensar en el contexto social.
¿Qué pasa con los estilos de escritura académica o legal?
Mucha verborrea legal son solamente malos hábitos profesionales que pasan de una generación de abogados a la siguiente sin ninguna buena razón.
Mejorar la verborrea legal es, de hecho, una prioridad, porque hay mucho sufrimiento y desperdicio que resulta de la jerga legal impenetrable: la gente no entiende cuáles son sus derechos porque no entienden un contrato, o gastan dinero contratando abogados caros que puedan descifrárselos. Pienso que es de un alto valor moral reducir la verborrea legal al mínimo indispensable.