7 consejos para empezar a escribir
Por Eric Esley.
No le puedo aconsejar a nadie sobre cómo escribir. Pero, al haber hecho esto por algún tiempo, aprendí algunas mañas que te pueden ayudar mucho, sobre todo si no sabes por dónde empezar. Mis consejos son:
1) Para adquirir una prosa sólida, entrenar el lenguaje para narrar una situación compleja y empezar a buscar un estilo propio, un buen consejo es practicar escribiendo relatos eróticos. Este género te permite apreciar de una mejor manera cómo una palabra demasiado académica o vulgar puede deshilachar la tensión de una escena por completo, simplemente por haberla usado mal en una oración.
Tiene la misma estructura literaria que requiera cualquier situación dramática —no varía de una escena donde un ladrón va a matar un policía, o cuando una madre le dice a su hijo que es adoptado— la particularidad que tiene es que, al ser tan delicado el género, y al estar obligados a usar palabras con una connotación emocional tan específica, resulta muy ruidoso al momento de equivocarnos, aunque sea con una sola palabra. Algunas frases van a dar risa, otras van a sonar demasiado ordinarias; se vuelve un buen entrenamiento para entender de forma gráfica, cuán difícil es encontrar el término apropiado para la oración justa. Por consiguiente, si practicas escribiendo relatos de este estilo, puedes aprender de formar didáctica cuáles son tus flaquezas y virtudes en relación a la composición de una situación y el desarrollo de los personajes.
Estoy hablando del sexo en su forma más pura. Ósea, esto incluye, además del acto en sí, el momento previo a consumir el hecho, y el instante posterior, cuando todo se acababa de forma brusca y la puerta se cierra de golpe, dejando a los dos protagonistas del acto sexual en mundos diferentes; el momento en que, para bien o para mal, el pasado y el presente de una persona confluyen en un mismo tiempo, de igual manera que los primeros rayos de la mañana son a la consciencia del borracho.
Si logras acostumbrarte a describir todas las variaciones emocionales de una escena así, sin exaltar el espíritu, sin alterar el ritmo musical de la prosa, sin mostrar agitación al narrar pero, al mismo tiempo, sin diluir la emoción con una descripción demasiado cerebral, entonces vas a poder narrar cualquier situación. Vas a tener un estilo.
2) Algunas veces no se entiende el sentido de la metáfora en la prosa, y se tiende a usar u omitir de manera arbitraria.
La Real Academia Española define a la palabra “abuela” como “madre de uno de los padres de una persona”; pero, cualquier escritor sabe que la definición de una cosa no es solamente una descripción corporal, tiene consigo una connotación emotiva, que es la que uno quiere alcanzar para darle fuerza al texto. Esta palabra, por ejemplo, evoca un sentimiento cálido, de protección, y hasta remite a la infancia con sólo nombrarla. Para llegar ahí, el diccionario no alcanza; es necesario el uso de las metáforas.
La metáfora es el espacio que hay entre la semántica y el significado puro de la palabra. Sea un sustantivo concreto o abstracto, pocas veces se puede definir un objeto por medio del rigor del diccionario, y es entonces cuando la metáfora se hace indispensable para llegar donde la Real Academia sólo alcanza con una escalera.
3) El problema del idioma español es que tiene demasiadas palabras graves. Es bueno alternar, de vez en cuando, algunas palabras esdrújulas y agudas para ahorrarle monotonía al texto. Intenta, además, utilizar el presente y el pasado perfecto simple como los tiempos verbales predominantes en el cuento, pues, las demás conjugaciones son muy difíciles de tratar en un texto completo.
4) Hay dos tipos de belleza, que son casi antagónicas entre sí: la belleza en orden, donde el todo es medido en proporción de un patrón cultural en común, y es la que las revistas de moda utilizan para elegir a las mujeres en sus portadas; y la belleza en bruto, que es dado por la desproporción de la armonía. Tener la segunda acepción de la definición como verdadera es fundamental para cualquier escritor. Al tener una buena concepción de belleza, de una u otra forma, uno impregna al texto de un carácter más universal, menos sujeto a los caprichos de la sociedad actual. Tu texto va a ser más universal.
5) Un cuento puede estar bien escrito y tener una estructura bien armada, pero, aun así, le puede faltar peso propio, densidad. Esto es muy frecuente cuando hayas dominado suficientes trucos literarios para escribir un cuento de una sola sentada y sin esfuerzo. En estas instancias es bueno tirar el cuento a la basura y escribirlo de cero, concebirlo como si nunca hubiera existido pero, esta vez, engañando al cerebro mientras escribes. Tienes que convencerte que, luego de terminar nuevamente el relato, vas a entregarle el texto a la última persona que desearías que lo leyera. Así vas a tener la tensión suficiente para escribir sin parecer indiferente.
Si el cuento a escribir es tan personal que no tienes a nadie para ocultarlo, piensa que, al poner el punto final a la historia, te vas a levantar lentamente del escritorio, vas caminar hasta quedar frente al espejo de tu baño y, justo ahí, sin rencor y sin maldad, te vas a pegar un tiro en la sien. Vas a ver que funciona. Aclaro, desde ya, que no estoy incentivando a nadie a hacer una locura, sólo estoy diciendo que uno tiene que crear una situación de forma hipotética en la cabeza para narrar la historia de la forma más furiosamente honesta posible, sin posibilidad de postergar lo que se tiene para decir.
Si sigues este consejo, vas a ser más preciso con las palabras usadas, y el lector va a poder apreciar con mucha facilidad esa tensión entre el escritor y su escrito, la necesidad de querer contar algo y no poder. Vas a poder compartir con tu lector ese hermoso sentimiento de desgarrarse el pecho al decir algo luego de tenerlo mucho tiempo guardado adentro, parecido al sentimiento de un esclavo negro que rompe los grilletes con las manos.
6) Si mantienes el sujeto al principio de la oración y no remplazas el verbo central para intercambiarlo por una vistosa alegoría, entonces puedes usar todas las metáforas que quieras en el predicado y el lector no se va a perder en el texto; se va a entender todo con facilidad y vas a poder usar todas las licencias poéticas que quieras.
7) El arte no avanza ni retrocede; el arte es. La evolución de la técnica en cualquier disciplina artística ayuda a reducir el esfuerzo mental para entender una obra en relación al público en general, pero de ningún modo eso es un avance, como la mayoría de nuestros contemporáneos creen.
Me refiero al deseo de algunas personas de querer relacionar la innovación técnica con un logro artístico en sí; de las personas que todavía no se enteraron que el Ulises de Joyce es sólo un ensayo en forma de novela, sin que eso conforme un hecho estético en sí mismo; los llamados posmodernistas, personas que teorizan sobre el arte de escribir para esconder sus incapacidades a la hora de contar una buena historia.
Los grandes artistas no se impusieron revolucionar nada, nunca quisieron ser vanguardia ni innovadores; siempre supieron que algún otro inventó todo. Shakespeare, por ejemplo, robó argumentos enteros de obras menores de otros autores, pero renovó la trama contándolo de otra manera, una que ya existía antes pero que a nadie se le había ocurrido mezclar con otro tipo de historia. Es eso, tomar dos piezas que siempre estuvieron al alcance de todos y sin que a nadie se le hubiese ocurrido antes. “Los grandes artistas copian, pero los genios roban”, decía Picasso, y fue sabio, ya que también vas a tener que repetir esa frase como loro a tus conocidos y decirles que es tuya.
Caray, qué buenos consejos y, por fin, algo singular. Nos los anotamos para los lectores de nuestro blog.
Curiosísimo lo de las palabras graves. Y también el cosejo número 6, aunque nos hubiera gustado ver un ejemplo 🙂
Enhorabuena.