La bóveda de Luca Giordano en el Casón del Buen Retiro
Por Cristina Scibè
El Casón del Buen Retiro fue construido dentro del gran complejo palaciego del Retiro, pero Felipe IV
no le dio ningún uso por lo que hubo que esperar al reinado de su hijo Carlos II, el último representante
de la Casa de Austria, para que el edificio entrara en la historia como Salón de embajadores y se
encargara al artista napolitano Luca Giordano la inmensa bóveda. Hoy, este salón, junto al cercano
Salón de Reinos, es lo único que queda de aquel palacio.
El edificio fue proyectado por Alonso Carbonel, en 1638, un año después del resto de los edificios del
palacio del Retiro, ya que no estaba en los planes originales. Construido, al parecer, para salón de baile
-de ahí sus dimensiones, 12 metros de ancho y 20 de largo- fue flanqueado por dos estancias que
servían de vestíbulos según se llegara desde el palacio, en el que el Casón estaba integrado, o desde los
jardines a los que daban sus fachadas más estrechas. El edificio, construido con malos materiales y sin
un uso concreto, pasó a ser designado como casón por su aspecto destartalado que llegó a amenazar
ruina ya en 1682. Se acometió entonces una restauración que elevó la altura de los dos vestíbulos y
permitió a Luca Giordano (1634-1705) pintar en su bóveda la Alegoría del Toisón de Oro, una visión
apoteósica de la historia de la Monarquía española. El pintor napolitano así colocó a la Monarquía, con
la bandera de España y sus cuatro cetros, los pueblos sometidos a sus pies, con el dragón que
representaba la herejía y el furor encadenados y, enfrente a Hércules entregando el vellocino de oro al
duque de Borgoña, Felipe el Bueno, como fundador de la Orden del Toisón que pasaría luego a la
monarquía española. En el resto de la bóveda representó desde musas y filósofos hasta las cuatro
edades: oro (cuando la Humanidad no tenía que trabajar ni enfermaba), plata (cuando empiezan las
estaciones), bronce (una etapa de más violencia) y hierro (en la que la Humanidad sufre ahora
enfermedades y guerras).
Se estima que fue pintada entre 1696 y 1697.
Completó la decoración con 16 pinturas de los trabajos de Hércules en los entrepaños de las ventanas.
Lamentablemente las posteriores modificaciones arquitectónicas e intervenciones afectaron tanto a la
bóveda como a las pinturas de Hércules (hoy quedan unas copias en blanco y negro) y las de los
vestibulos, que prácticamente desaparecieron. En los 375 años transcurridos desde su inicio, el Casón
estuvo varias veces a punto de seguir el destino del resto de dependencias palaciegas del Retiro pero, al
igual que el Salón de Reinos se salvó por su importancia artística. Definitivamente el edificio se
mantuvo gracias a su bóveda.
Hoy, la pintura al fresco de la bóveda ha sido recuperada tras un cuidado trabajo de restauración del
edificio que concluyó en 2007. Finalmente, en 2009 se instalaron en el edificio la Biblioteca y Centro
de Estudios del museo del Prado.
Todos los meses del año, exceptuando agosto y septiembre, se realizan visitas guiadas y gratuitas a la
Sala de Lectura de la Biblioteca del Museo del Prado, en el Casón del Buen Retiro, donde se encuentra
hoy la bóveda pintada por Luca Giordano. La visita se desarrolla los domingos a las 12h. Para
participar es necesario inscribirse 30 minutos antes del comienzo de la actividad, en el Punto de
Encuentro del Área de Educación. Se admiten máximo 20 personas por grupo.