Rosalinda Galán enamora con sus “Canciones de carne”
Por Horacio Otheguy Riveira
Una preciosa morenaza se torna rubia volcánica. Es tierna e impulsiva, triste y alegre, y en cualquier caso canta con una energía de poderoso arraigo en las cosas de la vida por donde se cruzan el amor y el desamor, reinventando la copla, ajustando cuentas con el machismo imperante. La morena y la rubia, la legendaria y la que empieza. Dos mujeres que imponen sus estilos en busca de sí mismas en un mar de peligros y pasiones. Pero es una la que aquí importa: Rosalinda Galán que, al transformarse en María Jiménez, es más Rosalinda que nunca en un show espléndido donde se entrega en cuerpo y alma junto a dos músicos excelentes.
En los 80 María Jiménez revolucionó el panorama de la canción popular española montada en géneros musicales muy diversos (flamenco, salsa, ranchera…) que atravesaban desenfadadas pasiones femeninas. Pasiones por ser ellas mismas con sus deseos, su sexualidad, su arrojo para combatir miedos ancestrales. Aquella vorágine de mujer de rompe y rasga generó un ansia fiera de libertad en muchas otras. Ansia de superación de la mujer implacablemente atada a un hombre caprichoso, donde la vanidad congeniaba con el espíritu de revancha en un mundo de celos. La Jiménez creó escuela, muchas siguieron sus consignas, su voz y su estilo resultaron inconfundibles, y en esas que aparece una niña que se forja queriendo ser aquella y llega hasta aquí homenajeando a su ídolo en franca lucha consigo misma, por ser ella misma…
Háblame en la cama que compuso Mario Ortiz para voz masculina fue transformada por la Jiménez. Aquí Rosalinda crea su propio estilo rindiendo tributo a María.
Me quema tu aliento, ámame despacio sin temor
eres hechicero, sabes que te quiero
deja que mis manos logren avanzar.Que me desespero, toma mi cintura hasta navegar
sábanas calientes que saben a mi
paso los minutos enredada a ti.
Háblame en la cama dame tu mirada
que sin ti mi vida no puedo vivir…Llena mis oídos, hazme una caricia que me haga temblar
pégate a mi cuerpo en este momento
deja que tu ropa pueda desnudar.
Deambula por el escenario con una malla negra ajustada sobre la que van y vienen diversas prendas con las que compone distintas figuras, siempre jugando a un ser o no ser, en busca de una existencia propia e inconfundible, a través de las potentes alegrías y las amargas penas de María. Un encuentro con sus desencuentros para alcanzar tronío en la soledad más absoluta, a capela, desde el suelo mismo del escenario hasta irse creciendo y amarse a sí misma con sus propias fuerzas, su propia libertad:
En la oscuridad, tus manos que acarician mi cintura;
mi cuerpo que, desnudo, es cosa tuya;
tu aliento que me quema de pasión.En la oscuridad, tus brazos que me aprietan como locos;
y, luego, este rendirse poco a poco,
latiendo por mis venas tu canción.Sigue amor, sigue así: besándome con rabia, marcándome la piel.
Sigue amor, soy feliz y no me importa nada beberte de una vez.En la oscuridad, sudando sobre sábanas revueltas,
tu boca que me sabe como a menta
y toda la fragancia de tu amor. (En la oscuridad, de Manuel Picón)
Rosalinda Galán. Actriz-cantante de encantadora presencia y suficiente talento para abrirse camino con el esplendor de una artista con estilo incomparable. De momento, un espectáculo íntimo muy bueno para los amantes del género y también para quienes son capaces de disfrutar descubriendo a una muy prometedora nueva figura del teatro musical que, además de interpretar estupendamente los temas originales, también estrena otros especialmente creados para ella.
Canciones de carne
Dramaturgia y dirección: Carles Harillo Magnet
Ayudante de dirección: Gabriel Sánchez
Intérprete: Rosalinda Galán
Músicos: Jesús Garrido, Raúl García
Dirección musical: Jesús Garrido
Iluminación: Sergio Guvernau
Vestuario y espacio escénico: Pier Paolo Álvaro
Pieza Pan Seco: Aloma de Balma
Pieza La silla vacía: Andrés Beladiez
Asesor Arte: Roger Portal