El Modern Ballet de Kiev renueva el intenso romanticismo de Chaikovsky
Por Horacio Otheguy Riveira
En verdad, gracias a la música y toda la imaginación que despierta en la gente…
conseguimos nos volvernos locos.
Piotr Ilich Chaikovsky
El cascanueces y El lago de los cisnes: dos grandes títulos de la historia del ballet clásico tienen una revisión muy completa en esta Compañía: en argumento, coreografías y puesta en escena, bajo la responsabilidad de un maestro de maestros: Radu Poklitaru.
Un extraordinario equipo de profesionales se ponen al servicio de una imaginación de nuestro tiempo para abordar una música que permite transportarse a mundos mágicos inquietantes, renovando sus argumentos con exquisita creatividad.
En El Cascanueces: un cisne que no quiere ser niño, los temibles ratones resulta que son buenos, el brujo tiene mucho que ver con Frankenstein, un mito de la literatura y el cine del siglo XX. Y El lago de los cisnes se transforma en un ballet fantasmagórico mucho más sensual que lo visto hasta ahora.
Las clásicas aventuras de amores imposibles y extraños hechizos adquieren, a través de estas técnicas de neoclásico, una dinámica mucho más apasionante, que rompe las a menudo aburridas concepciones escénicas puritanas en las que las pasiones de cisnes y humanos parecen más propias de figuras acartonadas, lejanas, con escasos sentimientos. Todo ello ya forma parte del pasado un tanto anacrónico, una vez que se conoce estas representaciones de muy acabado diseño en todos los aspectos, ya que tanto la escenografía como el vestuario y las máscaras han sido creadas con minuciosidad de expertos acostumbrados a que sus creaciones den la vuelta al mundo.
Me siento al piano a las 9 de la mañana y las señoritas musas han aprendido a estar a tiempo para cada cita
El músico ruso Piotr Ilich Chaikovsky vivió sólo 53 años. Creador incansable dejó obras aplaudidas en el mundo entero, sobre las que permanentemente se hacen nuevas versiones. Autor de óperas y sinfonías, así como de varios ballets importantes como La bella durmiente, en 1877 estrenó El lago de los cisnes, su obra más popular. Murió en 1893, pero un año antes compuso El Cascanueces. Dos ballets que recorren mundo, fieles al argumento y las coreografías originales, montadas en su tiempo para un público burgués muy encorsetado en perimidos principios morales y artísticos. Ahora tenemos la ocasión de disfrutar de una Compañía de eximios bailarines atravesando una modernidad con la que el arte del genial músico se entiende de maravillas: una imaginería más próxima al público de hoy, ligada a los misterios y posibilidades creativas del cine y la televisión, sin desvirtuar la precisión de unas orquestaciones fieles a la partitura original.
El Cascanueces
Para los adultos el mundo de niño parece un mundo despreocupado, de juegos y fantasía. No sé usted, estimado espectador, pero yo de pequeño me juraba que cuando fuera mayor recordaría lo que es ser un niño. Tristemente no pude cumplirlo… El olvido de este conocimiento es una de las mayores pérdidas para nuestra vida.
Radu Poklitaru, coreógrafo-director
El secreto de la popularidad de esta versión de El Cascanueces está en su mágica mezcla de belleza y fantasía con la tragedia y un profundo desarrollo de planteamientos psicológicos. Por ejemplo, tenemos enormes ratones que, contra lo que se pudiera esperar, no resultan una amenaza para la felicidad de los enamorados y se convierten en sus mejores amigos, frente a las personas que lenta, pero implacablemente, llevan a la protagonista a un inevitable y terrible final.
Tras una apariencia de “juguete” infantil, este ballet tiene la gran carga característica del romanticismo de finales del siglo XVIII: una apasionada manera de vivir y de amar a contracorriente de lo que la sociedad exige. Si ningún impulso creativo termina siendo posible, a la tragedia se llega a través de la belleza y de haberse entregado en plenitud, sin miedo, a por todas. La gran orquesta así lo describe con lujo de detalles y los bailarines lo expresan con exigentes técnicas que combinan la tradición con el modernismo.
El lago de los cisnes
Esta adaptación ha estado en la mente del coreógrafo Radu Poklitaru durante mucho tiempo, y consiguió estrenarlo por primera vez el 12 de julio de 2013. En toda su puesta en escena se plantea una reflexión sobre la imposibilidad de vivir la vida traicionando tu propia naturaleza, ya que no hay mayor castigo que vivir fuera de uno de mismo, sumergido en la piel de otro, desfigurando nuestra propia identidad.
Por ello el argumento en esta versión es considerablemente distinto. No se trata del cuento del Príncipe que se enamora de una chica convertida en cisne por un brujo; al contrario, en esta ocasión el autor nos presenta a un cisne convertido en un ser humano. Un pequeño cisne, transformado en niño contra su voluntad, tiene que vivir todo lo que le depara el destino. Solo en sueños puede sentir el amor. Al final, logra ser libre… pero ya es demasiado tarde.
Radu Poklitaru, director y coreógrafo del Kiev Modern Ballet, nacido en Moldavia en 1972, es autor de más de 30 espectáculos estrenados en los escenarios del Teatro Bolshoi de Moscú, Ballet Ruso de Cámara “Moscú”, Teatro Musical de Moscú “Stanislavsky y Nemirovich-Danchenko”, Óperas Nacionales de Moldavia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania. Sus espectáculos fueron representados en festivales internacionales y giras en Rusia, Gran Bretaña, Francia, Países Bajos, los EEUU, Japón, China, Polonia, Estonia, Tailandia, España, Noruega…
En 2014, fue coreógrafo de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de Sochi, Rusia, para los cuales montó el Primer Baile de Natasha Rostova, ballet inspirado en el maravilloso capítulo en que la carismática joven de la novela de Tolstoi, Guerra y Paz, debuta en un baile de alta sociedad y el mundo se rinde a sus pies. En este evento de enorme resonancia internacional participaron las estrellas de Ballet de Bolshoi Svetlana Zakharova, Vladimir Vasiliev, Ivan Vasiliev y Aleksandr Petukhov.
Cada una de sus obras siempre es un experimento y una búsqueda atrevida de formas y contenidos sorprendentes; son creaciones atractivas por la inesperada visión de obras mundialmente conocidas pero que llegan renovadas y enriquecidas con formas y léxico de la danza moderna, descubriendo la riqueza y complejidad del mundo interior de las personas. Y su reconocimiento mundial es cada vez mayor, agasajado por las ovaciones del público y los premios de las instituciones.
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