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«Sueño de una noche de verano» convertido en divertida farsa

Por Horacio Otheguy Riveira

Shakespeare, 1595, aproximadamente, escrita para mayor honra de una boda aristocrática: una comedia en la que se rinde homenaje al amor y a la vez se burla de sus caprichos e intereses sociales. Una comedia fantástica porque aborda, con ironía, romanticismo —y no poco cinismo— los ardientes arrebatos provocados por injerencia de lo sobrenatural, nunca por la imperiosa necesidad de los amantes… Su propia composición ha facilitado las puestas en escena más extravagantes. En este caso prevalece el humor en clave más o menos elegante hasta que se desata en farsa olímpica, y funciona eficazmente con un reparto que se compromete a fondo con el arte de hacer reír, aunque poco Shakespeare quede en el camino.

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Es una obra fastuosa en ideas y necesidades de producción, cruce fascinante de géneros con tantas posibilidades que ha tenido toda clase de versiones teatrales (incluida una ópera de Benjamin Britten de 1960), y alrededor de diez películas (la primera en 1935). Miguel Narros la puso en escena dos veces, en 1987 y en 2003, siempre con la traducción y versión de Eduardo Mendoza, distinto reparto, diferentes puntos de vista.

Este Sueño de una noche de verano es una producción muy propia del director y coadaptador Darío Facal embarcado varias veces en la misión de pillar un clásico y manipularlo hasta hacerlo irreconocible, dejándolo al puro servicio de un criterio muy personal como filosofía y concepción escénica. Un estilo con el que este cronista no ha disfrutado nada en anteriores ocasiones (Las amistades peligrosas, El burlador de Sevilla), pero que en este caso reconoce aciertos indudables. Si el Shakespeare poético brilla por su ausencia y el espacio escénico es un batiburrillo que entorpece la acción, el impacto de lo cómico sí se ha logrado con lujo de detalles. Convierte, poco a poco, toda la comedia en una farsa, y en sí misma le sale bien con un cuadro de intérpretes de grandes cualidades muy festejado por los espectadores.

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Emilio Gavira (Fausto) y Carmen Conesa (De algún tiempo a esta parte) brillan como siempre, aunque son tan buenos y con tan justo prestigio que sus personajes, tal y como han sido concebidos en esta versión, resultan muy por debajo de sus posibilidades. En el caso de Gavira va y viene en largas caminatas y su voz maravillosa de barítono solo aparece fugazmente. El resultado de la puesta en escena los deja atrás, empañando incluso sus mejores escenas, pero sí se lucen quienes mayor comicidad tienen a su alcance: una explotación romántica encantadora en las enamoradas traídas de calle por juguetones hechizos (Alejandra Onieva y Katia Klein) y decididamente hilarante por parte de aquellos que juegan las bazas del humor gestual, además del recitativo: Agus Ruiz y Óscar de la Fuente, ambos con sobresalientes resultados también en obras de gran dramatismo, como Hard Candy en el caso del primero, y Los hermanos Karamázov el segundo. Alejandro Sigüenza da mucho de sí con buenos recursos, obligado a padecer durante gran parte de la función un vestuario que le oculta la cara y transmite una sensación de notable incomodidad.

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La comedia romántica navega con sus sexuales apetencias, espontáneas o hechizadas, poniendo el acento en una parodia del afán sentimental y del teatro en el teatro, restallando con ingenio en situaciones hilarantes al estilo de las antiguas compañías populares conocidas como de «comedias cómicas». Lo dicho, los actores se adaptan y desglosan sus muchos nobles recursos hasta lograr un largo gran final donde la comicidad de hoy y de siempre alterna con las habilidades del cine mudo que el público festeja con entusiasmo.

https://www.youtube.com/watch?v=K0OESwtDzzI

sueno-de-una-noche-de-verano_elisa-abion-7-1Sueño de una noche de verano

Autor: William Shakespeare

Versión y traducción: Javier L. Patiño y Darío Facal

Dirección: Darío Facal

Ayudante de dirección: Javier L. Patiño

Intérpretes: Carmen Conesa, Alejandro Sigüenza, Emilio Gavira, Vicente León, Agus Ruiz, Óscar de la Fuente, Antonio Lafuente, Alejandra Onieva, Katia Klein

Espacio escénico: Maria de Prado

Diseño de iluminación: Juanjo Llorens

Diseño de vestuario: Ana López Cobos

Naves del Español. Matadero. Del 20 de mayo al 12 de junio 2016

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