La vuelta del torno
Por Owen L. Black.
Puede que sorprenda este título, o que alguno piense que debe tratarse de una nueva obra del escritor americano Henry James (1843-1916). Pero nada más lejos de la realidad, han sido los traductores de esta versión de Libros del Asteroide, los que han propuesto un título más acorde al original inglés, The Turn of the Screw. Un juego de palabras en torno al concepto de girar que puede quedar mejor expresado bajo el título de La vuelta del torno, en oposición al otro que casi siempre ha tenido, Otra vuelta de tuerca.
Y mi pensamiento sobre que el primer título mencionado está mejor es debido a que en esta pequeña novela no vamos a encontrar ningún giro argumentativo, nada que nos sorprenda, nadie que haga algo que no esperaríamos. No, aquí James solo nos trae la opresión de una sociedad que se ahogaba en sus propias normas. Que giraba siempre sobre los mismos defectos y que todo ello le impedía avanzar. En resumen, la historia de una obsesión. Una oscura obsesión que aprisionará tanto a sus protagonistas que les encerrará en un ambiente claustrofóbico, donde quizás la única salida, sea la menos deseada de todas.
La vuelta del torno comienza como un metarelato. Siguiendo el tópico de la época y el gusto por los fantasmas, un grupo de personas están reunidas en una casa inglesa contándose historias de miedo. De repente uno de los miembros recuerda lo que le contó la antigua institutriz de su hermana pequeña, y como le dio un manuscrito donde quedaba reflejada la experiencia vivida. Esta curiosa presentación provoca en sus amigos el deseo de conocer la inquietante historia.
Este relato no es otro que el de una joven institutriz que pensando que ha obtenido el trabajo de su vida, viaja hasta una mansión inglesa para hacerse cargo de Miles y Flora. Dos niños perfectos que le harán vivir el verano más memorable de su vida. Pero al llegar el otoño lo que parecía una historia idílica se transforma en una pesadilla, cuando la institutriz sabe de la existencia de dos antiguos trabajadores de la casa que quieren seguir estando en ella y ejercer su influencia sobre los niños.
A partir de ese momento, la joven institutriz se verá involucrada en una lucha contra las medias verdades de los habitantes de la casa, las imposiciones sociales y su propia cordura.
Esta breve obra apareció en forma de entregas en la revista Collier’s Weekly durante unos cuatro meses. Y quizás fuera por este sistema, o porque el autor quería dejar grandes incógnitas que nos atormentaran hasta hoy en día. Pero lo cierto es que se queda demasiado corta. Crea demasiadas expectativas que luego quedan poco cumplidas. Quizás al pasarla al formato libro podría haberle dado una vuelta de tuerca que no le habría venido nada mal y dejarla más completa. Aunque quién sabe, quizás su propósito era sonreír desde el otro lado mientras los lectores le dan vueltas al relato.
De todos modos, por su brevedad y fácil lectura puede ser un comienzo interesante para aquellos que nunca hayan probado las historias de fantasmas del siglo XIX. Esta obra presenta todos sus tópicos en apenas 200 páginas. Para los que sean lectores del género les sabrá a poco, aunque como curiosidad siempre le pueden echar un vistazo. También puede ser una buena forma de empezar con Henry James, ese americano que siempre quiso ser británico.