Las instrucciones para meditar en un poema de Jack Kerouac
La BEATitud es solo un nombre complejo para la sencilla alegría de permanecer en el presente.
Sumo sacerdote de la “prosa espontánea”, Kerouac insiste en la importancia del proceso en todo tipo de comunicaciones, incluso en esos textos que buscan la conexión entre la teoría literaria y el espíritu, como Belief and Technique for Modern Prose, un auténtico manifiesto por la espontaneidad hecho a base de recetas, fórmulas y descripciones autorreferenciales de procesos artísticos (de donde sacamos antes estos 30 consejos para escribir y vivir).
El poema “How To Meditate” aparece en The Portable Jack Kerouac. Pienso que ilustra maravillosamente la forma en que Kerouac ve la poesía y la vida del espíritu en general a través de movimientos sólidos, concretos, y a la vez evanescentes como nubes en el cielo de la mente. La versión presentada a continuación toma algunas libertades respecto al original, tomando como premisa la idea de que traducir un poema (especialmente de Kerouac) implica reproducir en nuestra propia lengua la experiencia de otra.
El proceso descrito en el poema se parece a la fórmula dialéctica de la alquimia solve et coagula: disuélvete dentro de tu propio cuerpo, deja que tus sentidos se perciban a sí mismos, y cuando la mente racional quiera ordenar las imágenes espontáneas que aparecen en el cielo de la mente, es necesario notarlas, pero no prestarles atención. Esta rutina de relajación termina con la fascinante idea de que la alegría de permanecer en el presente (en trances o “puntos muertos” como el de la meditación) aleja las ideas, preconceptos y obsesiones, dispersándose como nubes que pasan.
INSTRUCCIONES PARA MEDITAR
— sin luces —
caigo, manos abiertas, en instantáneo
éxtasis como arpón de morfina o heroína,
la glándula de mi cerebro descarga
alegremente el buen fluido (el Fluido Santo) mientras
me vacío y voy dejando todas mis partes
corporales en trance, en punto muerto — Curando
todos mis males — borrándolos todos — ni
siquiera un jirón de “Desearía-que” ni
un cabo suelto permanece, sino la mente
en blanco, serena, sin pensar. Cuando una idea
venga rebotando a lo lejos con la muy
impostergable imagen de su forma, dispérsala,
desvanécela, engáñala hasta
que se esfume y nunca vuelva — y
con alegría pienses por primera vez
“Pensar es como no pensar —
Así que ya no tengo nada
que
pensar”.