Los diccionarios son para los escritores el equivalente a la Central de Abasto: es allí donde encuentran su materia prima. No sorprende, por lo tanto, que muchos de ellos hayan realizado diccionarios propios. Gustave Flaubert, por ejemplo, escribió su Diccionario de los lugares comunes, en donde quería recopilar: “Todo el mal que proviene de nuestra gigantesca ignorancia”. En la entrada de la palabra diccionario, se lee: “Decir de él: ‘Está hecho para los ignorantes’”.

El periodista Ambrose Bierce escribió con ingenio y humor su Diccionario del Diablo, en donde, por ejemplo, el matrimonio se define como: “The state or condition of a community consisting of a master, a mistress and two slaves, making in all, two.”

En su libro El pie de la letra: trescientas palabras propias, Michel Tounier realiza una especie de curaduría a partir de la abundancia del diccionario, hasta reducirlo a un vocabulario propio. Este ejercicio, dice, es altamente recomendable para cualquier persona. De las miles de palabras que lo rodean todos los días, hay solo 300 de las que se ha apropiado de verdad, que lo fascinan ya sea por la belleza de su definición, por su sorprendente origen etimológico o porque él mismo las ha inventado. Tournier se pasea por el diccionario como quien recolecta flores o conchas para hacer un ramo, una colección. Este libro, dice, puede ser replicado por cualquiera y siempre será un libro distinto. A continuación, 10 de las 300 palabras del libro, una selección de la selección:

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Anatopismo.

Palabra inventada por Michel Tournier en su libro Vues de dos. Equivalente en términos espaciales a lo que es el anacronismo para el tiempo. El surrealismo utiliza mucho el anatopismo.

Ejemplo: imaginar a la Torre Eiffel en pleno desierto del Sahara.

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Cósmico, Cosmético.

Estas dos palabras, de significados aparentemente tan lejanos, deben su similitud a la raíz griega en común que significa orden, organización, arreglo.

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Especular.

Alucinación especular: trastorno mental durante el cual el enfermo cree verse a sí mismo como en un espejo.

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Fábula, Fabuloso.

Curiosa divergencia entre el sustantivo y el adjetivo. Fábula evoca lo pequeño, fabuloso lo grande.

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Hambre.

Gaston Bachelard: “¡Señor, danos el hambre nuestra de cada día!”.

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Horóscopo.

El que mira la hora (se sobrentiende que el interesado lo hace para deducir su destino).

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Implosión.

Contrario de explosión. La palabra, al igual que la idea, es muy reciente. Sin duda se remonta a la Segunda Guerra Mundial. Constatamos entonces que la fuerza destructiva de una bomba es más implosiva que explosiva. En efecto, la bomba al explotar se expande en el aire (explosión), pero este primer movimiento centrífugo es inmediatamente seguido de un movimiento centrípeto (implosión), que es todavía más destructivo. Es así que los vidrios se rompen y los muros se caen con el impacto de la bomba. El efecto no es de soplido sino de aspiración.

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Rojo.

El prestigio de este color hace que se identifique con la belleza (en ruso particularmente. Ver la palabra alezan). En español el río Colorado quiere decir el río rojo. En francés, rutilant quiere decir rojo, pero también brillante, magnífico.

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Sublime.

Del latín sublimis: suspendido en el aire, que está en el aire.

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Taciturno.

Una de las palabras más hermosas del francés, sombre, extraña, de una sonoridad rematada con un toque de acidez. Es notable que lacónico, que es vecina en significado, sea de una belleza comparable, aunque muy diferente.

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