Asombroso «Big Boy» con sólo dos actores a cargo de numerosos personajes
Por Horacio Otheguy Riveira
Con habilidades propias de artistas completos que unen el clown al teatro hablado, la flexibilidad de los acróbatas con la densidad de los actores de drama contemporáneo, Mario Ruz Martínez y José Luis Montiel Chaves ofrecen una epopeya típicamente cinematográfica con bien dosificadas técnicas teatrales. Una aventura placentera y sobrecogedora en un escenario casi siempre desnudo, con un vestuario minimalista muy significativo y dos palos como armas de fuego.
A poco de comenzar la función, tenemos la sensación de que se nos va representar una versión de una película estadounidense sobre la dura vida de irlandeses pobres persiguiendo el sueño americano, pero al desarrollarse el espectáculo la inmersión en ese mundo es tan grande que nos olvidamos de cualquier prejuicio.
Luego leemos el programa y resulta que no hay autor extranjero por ninguna parte, y nos enteramos de que todo lo visto y aplaudido, reído y llorado, está a cargo de una compañía española compuesta por un grupo reducido de gente de teatro que se ha ido abriendo camino a lo largo de un tiempo ficticio y real: la dura lucha de dos amigos a comienzos de siglo, y el no menos duro desafío de dos actores lanzados a brazo partido a conquistar los reñidos espacios del teatro nacional, con todas las condiciones económicas imperantes a la contra. Un mal que corroe pero no paraliza a compañías como ésta que produce una travesía insólita en torno a la unión del teatro de texto y el teatro gestual o físico, generando una gran experiencia para todos los públicos a partir de 13 años.
Mario Ruz Martínez y José Luis Montiel Chaves despliegan un enorme talento al interpretar a los protagonistas desde niños hasta la madurez, y también a todos los personajes que se cruzan en sus vidas, lo mismo un entrenador de boxeo que un gánster; una anciana temerosa de dios, una niña embobada o varios soldados de la primera posguerra mundial. El constante desdoblamiento nunca decae, y lo más sorprendente es el sutil enlace de la destreza propia de acróbatas que pasan a gran velocidad de una situación a otra con la densidad dramática de muchachos entrañables con los que nos identificamos plenamente. Con ellos gozamos el inocente juego de niños en un río, y padecemos la violencia implacable de un sistema social que les devora.
La elaborada puesta en escena se apoya en una magnífica flexibilidad actoral, a tal punto que sentimos que nos falta el aire para seguir moviéndonos y hablando, como si participáramos activamente de todo el vendaval humano que se nos muestra, mientras que a los intérpretes no les falla en ningún momento la respiración, pues el aire forma parte de la cadencia precisa de cuanto sucede en escena. El aire y sus cuerpos, sus voces siempre a tono, sus miradas con mil y un matices: todo forma parte de una sucesión de acciones que toman de la mano al espectador y no lo sueltan.
La compañía granadina Guantuguan Teatro se distingue por su dominio en la disciplina del teatro físico. Se forman en 2011 en la Escuela de Mar Navarro y Andrés Hernández (aquí supervisores) especializados en el teatro físico de Jacques Lecoq, y aprovechan todos los recursos aprendidos para crear esta pieza en la que se aprecia una loable técnica sobre la expresión total en rostros y sonidos unidos por una coreografía sorprendente, donde la sincronización entre mímica y espacio sonoro también resulta imprescindible.
Big Boy
Texto y dirección: José Luís Montiel Chaves, Mario Ruz Martínez y David Roldán Espejo
Supervisión en la dirección y dramaturgia: María del Mar Navarro, Andrés Hernández
Dirección técnica: David Roldán Espejo
Intérpretes: Mario Ruz Martínez y José Luis Montiel Chaves
Vestuario: Paloma de Alba Chaves
Escenografía: Encarnación Martínez Cerezo
Fotografía y diseño gráfico: Carmen Reyes Martínez
Comunicación: LemonPress.es
Teatro Lara. Sala off. Desde 21 abril: jueves 20,15. Días 23 y 30 de junio, 22,15.
REPOSICIÓN Teatros Luchana, desde el 27 de agosto, sábado a las 22 horas.
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