La lluvia en la mazmorra, de Juan Ramón Biedma
Por Marta Marne de Leer sin prisa.
Cuatro días antes de la dimisión del general Primo de Rivera, Ana Ermitaño debe hacer entrega al rey Alfonso XIII de una pitillera que contiene en su interior una serie de cartas dirigidas a él. Sin embargo, en pleno estreno de La zapatera prodigiosa de García Lorca Ana Ermitaño es apuñalada y asesinada, haciendo imposible que cumpla su misión.
Un día después, Antolina Vilches acude a una juguetería situada en la Calle Postas respondiendo a una petición de presentarse en la misma a través de una carta. Allí conocerá a Román, hijo del anterior dueño y poseedor de un autómata que tiene un mensaje claro y contundente para Antolina: su futuro ha terminado.
Ese mismo día, mientras se celebraba el velatorio del conde Alivenza el muerto decide que no está tan muerto como parecía y saliendo de féretro a todo correr se encerrará en la bodega negándose a salir de allí.
Por último, Marcela acaba de salir de la charla semanal que cada sábado se celebraba en casa del escritor Enrique Jardiel Poncela. Parece ser que ahora es ella la portadora de la pitillera que desencadena toda la acción, y termina corriendo por las calles de Madrid perseguida por aquellos que la saben poseedora de dicho objeto. Un sereno, Hernán, será su salvador apareciendo en el momento preciso.
Hernán se quedará con la pitillera para que Marcela pueda huir, pero al acudir a su casa a la mañana siguiente para devolvérsela descubre que tanto el padre de Marcela como la propia Marcela han desaparecido. Ante el miedo de que le haya sucedido algo, no se le ocurre otra cosa que acudir con toda la historia a la casa de Enrique Jardiel Poncela. Ambos iniciarán una investigación para resolver las desapariciones, a la vez que Antolina y Román tratan de esclarecer quién ha ordenado hacerle llegar ese mensaje tan lapidario a Antolina.
La lluvia en la Mazmorra es una obra que rinde homenaje al mundo del teatro creando entre sus páginas un escenario. La estructura escogida para desarrollar la trama; el formato de diálogo replicando el utilizado en los guiones, con el nombre de la voz hablante antes de cada línea de conversación; la acción, saltando de una a otra línea narrativa en cada capítulo (o Cuadro, como es denominado en la novela). El diálogo, así, es el claro protagonista de la obra, ocupando más de dos tercios del libro, con partes narrativas que terminan resultando simplemente introductorias de la verdadera acción que transcurre de voz en voz.
Con todos estos elementos, Juan Ramón Biedma no construye una novela, construye todo un universo. Autómatas, personas desaparecidas, muertos que vuelven a la vida, cementerios ambulantes, serenos, camerinos, colegios para niños con necesidades especiales, granadas usadas como salvoconductos, apuestas clandestinas. No sabría explicar exactamente cómo lo hace, pero logra que la ambientación sea sencillamente exquisita y que todo tenga un cierto halo de magia.
Aunque no dudo que sean muchas las obras situadas en este preciso momento de la historia de nuestro país yo es la primera con la que me topo. Y resulta fascinante conocer un poco más de un momento tan relevante, cómo pensaba la gente, cómo se vivía en aquellos años, cuánta libertad y cuánta represión existía. Descubrir que muchas cosas no han cambiado, y que muchas otras incluso se han perdido. Como el amor por el teatro que el autor deja impregnado entre las páginas de La lluvia en la Mazmorra. Una novela de aventuras teñida de negro y salpicada de historia. Una combinación perfecta.
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