‘La suerte del escritor viajero’, de Toni Montesinos
La suerte del escritor viajero
Toni Montesinos
Polibea
Madrid, 2015
190 páginas
El caso de Toni Montesinos (Barcelona, 1972) es el de un escritor total. No importa el género, Toni no se arrugará a la hora de llegar hasta él. Aunque tal vez donde más haya destacado sea en sus crónicas de viaje. Pero tanto en ellas como en la novela o en poesía, Toni tiene siempre presente el principio de la emoción humana, de ese segundo paso que nos distingue de los animales: cualquier cosa que llega a nuestros ojos, a nuestros oídos, a nuestra piel, será una emoción y más tarde un sentimiento. En este conjunto de crónicas de viaje, al tener que recurrir a la memoria, las emociones ya son sentimientos del viajero, algo que cada uno de nosotros desearíamos poseer como propio. En el prólogo de José María Conget esta impresión queda muy bien reflejada:
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INVITACIÓN AL VIAJE
Que alguien pueda escribir con la misma simpatía, información, lucidez e inteligencia sobre Woody Allen y Tolstói, sobre Salgari y Truman Capote, sobre un novelista japonés y una película iraní, quizá no sea demasiado sorprendente. Que el mismo autor dedique un libro de poemas al desasimiento, la «pérdida del reino» y el desamor (con el significativo título de Sin) y en otro poemario renuncie al horizonte asombroso de Manhattan porque «me conformo con mi propio skyline: / tus hombros, tu cabeza y tus brazos extendidos», indica además una notable capacidad para registrar los variables climas del espíritu. Que publique una novela que enlaza Dublín y Barcelona en el angst alcohólico de un veinteañero –Solos en los bares de la noche– pero escriba después una historia de amor constante más allá de la muerte –Hildur–, un amor capaz de resucitar a los muertos, revela una audacia y una originalidad poco comunes. Estoy hablando, repito, de un solo escritor, de Toni Montesinos y su admirable instalación en las diversas estancias de la gran casa de la literatura.
Comentando una frase de Thoreau en relación con unos textos que no le publicaron («Como suele ocurrirles a los escritores, no gané otra cosa que mi esfuerzo»), Toni Montesinos se hacía la siguiente reflexión en La pasión incontenible. Éxito y rabia en la narrativa norteamericana (2013): «Cabe recuperar en estos días esa humilde entrega al arte literario sin esperar nada a cambio, en un mundo donde la mercadotecnia también ha alcanzado la cultura hasta convertirla en un producto más de consumo». Creo que las palabras anteriores reflejan la honradez que Montesinos imprime a su múltiple actividad profesional de hombre de letras. Basta recordar con qué pasión ha tratado de difundir en España la obra de los importantes (pero aquí ignorados) escritores venezolanos Ramos Sucre y José Balza; o ha reivindicado la poesía, que ya había caído en el limbo de los manuales, de Ángel Crespo. Esa misma pasión –controlada por una ética literaria rigurosa– se desprende de sus textos creativos: ni un verso ni un párrafo dirigidos a un público cautivo, dócil o adocenado, ni una concesión a la moda o al mercado. No es que Montesinos incurra en la vanidad solipsista de escribir para sí mismo; pero si en sus ensayos aspira a compartir con los demás el placer que le han proporcionado los autores que admira, su poesía y su prosa pretenden producir ese placer pero sin rebajar un ápice el nivel de exigencia estilística y conceptual.
Las ciudades, el amor y sus desoladores fracasos, el amor y sus milagrosas exaltaciones, el vacío de la existencia y el gozo de vivir, la inagotable curiosidad intelectual, la fraternidad con los escritores latinoamericanos, la fascinación del cine y su correlato autobiográfico, el alcohol, el suicidio, son algunos de los protagonistas de la docena de títulos que ha publicado ya Toni Montesinos. A quienes los conocemos no nos sorprende encontrarnos ahora las crónicas viajeras de su nueva entrega pues hablamos de un escritor a quien difícilmente se le podría aplicar el adjetivo de provinciano. La negación de las fronteras que revelan sus lecturas se corresponde con la amplia geografía de los textos de La suerte del escritor viajero.
Y son textos de difícil clasificación, que renuncian a los aspectos de guía Michelin (contaminante incluso de los viajeros más reacios al tópico) para enlazar plazas, gentes y miradas con un mundo interior construido a base de literatura y una implacable reflexión sobre sí mismo. Son páginas que participan del dietario, la confesión íntima, la asociación libre de memoria y presente, y la diatriba contra las imposturas del mercado en el terreno cultural. Así, no nos sorprendemos demasiado cuando Montesinos transmite la irritación hacia la mil veces glorificada Florencia, una ciudad abducida por el turismo y por su propio prestigio. Ni de que en el capítulo de Chile se infiltren graves consideraciones acerca de la complacencia de la crítica literaria española cuando se enfrenta a nombres consagrados. Y podemos perdonarle que no registre algunas fealdades que la influencia de Estados Unidos ha incorporado a Puerto Rico porque desde el principio de ese apartado el autor nos confiesa los motivos por los que viaja a «la isla del encanto»…
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Poeta, novelista, crítico literario, cronista, viajero, bloguero, ensayista… Toni Montesinos ha penetrado con la memoria del corazón y como lector entregado en todos los géneros; a menudo con una mirada concebida desde lo autobiográfico.
Toni Montesinos es autor de las novelas Solos en los bares de la noche (2002), Hildur (2009) y La soledad del tirador (2014), y del libro misceláneo El gran impaciente. Suicidio literario y filosófico (2005). Ha publicado los libros de poesía: El atlas de la memoria (1998), Labor de melancoholismo(2000), La ciudad gris (2001), La muerte escondida (2004), Sin (2010) y Diario del poeta isleño (2013).
Ha recogido sus ensayos de poesía y narrativa universales, respectivamente, en Experiencia y memoria (2006) y Desarticulación (2009), y los de índole fílmica en Que todo en la vida es cine. Escritos autobiográficos sobre películas (2013). Con La pasión incontenible. Éxito y rabia en la narrativa norteamericana (2013) recibió el XI Premio Internacional de Crítica Literaria Amado Alonso. A estos libros se les ha añadido, recientemente, La resistencia del ideal. Ensayos literarios 1993-2013 (2014) yMelancolía y suicidios literarios. De Aristóteles a Alejandra Pizarnik (2014).
Asimismo, ha reunido sus poemas y crónicas viajeras neoyorquinos en Escenas de la catástrofe (Polibea, 2010), es autor de un libreto de ópera electroacústica, y se ha encargado de editar a Ángel Crespo, José Balza, Horacio Quiroga, Benito Pérez Galdós, Luis Rogelio Nogueras, Jaime Quezada y José Antonio Ramos Sucre. Desde el año 2009 mantiene el blog de “escrituras y vivencias literarias” Alma en las Palabras.