Presente continuo. Diario del diario de una novela, de Miguel Ángel Hernández
Por Pedro Pujante.
1 DE FEBRERO
Recibo en mi buzón, cortesía de la Editorial Balduque, el libro de Miguel Ángel Hernández, el diario de su novela. Me parece un texto inclasificable y extraño, porque nació en periódico, lo leí en ocasiones desde el ordenador y ha acabado como libro.
Por supuesto, lo primero que tengo curiosidad en mirar es el capítulo en el que me nombra a mi novela y a mí. Soy personaje. ¿Podría decir que ya he sentido en mi propia piel la ficción?
2 DE FEBRERO
En el prólogo, Miguel Ángel habla acerca de la caducidad del tiempo. De la inmediatez que las redes sociales provocan en nuestra percepción de la realidad. ¿Es un diario un anacronismo? ¿Es la literatura el vestigio de una comunicación en vías de extinción?
4 DE FEBRERO
A lo largo de un año, Miguel Ángel Hernández (MAHN) fue desgranando semana a semana en el diario La Opinión su vida. Pero lo curioso y también valioso de este dietario está en la confluencia de actos cotidianos y el pensamiento agudo del diarista. Reflexiones acerca de la vida, del tiempo, del arte y de la literatura, motor último que mueve a MAHN.
Seamos sinceros: leer diarios, correspondencias e incluso biografías tiene algo, cuando no mucho, de voyeur. La delectación esté cifrada en gran medida en lo que allí se desvela, en los pequeños orificios por los que asomamos nuestras narices para husmear en el otro. A diferencia de la narrativa de imaginación, los diarios ofrecen ‘lonchas de realidad’, chismes, anécdotas y ráfagas de la biografía de su autor. No es necesario suspender la credibilidad. La lectura fluye y en algunos casos, como es en este diario de MAHN incluso llega a conmovernos.
5 DE FEBRERO
Has decidido que vas a leer el diario de forma aleatoria. Ya lo leíste casi todo en orden cronológico cuando se publicaba en La Opinión. No tiene sentido leerlo otra vez del mismo modo: ¿acaso hay otra forma de leer que sea la correcta? Te seduce la idea de abrirlo al azar y sumergirte en sus páginas de forma caprichosa. No crees en el azar, pero sí en la literatura. MAHN tampoco, o más bien sí, según dice él, ‘todo es azar, contingencia absoluta.’ Quizá tenga razón.
8 DE FEBRERO
En cada página, en cada inmersión siempre hallas algo revelador. A veces son simples comentarios sobre la rutina de un profesor universitario. Otras, fiestas o encuentros con amigos, reconocimientos de su amor por la vida y por la literatura. Otras, lo que te cuenta es fascinante. Es un verdadero bildungsroman en directo, la formación de un artista ya no tan adolescente. Sus ansiedades respecto al libro que está escribiendo, los viajes de promoción de Intento de escapada. Las felices noticias sobre una nueva traducción al francés… Pero en todos ellos se traspira una emoción, y sobre todo, una forma de expresar esa emoción, de transformarla en experiencia literaria. Y aprendes algo: el verdadero creador no es quien vive grandes hazañas, sino aquel que sabe construir un mundo mediante sus propias vivencias. De lo pequeño logra hacer una reflexión inteligente, atisbar desde un prisma privilegiado el discurrir del tiempo, la vida…
16 DE FEBRERO
No tienes mucha gana de leer una novela ni un ensayo. Vuelves a este diario que te tiene fascinado. Porque su atracción gravita sobre dos puntos muy distintos. Uno, es la simple curiosidad, un sentimiento humano, pero que has aprendido a aceptar. Saber cosas de alguien que te resulta cercano –por afinidades, porque es de tu ciudad, porque lo has conocido en persona y trasmite amistas y honestidad-. Y también, porque sabes que te encuentras ante una pequeña joya literaria. Uno de esos libros a los que habrás de regresar, de los que tomas notas: sobre otros libros, sobre arte. MAHN condiciona su escritura a sus experiencias más próximas, pero nunca olvida exponer un pensamiento más allá de lo vulgar, su propia mirada curiosa e insaciable que descifra el mundo que le rodea y parece dotarlo de otra forma.
21 DE FEBRERO
Podrías seguir escribiendo sobre este diario durante todo un año. De hecho, casi sientes la tentación de imitarlo –aquí lo estás haciendo,-de escribir tú también un dietario y anotar todo lo que te pasa por la cabeza, lo que te sucede a cada instante. Pero desistes de la idea. Eres demasiado perezoso para escribir por rutina. Lo mismo que le ocurría a MAHN si no fuera porque el Presente continuo le obligó, según confiesa él mismo.
Estás feliz. No vas a escribir un diario, ya lo has decidido. Al menos no tan largo. Y quizá esta reseña-diario te haya servido para saciar tus deseos de convertirte en diarista. Si alguien lee estas notas, espero que te haga caso y lea Presente continuo. Y después, si no lo ha hecho ya, Intento de escapada. Y por supuesto, El instante de peligro. Las dos novelas son ficción. El diario, quizá no tanto. La vida, cuando se transforma en literatura, ¿no es también una ficcionalización de la realidad?