Poesía

“Disidencia, resistencia, palabra, acción. Coloquio sobre poesía crítica”

Conversación entre Julia Otxoa, Alberto García-Teresa, Isabel Pérez Montalbán, Ana Pérez Cañamares, Enrique Falcón y Matías Escalera Cordero, moderada por este último, a raíz de la publicación de Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) y de Poesía de la conciencia crítica (1987-2011), en torno a la naturaleza de la poesía crítica, su incidencia a día de hoy y sus perspectivas.

 MATÍAS ESCALERA CORDERO: ¿Tiene sentido empeñarse aún, hoy, en una poesía del tipo que hacemos? ¿Tiene sentido el que unos editores se arriesguen con libros como estos, o el que una persona como Alberto haya gastado varios años de su vida en el estudio exhaustivo y pormenorizado Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)? ¿A quién llega realmente tanto empeño y esfuerzo? ¿No tenéis la sensación, a veces, de que nos hablamos a nosotros mismos? ¿Creéis que llega todo esto más allá de nosotros mismos, de nuestros propios círculos?

JULIA OTXOA: Respecto a tus preguntas Matías si todo esto de la poesía crítica merece la pena, para mi es tanto como decir si tiene sentido la poesía. Sin ningún género de dudas, sí. Y mientras estemos dentro de la condición humana mi concepción de la poesía es esa razón poética de la que hablaba María Zambrano, esa forma de humanizar el tiempo, aún en medio de los que no quieren oír, de los que viven dentro de la crueldad… siempre será necesario decir a través de nuestra palabra poética que otro mundo más humano es posible. Esto me recuerda Al hombre rebelde de Albert Camus, aquel que tiene el valor de decir No, aunque señale único entre mil. También me recuerda a Auschwitz escribo de corrido y no sé si lo escribo bien, algunos se preguntaron ¿tiene sentido la escritura la poesía tras Auschwitz, desde luego la resistencia ética antes y después y en medio del horror. Lo contrario acallar el canto el grito es complicidad con el monstruo. La indiferencia también corta como la afilada espada del verdugo, y esto en todos los órdenes.

CONVERSACIÓN ENTRE DISIDENTES... Imagen JULIA OTXOA
Julia Otxoa

Nunca he tenido la sensación de escribir para unos pocos. La palabra poética es tan poderosa porque surge directamente del origen del sentido de ese lugar en el que no existe la simulación del lenguaje público. Tan solo con cambiar la mirada de un solo lector merecería la pena seguir escribiendo abrir el ángulo de la mirada es contagiar una fuerza incalculable: la de la sensibilidad , ese otro lector contagiará sin duda en sus círculos cada vez mas grandes a otros y esos otros a otros, lo he comprobado… No se gastan años por estudiar la poesía crítica, se camina por el conocimiento, se crece en interrogaciones y se muestra… Pienso que siempre he entendido la poesía como una actitud ante la existencia, además de expresión interior también como forma de resistencia ante lo no humano, ante el pensamiento único etc. Regreso de nuevo a Albert Camus y su Hombre Rebelde, en ningún tiempo ni antes ni ahora ni posiblemente en el futuro dejará de tener sentido la poesía porque su raíz forma parte del ser humano, de sus sueños, de sus miedos, de su rebeldía, de su necesidad de creación… Nada de eso tiene que ver con la venta de los libros de poesía. Kafka no fue un betseller en su tiempo…tal vez con algunos editores de hoy ni siquiera hubiera publicado…y que significa eso? no le quita un ápice de su calidad.

 ALBERTO GARCÍA-TERESA: Es complicado cuantificar efectos de la poesía, de incidencia en la sociedad, más allá de número de ventas, y, sobre todo, precisamente cuando se quiere salir de esos parámetros mercantilistas y se busca una transformación individual y social. Sin embargo, sí considero relevante el que, en los últimos años, se esté demandando la presencia de poesía (y más específicamente, de poesía crítica) en movilizaciones y acciones de protesta y de reivindicación social. Para el cierre de asambleas, manifestaciones, encierros, o directamente recitales de apoyo, se pide la presencia de poemas y poetas. En ese sentido, ese caminar juntos, ese acompañamiento, me parece fundamental y muy ilustrativo.

CONVERSACIÓN ENTRE DISIDENTES... Imagen ISABEL PEREZ MONTALBAN
Isabel Pérez Montalbán

ISABEL PÉREZ MONTALBÁN: Tiene sentido lo que es necesario, lo que resulta insoslayable: Escribir (porque se ha pensado) como testimonio y contra un sistema que practica la injusticia y ha pervertido las mejores palabras de cualquier idioma: libertad o democracia, por ejemplo; y difundir los textos, poéticos o no, por los diferentes medios posibles con el objetivo de hacer llegar determinados mensajes y determinado lenguaje. Negar estas premisas es negar el movimiento respiratorio. Ahora bien, luchamos contra un poder ideológico, financiero y mediático que solo nos deja una rendija por la que entrar y que intenta minimizar nuestra presencia e influencia. No podemos creer que llegaremos a todo el mundo ni con la misma fuerza que llegan los discursos poéticos conformistas o conservadores.

ENRIQUE FALCÓN: Ojalá no quiera responder a esa cuestión desde la contingencia local de una sola recepción [tipo: claro que sí: hace un mes esta asociación de vecinos, aquel lector deslumbrado desde Berlín, esta pareja que comparte poemas y me dijo anteayer que, hace un año aquel poema reproducido en la fachada de una vivienda, esa estudiante con esos versos míos en su mochila para cuando ella…]. Ojalá tampoco debamos responder a esa misma cuestión desde esencialismos trascendentales sobre las prácticas literarias [tipo: claro que sí: la poesía sobrevive al tiempo y a las limitaciones mezquinas de lo-dado-presente, la palabra poética se volverá siempre incontrolable, ay sus efectos mariposa; aún más: terrible proclamar que la palabra sobrevivirá al cuerpo, cuando ese cuerpo ha quedado irremediablemente dañado al ser tocado por el poder de hoy]. ¿Nos faltará, amigos, más allá de visiones locales y de experiencias particulares (valiosísimas: apuntan vida, y es vida compartida), saber qué hueco a este tipo de poesía van realmente haciendo (en su vida colectiva) las organizaciones sociales y (en su vida en general) los ciudadanos que resisten a resignarse y que se involucran de cualquier modo en procesos de cambio social y cultural, de cambio político, de procurar vida buena en común? ¿Nos faltará aún, amigo Alberto, una antología de poesía (¿actual?) cuyo corpus seleccionara la gente desde las asociaciones vecinales, los partidos políticos, las PAH, los colectivos de autogestión, los grupos de apoyo a presos/as, los sindicatos de base, las agrupaciones de mujeres, las…? ¿En qué poemas encontraron (si es que algo de eso encontraron en un poema, claro) ocasión para el alivio personal y el respiro común, para sentirse acompañados/as, para reconocerse, empoderarse aún más, o sentirse confirmados/as)?

CONVERSACIÓN ENTRE DISIDENTES... Imagen ANA PÉREZ CAÑAMARES
Ana Pérez Cañamares


ANA PÉREZ CAÑAMARES: Creo que la respuesta la dio hace poco el propio Alberto en una entrevista a propósito de Disidentes: La poesía por sí sola no puede cambiar el mundo, pero sí a las personas que son quienes tienen la capacidad y la potencia para ellos». La poesía ensancha la mirada, la vivencia, la empatía…  No pocas veces, además de ejercer la crítica necesaria,  también acompaña, abre, ahonda, señala, reflexiona, propone. La poesía construye o cuando menos apuntala. Si es minoritaria es porque transmite valores, memorias, testimonios, que a esta sociedad capitalista no le interesan. Y si el capitalismo desprecia la poesía… algún poder debe de tener esta, ¿no? ¡Aunque sea oculto! Prueba de ello es que en estos últimos años se ha demandado en las calles, en las asambleas, en las manifestaciones, en las plazas. Después de protestar, discutir, discrepar, un poema ha vuelto a pronunciar la palabra nosotros y nos hemos sentido reconfortados, reflejados, vivos en él… Por otra parte, lo apuntaba Isabel, este sistema ha pervertido las palabras. Yo no sé si la poesía es un arma, pero desde luego la palabra es un campo de batalla. Se las está retorciendo, torturando, hasta que acaban por significar lo contrario de lo que significaban. Y ante eso tampoco podemos quedarnos impasibles… Por último, lo ha dicho Julia: la poesía es una forma de resistencia ante lo no humano. A mí la poesía me ha hecho, no sé si mejor, pero desde luego más persona. Y si lo ha hecho conmigo, no veo por qué no va a poder hacerlo con otros; por supuesto, me consta que lo hace. La poesía es una elección, una forma de ir por la vida, que no sé si puede servir de ejemplo, pero que al menos es una apuesta por una manera de sentir lo humano, de investigar qué cosa sea ser humano y compartirlo. Eso podrá ser insuficiente para cambiar el mundo, pero no contrario… Perdón, se me olvidaba, la poesía me parece también un buen espacio para la autocrítica, donde mostrar nuestras miserias y nuestros fracasos y dudas y contradicciones… algo imprescindible para emprender con sinceridad y honestidad cualquier intento de cambio. No hay muchos espacios donde ejercer una autocrítica sana… Dices en tu pregunta «empeñarse»… Yo es que personalmente no me empeño… ni creo que ninguno lo haga… los temas en la poesía salen de forma natural, yo al menos no sé forzarme… Escribo sobre lo que me importa, y una vez puede ser la muerte de mi madre y otra los desahucios, porque son temas que a un nivel u otro me afectan emocional o racionalmente.

JULIA OTXOA: Exacto, Ana. Empeñarse y poesía nada tienen que ver, es como si te dicen: pero ¿cómo se empeña usted en respirar con la contaminación que hay? la respuesta será siempre: mi vida es respirar. La poesía no conoce de estrategias ni de caminos productivos o no, la poesía tan solo entiende de buena literatura y necesidad de expresarse y ser testigo en la medida que cada uno pueda de su tiempo. Que no se vende poesía, da igual, yo seguiré escribiendo poesía, que la leen cuatro, yo seguiré escribiendo poesía. La única forma de que la poesía pueda volar hacia los otros y ser espejo de los otros es que el poeta o la poeta sean fieles a su propio universo poético.

CONVERSACIÓN ENTRE DISIDENTES... Imagen de Matías Escalera Cordero por Quino Romero.
Matías Escalera Cordero

 MATÍAS ESCALERA CORDERO: Entonces, lo de Poesía Crítica, ¿qué significa? Porque eso que decís es lo mismo que dicen todos los poetas y escritores de raíz idealista o conformistas, como dice Isabel, e incluso los adolescentes, cuando se ponen a escribir sus cosas… ¿No hay entonces ninguna intención de provocar efectos en vosotras, o en la poesía crítica…? Yo creía, como Isabel, o como Alberto, que escribíamos para responder al mundo, para provocar efectos, que no era una mera necesidad, ya sea física o espiritual, que nosotros no estábamos por lo del estro y el arrobamiento románticos, que no se trataba de un juego puramente expresivo, individual, circular; algo que suena como una mera descarga personal, algo estéril, ¿no? … Bueno, para que no quede tan aparentemente brusco el sentido de mi objeción, os lo planteo de otro modo, ¿cómo se articularía poéticamente, esto es, literariamente, desde esa perspectiva de vuestra necesidad perentoria de expresarse, un discurso realmente disidente? Y no hago más que referirme con esto a la noción sartreana de responsabilidad. Es decir, la convicción de que todo acto literario, poético o artístico “que no genere una situación de mayor libertad no puede sino considerarse como una degradación de la existencia”. De modo que el poeta, en este caso, “si no quiere ver degradada su existencia, no tanto debe expresarse, como obrar con responsabilidad para que, desde su poesía, se puedan crear nuevos espacios de libertad”. No sé si me he explicado…

ISABEL PÉREZ MONTALBÁN: En cualquier caso, planteo que la necesidad de expresión (en libertad y a la búsqueda de la libertad) supone también necesidad personal y colectiva de reflexión sobre los contenidos expresados. He aquí que surge el concepto de responsabilidad: qué se expresa y cómo y con qué voluntad e intención. Entiendo que no se trata solamente de expresarse, sino desde qué posición (no siempre libre, no del todo libre, sino acaso en el empeño de llegar a ser libre) se expresa el poeta y si persigue o no crear o ampliar esos espacios de libertad para él y para sus posibles lectores. Y más allá: porque solo si cuestionamos de manera disidente un mundo en el que se restringe la justicia y la libertad podremos hallar la auténtica necesidad de crear otro, comenzando desde luego, como dice Matías, por crear nuevos espacios, pero aspirando a participar en la construcción y el desarrollo de todo el espacio. Solo así nuestros textos tendrían la posibilidad de llegar a muchos y ser desentrañados, aceptados o contestados a partir de una lectura plural que parte del conocimiento. Hoy llegan a pocos y son menos todavía los que tienen los instrumentos de análisis y decodificación imprescindibles para interrelacionarse con esos textos.

JULIA OTXOA: Redundando en ello, en que, si tiene sentido que los editores se arriesguen publicando este tipo de poesía, mi respuesta es sí. Recuerdo ahora lo que me advirtieron con mi primer libro de poesía (hace ya más de 40 años) cuando iba de librería en librería para dejar unos cuantos ejemplares, pues bien, en una conocida librería de San Sebastián y delante de un grupito de clientes, la dueña me dijo con un total desprecio mirándome los libros bajo el brazo: ¿Poesía? ¡Pero si no se vende nada! Nunca lo he olvidado. Desde entonces se ha afianzado en mí aún más el concepto de poesía también como resistencia y como camino diametralmente opuesto al del mercado. Lo poético transciende para mí la mera escritura de versos. Me vienen las ideas mezcladas, así que os pido disculpas si paso de una a otra como saltamontes…

MATÍAS ESCALERA CORDERO: No te apures, Julia…

JULIA OTXOA: Y es que, como lectora, encuentro en otros géneros frecuentemente mucha más poesía que en libros de poesía, por ejemplo, El Quijote está todo él recorrido por lo poético y es un permanente cuestionamiento de las estructuras sociales, eclesiásticas, etc. Por otro lado, volviendo a la pregunta, el editor tiene que vivir claro está, ganarse la vida, pero también tiene que apostar por el riesgo, la propia vida es un riesgo constante y si verdaderamente cree en la poesía, no ha de frenarle publicar lo que se denomina poesía testigo de su tiempo, poesía crítica… Otra cosa es reivindicar un sistema educativo fuerte en humanidades en el que lo poético se enseñe como algo mucho más profundo que escribir versos, vivir en sensibilidad, conozco a muchos grandes poetas que no han escrito un solo verso, pero que con su actitud han dado a los otros un inmenso ejemplo de entrega a los demás… En cuanto a si la investigación de Alberto tiene sentido, la respuesta es también sí. Aquí habría que reflexionar qué entendemos por tener sentido. Si en el pasado se hubieran hecho esa misma pregunta poetas o investigadores no hubieran continuado nos hubiéramos quedado sin grandes obras del pensamiento o la literatura en general, que sí han repercutido en la evolución cultural y social… De todas formas el debate de adecuar la creación poética, la literatura  a la efectividad de su recepción social, es un viejo debate que se dio entre Albert Camus y el partido comunista francés, entre Italo Calvino y el partido comunista italiano, etc. Así es que desde la humildad de mi colaboración como ciudadana que escribe me planteo mi actitud social en cuanto a mi acción por mejorar mi tiempo en todos los órdenes. Y como poeta, seguro soy la mayor de este grupo y me ha tocado vivir siempre en lucha, nací en el bando de los vencidos, con un abuelo asesinado por rojo en la terrible Navarra del general Mola, un tío republicano muerto de frío en el penal de Burgos, etc., una familia materna marcada por la barbarie, la paterna no andaba lejos, mi padre socialista, tuve que saltar por la ventana de la casa del pueblo en la Rioja para salvar la vida, etc. Mi infancia, juventud y hasta hace poco ha transcurrido en un territorio el vasco marcado por la violencia. Es decir, siempre he sido consciente de que mi poesía podía aportar humildemente algo para narrar el horror. Lo he hecho a mi modo, desde el universo digamos simbólico, surrealista y lo sigo haciendo. Siempre he amado la libertad por encima de todo a la hora de escribir poesía, he sido fiel a lo que sentía y pensaba en el momento de escribir, y nunca me he planteado a qué tipo de lector iba dirigida mi obra, pensar eso al escribir el poema eso me suena un poco a predeterminación, a estrategia, algo que en mi caso es diametralmente opuesto a mi modo de entender el hecho poético. ¿Para quién escribía Lorca?, ¿para quién Gil de Biedma?, ¿para quién Cernuda o María Zambrano? En cuanto a que Alberto ha gastado varios años de su vida en la investigación, no me gusta el término “gastado” el investigador investiga porque ama lo que hace, la rentabilidad intelectual de la investigación es para mí de otro orden. El investigador investiga no gasta el tiempo. El tiempo nos desgasta a nosotros pero eso es otra historia…

CONVERSACIÓN ENTRE DISIDENTES... Imagen ALBERTO GARCÍA TERESA
Alberto García-Teresa

ALBERTO GARCÍA-TERESA: Yo en absoluto considero que haya sido un “gasto”, obviamente. Cuando comencé a leer de manera atenta toda esta poesía (que ya estaba leyendo, digamos, como mero lector con anterioridad) y a analizarla (de manera más dispersa al principio), sobre 2006, pronto pude comprobar el auge que progresivamente iba adquiriendo la poesía crítica actual, al tiempo que se iban consolidando nombres de referencia, espacios (como los encuentros Voces del Extremo, que desde 1999 han servido como aglutinador, como punto de encuentro, de discusión y de difusión), publicaciones (la antología Once poetas críticos en la poesía española reciente, sin duda, constituyó uno de los momentos más importantes, por cuanto de soporte y de presentación de una propuesta poética ya madura poseía) y redes de complicidad y difusión que facilitan el contacto, el análisis y la extensión de una práctica poética basada en la disidencia política y el cuestionamiento de la realidad. Digamos que aquella metáfora de las grietas dispersas sobre un lago helado que van creciendo, que se encuentran, se suman y construyen una mayor multiplicidad de grietas que expuso John Holloway para hablar de los movimientos de resistencia y revolucionarios actuales se puede aplicar también a la evolución de la poesía crítica española contemporánea. De hecho, esta ha ido adquiriendo mayor presencia y relevancia (desde aquellos pocos trabajos de poetas concretos de finales de los ochenta) hasta alcanzar, como apuntábamos antes, el vigor actual, tanto en número de poetas, de editoriales, de publicaciones, de calidad, de atención crítica y de repercusión, cuanto menos, en movimientos sociales. De hecho, no puede estudiarse la poesía española de las últimas décadas de forma veraz sin aludir a ese campo amplio de la poesía crítica. Con esta antología, con Disidentes (que me ha permitido avanzar, matizar y corregir la investigación que por el camino dio lugar a mi tesis doctoral y a ese Poesía de la conciencia crítica (1987-2011) al que aludía Matías antes), pretendo dejar constancia de esa trayectoria y de esa diversidad. Me parece, entonces, importante incidir en que la poesía crítica no se trata de un acontecimiento coyuntural de estos últimos años, fruto de la crisis, sino que proviene de décadas anteriores, en consonancia con la consolidación de la hegemonía mundial del capitalismo y que, a su vez, proviene de una larga tradición, más o menos invisibilizada, de poesía crítica en nuestra lengua (que ha contado con momentos de mayor o menor intensidad). Con todo, como sabéis, Disidentes no se trata de una obra con una perspectiva histórica, cronológica, sino que recoge los mejores poemas (sin buscar ser la selección que he realizado de cada poeta representativa de su trayectoria) de esos poetas que durante ese tramo (de la década de los noventa a nuestros días) han apostado de manera constante (y no sólo de modo puntual o en manifiestos) por una poesía de oposición a la construcción ideológica y material del mundo que el sistema capitalista ha impuesto.

ENRIQUE FALCÓN: Para mí, la primera condición para que un poeta sea responsable con eso: su poema ha de comunicarse con las personas entre las que ese poema quiere hacerse presente. (Tómese “comunicar” en un sentido nada estrecho… pero quede también claro que, sí, sí existen los solipsismos y los meros jueguecitos de lenguaje, aunque se amparen –los pobres– en el derecho a la expresión)… Una vez garantizado eso, viene después el arco de estrategias horacias y curiácias que nos legó Brecht para encarnarlas en nuestro tiempo, según efectos buscados en quiénes, según contextos de poder determinados y según habilidades del poeta en cuestión. En nuestro entorno, y desde hace 15 años mínimo, hay experiencias riquísimas en esto, y a algunos/as nos encanta discutir sobre ellas, puesto que es una discusión cómplice sobre estrategias; que es de lo que deberíamos principalmente discutir los poetas cuando estamos entre poetas para discutir sobre poesía…

MATÍAS ESCALERA CORDERO: Y justamente para eso nos hemos convocado en este coloquio virtual, porque algunos estamos convencidos de que debemos hacer lo que dices, debatir nuestras estrategias y modos de responder a los retos que nos estamos planteando; lo he dicho más de una vez, esa debería ser otra de nuestras señas de identidad…

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Enrique Falcón

ENRIQUE FALCÓN: Mirad, lo digo de otro modo. Cojo un ejemplo (entre otros). ¿Por qué un poema como “Capitalismo” (lo escribió Ana) provoca lo que provoca entre tanta gente que me rodea y que lo lee? Provoca (estoy seguro de poder decirlo): indignación que moviliza, identificación de las claudicaciones de nuestra vida cotidiana, rebelión emocionada, y lúcida, reconocimiento de ser-mujer, ensanchamiento de mis posibilidades de liberación, cuestionamiento también de las limitaciones de esta, apercibimiento de las (tan a menudo) invisibles relaciones entre gestos de vida “privados” y situación común, energización del deseo que nos cambia, subrayado de nuestra propia dignidad (personal y de clase)… ¿Qué de ese poema provoca eso? ¿Por qué otro poema —con el mismo “tema”, parecida voluntad crítica, deseo de “alcanzar” o de acompañar a un semejante tipo de personas lectoras, etc.— no lo consigue hacer? Sé que psicólogos, teóricos de la comunicación y sociólogos nos darían respuestas. Pero ¿qué diríamos nosotros —poetas— con ese poema en la mano? Asumiendo que ese poema es, como cualquier otro, un “artefacto de palabras”, y no “de inefabilidades”, ¿qué estrategias retóricas de escritura ha desatado? Y: ¿cuáles de esas estrategias son las que van ensayando los ejercicios de la poesía de nuestro tiempo presente, al menos para España y en castellano? … dios: no ayudo nada: me voy dando cuenta que las intuiciones que puedo compartir con vosotros/as se me convierten en nuevas preguntas.

MATÍAS ESCALERA CORDERO: Para eso estamos, ¿no? Para hacernos preguntas.

ALBERTO GARCÍA-TERESA: A mí me parece muy interesante ese concepto de responsabilidad al que acabáis de aludir. Creo que, operando dentro de una poesía que apunta hacia un horizonte de transformación social, resulta fundamental ser conscientes también de las herramientas que se manejan y de las repercusiones que dichas herramientas poseen. Me refiero a que debemos llevar a cabo un trabajo de análisis autocrítico de los contenidos y de las formas que se están/estamos empleando en esa poesía crítica, para discernir cuáles, en el fondo, son meras reproducciones del sistema ideológico hegemónico (un sistema de dominación, patriarcal, productivista, ecocida, especista y consumista) en todos los niveles (llegando, por ejemplo, a estudiar qué relación se establece con el lector –si es vertical, si se busca su participación–), cuáles en verdad lo están poniendo en cuestión o cuáles van en una dirección que no deseamos, pero que inconscientemente hemos apuntado. En ese sentido, la búsqueda continua de formas y registros que se manifiesta en la extraordinaria diversidad estética de la poesía crítica española contemporánea (en donde la “poesía de la conciencia crítica” es sólo una parte, a la que no puede reducirse toda la poesía crítica española reciente, que recoge otras poéticas y otras posiciones ideológicas, éticas y políticas), me parece uno de sus mayores aciertos, una de sus principales fortalezas y también una de sus mejores expresiones de la plasmación de una heterogeneidad y una pluralidad de pensamiento que se corresponde, en definitiva, con la apuesta por un pensamiento radicalmente crítico y que plantea ya, no sólo como deseo o enunciación, una sociedad diversa y abierta al debate y a lo diferente. Considero muy positivo que se busque no sólo denunciar este mundo, sino ir construyendo y plasmando ya ese mundo (o ese horizonte de mundo) al que se aspira no sólo con lo dicho, sino también en las repercusiones de lo dicho y en cómo se dice. Salir del paradigma de dominación exige ir agrietándolo poco a poco en la práctica diaria en todas las esferas de la vida, incluida la práctica poética en un sentido amplio.

MATÍAS ESCALERA CORDERO: Tienes razón, Alberto, en esa diversidad de abordajes estéticos está una buena parte del valor de la poesía que recoges en tu estudio crítico y en tu antología Disidentes; pero vuelvo a plantear el asunto de partida, para mí crucial, ¿cuál es nuestro punto de partida?, ese que determina nuestra posición e intención en este espacio/tiempo concreto, ¿la elusiva y poco concretable “condición humana” de la que se nos habla desde el humanismo idealista, según la cual tanto las familias Botín y Rato, por ejemplo, como una cualquiera de las familias desahuciadas y estafadas por sus bancos serían potenciales receptores de los mismos mensajes artísticos y poéticos, pues todos somos “seres humanos”; o la más concreta, política, material y contrastable “posición de clase” que ocupamos en este espacio/tiempo dominado por el capital?; y, luego, algo que interesaría, creo, a nuestros potenciales lectores, ¿conviven ambas formas de entender el trabajo poético en la corriente de poesía de la conciencia crítica, en nuestro propio trabajo?

ANA PÉREZ CAÑAMARES: Quizá es que, Julia y yo, hemos contestado de forma absolutamente literal a tu pregunta, yendo a la raíz, a ese empeñarse, y a ese tener sentido, pero tu pregunta iba más lejos… Y la respuesta también puede ir en varios sentidos. En general, el primer efecto que busco provocar es en mí. Como yo no estoy aislada ni soy ajena a esta sociedad, sino que a la fuerza soy tanto su víctima como su cómplice —reproduciendo comportamientos más o menos a la fuerza, justificándome y reaccionando cómo se espera de mí, o, en los mejores casos, rebelándome— en la escritura busco cuestionarme, desenmascararme, desmaquinizarme, hacerme responsable y consciente de qué hago y cómo lo hago (o de qué no hago). En segunda instancia, busco darme un espacio de libertad en el que ser. E idealmente, no siempre lo logro, busco darme una salida, abrirme otro horizonte posible de ser y de estar en el mundo. Tengo que aclarar, aunque quizá esto se me note más de lo que yo creo, que mi acercamiento a las posiciones críticas tiene un peso bastante emocional («bastante» en relación a lo que presupongo en otros autores). Mi forma de reacción tiene una base en la que las emociones, la historia biográfica y la familiar ocupan más que la teoría política, a la que me he acercado más tarde. Es decir, en mí hay un movimiento que tiene una raíz muy fuerte en lo personal y luego va a lo colectivo; aunque podría decirse que la reacción personal se produce en el contacto diario y constante con la noticia, el hecho o el texto que me provocan a nivel emocional y reflexivo, o sea, que viene de una esfera pública, social. Y por supuesto que busco provocar efectos —no otra cosa busca el llevar tu poesía a la calle, a los espacios en común, que el provocar, acompañar, dialogar, poner las palabras a pelear contra las mentiras oficiales y a favor de otras posibilidades de lo real— pero hay algo de ese efecto que siempre me sorprende, quizá porque, como he dicho, para mí el poema surge de una vivencia personal. Por eso corre el peligro de que a veces se quede corto a nivel teórico, quizá pueda resultar hasta ingenuo, aunque suela evitar el panfleto en el que derivan otros discursos más intelectuales. Volviendo a lo que ha dicho Isabel, repito sus palabras: el punto de partida de un autor es personal y al mismo tiempo colectivo. Nadie escapa a eso, ni siquiera los poetas convencionales. Cuáles son tus cuestionamientos, tus motivaciones, tus posiciones, tus intereses, tus indignaciones —o cuáles no—, eso está en el poema, y sólo se pueden forzar al riesgo de la deshonestidad… pienso luego que en un poema no explícitamente político también se puede ser crítico o disidente. ¿No os parece que a veces estrechamos demasiado la etiqueta? Ya sé que las etiquetas tienen que ser estrechas por definición y por necesidad… pero también el amor, por poner el ejemplo más tópico y más a mano, se puede abordar poéticamente desde una posición conservadora y desde una posición disidente.

ISABEL PÉREZ MONTALBÁN: El punto de partida de un autor es personal y al mismo tiempo colectivo en cuanto a que pertenece a un grupo social, de clase o de motivaciones intelectuales o de intereses socio-económicos. Los potenciales lectores nunca son aquellos que están en grupos opuestos al del autor. En estos lectores siempre se da una lectura “aberrante” como diría Humberto Eco (Lector in fabula), ya que no hay cooperación por parte de esos lectores (les mueven otras ideas e intereses) ni a veces siquiera se da una voluntad de entender, sino de todo lo contrario, como se observa en los medios de comunicación de masas en los existe un interés manifiesto por malinterpretar el texto y por provocar rechazo, desprecio y miedo… A la cuestión de si conviven en la poesía de la conciencia varias formas de trabajo, a veces incluso contradictorias: en efecto, conviven diferentes estéticas, motivaciones, puntos de partida y grados de disidencia. Hay puntos en común y divergencias visibles. No tiene por qué suponer un problema insalvable, por cierto, pues cada autor es soberano y aporta un punto de vista que resulta válido para entender una compleja realidad creativa. Incluso los poetas conformistas o convencionales aportan un punto de vista nada desdeñable para comprender el mundo actual y sus manifestaciones artísticas.

ENRIQUE FALCÓN: Claramente (estoy convencido de ello): a una posición de clase. Lo realmente paradójico (y así se miden las alturas de la injusticia, que bien sabe de “universalizar» lo particular y de “naturalizar” lo que es mera construcción social) es que la invocación sincera de “lo humano” me confirma en la apuesta por las clases hoy desalojadas en las cunetas (amplísimas) de la historia. ‘Espiritualidad de la encarnación’ y ‘opción preferencial’: así se llama a esto en algunos de los ambientes en los que me muevo. Y creo en ellas… Un poema señala y escoge, como lo hace cada una de nuestras vidas; no esboza ni reclama esencias, ni siquiera sobre lo humano (y, si lo hace, es desde una legítima pero inocultable opción ideológica). Ese señalamiento presupone una elección, un ponerse a un lado: ese señalamiento, ese gesto de elección, es político. E incumbe a las personas y al mundo social al que pertenecen. Por eso, amigo Matías, en la corriente que mencionas (como también en cualquier otra corriente poética) solo concurre la segunda de las dos formas de posición que has planteado. El humanismo idealista al que te refieres es una muy particular elección ideológica (y también de clase) que solo pueden generar quienes aborrecen quemar libros pero no hombres. A los 17 años uno de mis tres maestros me dijo: “Quique: amas a la gente en general por miedo a tener que amarla en particular”. Él murió en El Agustino de Perú, rodeado de las personas de la clase social que eligió. Y yo espero haberme corregido desde entonces. También en mis poemas.

ANA PÉREZ CAÑAMARES: Le doy vueltas al asunto y también se me ocurre un ejemplo personal (lo siento; creo que es lo más rico que puedo aportar): yo soy la pequeña de cuatro hermanos que me llevan muchos años. Cuando mis hermanos salían de casa a reunirse, manifestarse, y no volvían a veces porque habían sido detenidos, o no llamaban porque debían permanecer en la clandestinidad durante meses, etc., yo me quedaba con mi madre. Yo soy más hija directa de los llantos de mi madre, de sus silencios, de sus paseos por casa de un lado a otro del pasillo con los puños apretados, de sus murmuraciones e insultos en voz baja, de mis infructuosos intentos por consolarla o tranquilizarla o entretenerla o por entender qué coño estaba pasando… y todo eso también es político. Ese dolor y ese miedo y esa tristeza de una madre y esa estupefacción de una niña son políticos. A saber qué hacían o de qué hablaban mis hermanos en sus reuniones y en sus ausencias he ido llegando más tarde.

ENRIQUE FALCÓN: Aquella cólera de Aquiles cantada en aquel primer verso (¿la literatura occidental de estos dos milenios no seguirá dándole vueltas, todavía, en torno a eso?) ¿Era solamente, de verdad, la de un hombre aislado de su condición de clase y de unas muy determinadas configuraciones sociales? Y, ¿algo más podemos decir después de aquel poema magnífico de Vallejo: “Un hombre pasa con un pan al hombro”, etc.?

ALBERTO GARCÍA-TERESA: Sí, claro, pero, al hilo de lo que señalaba Ana, la cuestión es no caer en la trampa que nos han puesto de que “lo político” se reduce, por un lado, a la política institucional y, por otro, que es algo ajeno a nosotras/os mismas/os y a nuestra relación con las/os otras/os (animales humanos y no humanos, habría que añadir). En ese sentido, como apunta ella, la manifestación de una crítica, de una disidencia, no se reduce a lo explícito o a temas tradicionalmente ligados a ese concepto pernicioso de “lo político” al que me acabo de referir. Ahondando en lo que decía, un poema de amor puede ser una expresión espléndida del conflicto de clases, pues no puede hablar igual del amor una persona que vive de rentas a una pareja angustiada por la precariedad, que llega a casa exhausta tras una jornada de trabajo alienante, que conviven con el miedo del inminente despedido, etc. En esa enunciación, en esa posición desde donde se escribe radica, efectivamente, el primer momento de una poesía crítica.

MATÍAS ESCALERA CORDERO: Y ya, al final de esta conversación, hemos llegado a uno de los nudos gordianos ante el que nos enfrentamos cada día… Cómo expresar la experiencia humana en términos políticos, tal como habéis definido el término político, claro… Y hago hincapié en ello, porque es quizás una de las tareas en las que hemos aportado, creo, como corriente poética, soluciones más ricas, singulares y novedosas… No sé si estáis de acuerdo conmigo, pero leyendo la obra crítica de Alberto y la antología Disidentes uno se convence de que, unas veces, de modo consciente y, otras, de un modo intuitivo, hemos logrado sobrepasar ese universo poético, radicalmente idealista, individualista y excluyente, del romanticismo más conservador, que habíamos heredado, vía Academia y canon literario, de nuestros amos… Aunque también es verdad que en nuestros foros percibo, a menudo, ciertas inercias que contradicen esta convicción inicial… Pues ¿tiene sentido extraer del ámbito de lo personal la experiencia del amor y de la muerte de un ser amado, por ejemplo, si no vas a hacer con ello lo que hizo Jorge Manrique con las Coplas a la muerte de su padre, es decir, establecer una visión política del mundo? En ese caso, mostrar cómo su clase, la de los nuevos señores, no sólo eran dueños del mundo terrenal, material, sino que, a partir de ese momento, también eran dueños del nuevo mundo inmaterial de la fama, que se estaba erigiendo… O como hicieron Guinizelli y Cavalcanti, o Dante y Petrarca, con Beatriz y Laura, acotar el territorio del amor para los “corazones gentiles”, esto, es para las clases ociosas, igual que habían acotado los jardines en sus mansiones, como nuevos pequeños paraísos edénicos particulares, o lo habían hecho con los bosques para el disfrute de la caza, su diversión preferida… Dicho de otra manera, si no vamos a establecer nuestra propia visión del mundo, la de nuestra clase, si no vamos a acotar nuestros territorios, si no vamos a revolucionar y subvertir sus propias tradiciones y discursos, ¿merece la pena extrapolar nuestras experiencias personales al ámbito de la poesía, si no las hacemos experiencias políticas?

ENRIQUE FALCÓN: Creo que no debemos desestimar lo legítimo que tiene un gesto (o un poema) que, gratuito, trabaje con eso que dices, Matías. Pero ni la generosidad ni la gratuidad pueden eludir la falta de inocencia política que acaba revelándonos cualquier poema. Falsa alternativa, desde luego, la que nos hace elegir entre amor y justicia: quien mucho los separe ni entiende el uno ni estima la otra. Y eso no quita que el neoplatonismo, el desprecio hacia las mujeres o la violencia sexista formen también parte, por desgracia, de muchas antologías de poesía amorosa. En ninguna otra parte como en determinados círculos de poetas he visto yo a tanto sacerdote cándido reunido. Y la espiritualidad, como alguna vez ha insistido acertadamente Jorge Riechmann, va con pelo.

ANA PÉREZ CAÑAMARES: Estoy muy de acuerdo con lo que dice Enrique. Las lecturas políticas desbordan lo explícito del poema. Por ejemplo, la ausencia de mujeres en algunas antologías, recitales o mesas redondas –cuestión ésta que creo que va corrigiéndose poco a poco– ofrece una visión política del mundo que va más allá de lo que se declara y que en no pocas ocasiones lo contradice. No sólo hay que ser críticos: también hay que ser autocríticos. E ir más allá de lo explícito, de lo evidente, para encontrar lo político en lo que se calla, o en lo que se muestra de forma velada, tangencial. Yo tiendo a sospechar del discurso sin fisuras, sin grietas, sin contradicciones. Porque la coherencia está al alcance de pocos y en poesía me interesa más siempre la honestidad. Que en estos tiempos que corren es también una postura política.

MATÍAS ESCALERA CORDERO: Sí, Ana, otro tema es el de los protocolos que hemos heredado y asumido y que aún pesan como losas en nosotros… Y estoy de acuerdo contigo, Quique, en que, como dice un buen amigo, y crítico excelente, David Becerra, la ideología nunca dice “soy ideología”, por supuesto… Sí, resultan patéticos algunos foros poéticos de tan “ideológicamente desmaterializados y neutralizados”… Sí, es verdad.

ISABEL PÉREZ MONTALBÁN: Me parece que si el autor tiene una conciencia crítica (política), cualquier tema que trate estará permeado por este espíritu político, es decir, cuestionará incluso los tópicos y temas universales de la literatura. A riesgo de parecer pedante, los lazos familiares es el tema central de mi libro Los muertos nómadas, pero lejos de caer en la nostalgia y en la aceptación de los dogmas establecidos por la cultura burguesa respecto a esa institución, me dedico en el poemario a desmontar cada uno de ellos: la familia feliz no existe, las condiciones sociales marcan el destino de la familia, el amor se torna imposible, “la sangre es mentira”, como dice un verso. También se intenta recuperar la herencia personal como memoria histórica y conciencia de clase. En otro libro, Siberia propia, un conjunto de cartas de amor/desamor, lo que pretendía es precisamente cuestionar los tópicos amorosos, introduciendo la permanente contradicción y un fresco social en el que se desarrolla la imposible relación amorosa. Lo que distingue una poesía disidente no solo es la elección de contenidos, sino el tratamiento de esos contenidos, el punto de vista, el uso de un lenguaje y de unos recursos que ponen de manifiesto otra visión no conformista con la realidad circundante. Religión, amor, muerte, infancia, todo se presta a re-creado con una nueva espiritualidad que no abandona la trascendencia, sino que aspira a un humanismo trascendental y necesario.

JULIA OTXOA: La verdad es que ha sido un placer dialogar con todos vosotros y conocer vuestros distintos puntos de vista. Para terminar, añadiré solo que siempre he pensado que  lo político nos concierne seamos conscientes de ello o no, desde el mismo momento de nuestro nacimiento. Quedando afectadas todas y cada una de las partes de nuestra vida tanto individual como colectiva. Dentro de esa cartografía he entendido siempre mi poesía y mis distintas formas de creación, también mi  comportamiento como persona ante la sociedad. La estética y la ética han de ir siempre unidas dando testimonio del tiempo en el que nos ha tocado vivir. Si con nuestra palabra no señalamos la barbarie, seremos tan sólo ceniza indiferente en la hoguera de la crueldad.

ALBERTO GARCÍA-TERESA: Por mi parte, sólo quiero daros las gracias a todas vosotras, a todos vosotros, por vuestros poemas, por vuestro pensamiento y por vuestra acción. Las experiencias y las referencias que se están construyendo día a día están permitiendo que esta grieta de la poesía crítica continúe oxigenándonos como lectores, como militantes y como soñadores. Si denunciar un mundo implica plantear su superación y si enunciar un mundo es plantear la posibilidad de su existencia, la poesía crítica española contemporánea nos dirige, entonces, hacia la construcción de la utopía. Sin esperanzas redentoras, sin negar las dificultades, los problemas ni las contradicciones, esta poesía está plantando cara a la hegemonía. Y está contribuyendo a vertebrar todo ese pensamiento y esa acción antagonista que impulsa la transformación social. Seguid, sigamos, pues, articulando disidencias políticas, poéticas y vitales.vn

MATÍAS ESCALERA CORDERO: En efecto, Disidentes es la palabra que nos define mejor, yo también lo creo.

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