Mujeres, de Andrea Camilleri
Por Marta Marne de Leer sin prisa.
Siempre me pregunto cuánto del autor hay en los personajes que crea en sus novelas. Uno de esos casos es el de Andrea Camilleri y Salvo Montalbano. Con tan solo leer un par de novelas del comisario descubres su carácter tranquilo pero impaciente, su amor por la buena comida y por los ratos de ocio, y su fascinación por las mujeres. Quizá por eso al leer este libro de relatos en los que todas las protagonistas son mujeres, pero sin el comisario catanés, no he podido dejar de pensar en Montalbano y cuándo de ese personaje residirá en Camilleri, y a la vez cuánto de ambos se habrá volcado en este libro.
Mujeres es una recopilación de 39 cantos a la belleza, a la feminidad, a la fortaleza y a la sensualidad de todo el género femenino. Camilleri nos ofrece un repaso a todas esas cualidades, y muchas más, no solo a través de las mujeres de su vida sino de la vida de todos nosotros: Helena de Troya, Nefertiti, Juana de Arco, Venus, Teodora de Bizancio. Algunas de estas las enlaza con las otras, con las que el autor ha conocido en carne y hueso. O quizá hayan sido producto de su imaginación. La intencionalidad es clara: universalizar en todas ellas a todas nosotras, y rendirnos un homenaje en un momento en el que, como indica en la nota final, ha sido preciso aprobar una ley contra el feminicidio en 2013 en Italia.
De algunos más verosímiles a otros más fantasiosos, Camilleri nos invita a conocer estas 39 historias en las que en realidad aparecen más de 39 mujeres. Angélicas hubo dos y de las dos se enamoró, Beatriz realmente proviene de Bice (mujer que inspiró a Dante para su eterna amada), Carla a la vez era Estefanía, Pucci en realidad se llamaba Eriberta, y así sucesivamente con gran parte de las narraciones.
Como suele suceder en las recopilaciones de relatos raro es que la calidad de todos sea igual. Mi balance ha resultado positivo. Aunque la historia que me contase en algunos de ellos no me atrajese demasiado creo que priman la ternura y el cariño que desprenden por las mujeres de las que habla.
Si tuviese que escoger tres de las historias que nos cuenta me quedaría con Carmen, en el que hace un repaso por aquellas desvergonzadas que osaron en el arte y la literatura ser libres y rebeldes (Carmen de Bizet, Nora de Ibsen, Lulú de Wedekind); Helena, la famosa Helena de Troya, una mujer tan bella que por su causa incluso se disputó una guerra; y Helga, una extraña alemana adicta al orden, la puntualidad y la limpieza. Y una cuarta de regalo, la preciosa historia del primer amor de Camilleri, María:
“Los historiadores del cine dicen que el beso más largo es el de la película ‘Encadenados’. Nosotros unimos los labios a la altura de un pueblo llamado Lercana Friddi y los separamos ciento veinticinco kilómetros después.“
Pero también me quedaría con su editora Elvira, con la indecisa Inés, con la sueca Ingrid, con Louise (Brooks), con la sensual Marika, con la contorsionista Ramona, con la compañera de viaje Sofía. Con todas ellas.
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