El arte de saber micro narrar
Por Tery Logan.
Tanto si eres un ávido lector, hambriento de sorpresas y emociones, como si te gusta leer pero dispones de breves ratos o si no posees un hábito de lectura pero te gustaría tenerlo, pon un relato corto en tu vida. Sí, sí, como lo oyes. ¡Hazme caso!
¿Sabías que muchos escritores famosos se dedicaron en exclusiva al relato o lo alternaron con la novela? Honoré de Balzac, Stendhal, Joyce, Julio Verne, Dickens, con su Cuento de Navidad, y Kafka, con su Metamorfosis, son algunos de los autores antiguos que ya destilaban talento en formato pequeño. A ellos se les suman los mejores autores de novela policíaca: Agatha Christie y Conan Doyle, con apasionantes relatos en los que los protagonistas son sus detectives de siempre. Este género también encandiló a autores de Latinoamérica como Borges y Cortázar, también de Rusia, como a Chéjov, y a Inglaterra, como a Hemingway y Oscar Wilde, con El fantasma de Canterville o El retrato de Dorian Gray. La corriente del realismo sucio se instauró gracias a Carver en el relato breve y no en la novela, pero también fueron otros autores estadounidenses los que cayeron en las redes de la literatura minimalista, como Stephen King, y canadienses, como la Nobel de Literatura de 2013, Alice Munro. Por supuesto, no podemos olvidar que maestros del terror y la fantasía como Poe, con El gato negro y Los crímenes de la calle Morgue, y H.P. Lovecraft, escribían relato corto. Y como curiosidad, J.K. Rowling nos traerá más aventuras de Harry Potter en formato de relato. En mi caso, mis influyentes son Poe, Carver y Chejov, gracias a los cuales generé un realismo negro que no solo entretiene, sino que moraliza y aturde y que podréis descubrir en el libro que lleva por título Relatos de una Logan.
El relato está vivo, tiene tantos estilos como autores y posee una estructura más compleja de lo que aparenta. Es hipnótico, atrayente y cautivador por diferentes motivos, ya que, en contra de lo que se cree, no es la extensión (oscila entre 100 y 30.000 palabras) lo único que lo diferencia de la novela: ni es su hermano pequeño ni goza de méritos menores.
El relato es la crisis de un asunto y la novela el desarrollo de un problema. El primero es un disparo certero en contraposición a la muerte lenta que genera la segunda. Mientras que la novela recrea mundo, el relato recrea situaciones, su argumento es relativamente sencillo y su final genera en el lector una reacción emocional de alto impacto. Mientras que en la novela las descripciones son una parte muy importante de la narración, en el relato van implícitas en su argumento y ocupan lo indispensable. Además, en la primera hay trama y varias subtramas, y en el segundo, la trama es una sola, porque ella es el relato mismo, lo que le confiere estructura. Su diseño es centrípeto, es decir, en torno a una única línea argumental sobre la que camina un número reducido de personajes liderados por el protagonista (a veces es el único personaje). La acción es lo que ocurre en el relato mientras que la trama es como se distribuyen los diferentes momentos de esa acción y en qué orden intervienen los personajes. Narrativamente hablando, el escritor teje una red de hechos para lograr ese efecto de unidad que hace que el relato corto sea leído de principio a fin, sin pausa, para finalmente noquear al lector en el primer asalto.
La evolución de este género ha sido caprichosa. Inicialmente, las revistas pagaban a los autores por relatos que publicaban de forma periódica en sus fanzines. Durante la década de los 50 estadounidense incluso llegó a ser una forma de profesionalizarse para los estudiantes de literatura. Ahora, en el siglo XXI, el lector ya no encuentra relatos cortos en publicaciones periódicas ni apenas recopilatorios en librerías y, en consecuencia, es difícil que conecte con el impacto, la fuerza y el ritmo frenético del minimalismo literario o ficción flash. En España, de pequeño se ha hecho grande gracias a a internet (revistas digitales y blogs literarios), a los talleres literarios y a los importantísimos premios dedicados al relato.
Aunque algunas editoriales dan por sentado que los lectores no quieren relato corto y hay pocas recopilaciones de calidad en las librerías, somos muchos escritores quienes apostamos por las historias compactas que contienen toda la acción, la intriga, el romance, el miedo, el humor o el drama de la novela pero en formato reducido. Sin duda, animo a mis compañeros escritores a que relaten, y que lo hagan bien fuerte sin miedo a defraudar al lector, pues el relato es un camino más corto para evocar la sonrisa o la lágrima de quienes nos leen si somos capaces de conectar con ellos, y eso no depende de la extensión de nuestras historias, sino del talento, técnica y pasión que pongamos de puño y letra.