Anotaciones circulares, de Iban Petit
Por Ricardo Martínez Llorca.
Anotaciones circulares
Iban Petit
Expediciones polares
San Sebastián, 2015
171 páginas
Se dice que cualquier placer intenso obliga a cerrar los ojos. Pero si nos resistimos a esa oscuridad para no apagarnos al día mientras lo saboreamos, lo que veremos será el mundo a través de una gasa. La necesidad de saborear y de retener al mismo tiempo es algo propio de los enamorados. Aunque tal vez quien mejor haya resumido esa idea fue el poeta, que a la recopilación de sus ideas del amor echas verso la puso por título La realidad y el deseo. Desde el realismo sucio hasta nuestros días, cuando un escritor pretende ser realista, acude a las frases cortas, a esa brevedad que enuncia sin tomar partido: sin adjetivos que modifiquen al nombre, sin adverbios que modifiquen el verbo. Por otra parte, desde que uno lee a Kafka la literatura ya no puede ser la misma, aunque sólo sea porque en las narraciones del escritor checo existe una postergación continua del suceso: nunca llega a ocurrir aquello que se anuncia. Para combinar con éxito esas tres bazas –la realidad y el deseo, el realismo y la postergación-, uno ha de tener mucho talento, o trabajar durante años, de sol a sol, tachando mucho, hasta conseguir una novela breve pero intensa.
Estas Anotaciones circulares que nos presenta Iban Petit (Donostia, 1978) se esfuerzan en configurar una novela sencilla sin renunciar a las premisas. Anotaciones circulares termina siendo una novela de aprendizaje, una ejecución en la que el autor pone todas las buenas intenciones sobre la mesa, pero que termina por apostar por el guiso que mejor sabe componer: mientras que apenas nada está sucediendo, las sensaciones se ocupan de los protagonistas. El enamoramiento es un concepto estético, dado que uno se enamora del amor, un platonismo que aparece representado por el verano, el cuerpo, la poesía, la pintura, la luz o el cielo. Dado que viven más entre las suposiciones que entre las certezas, la pareja protagonista se ve en la necesidad de retener sensaciones, hasta que quedan a punto de nieve para formar una obsesión. Para dinamizar un poco la novela, Iban Petit cambia constantemente los puntos de vista. Hasta que algo obliga a girar tanta promesa, de modo que los supervivientes acaban por ser parte de la memoria del muerto, una paradoja pues lo normal es que el muerto siga vivo en la memoria de los otros. Es entonces cuando cae la lluvia, llega el otoño, los colores son de ceniza y en lugar de amor hay destino. Anotaciones circulares parece ser una novela que se propuso escribir su autor, alguien que dará mucho más de sí, sin duda, cuando la novela se le imponga.