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Espléndida Ester Bellver poseída por María Estuardo con una inquietante «Ternura negra»

Por Horacio Otheguy Riveira

Un mundo de comedia ligera que se va convirtiendo en un drama romántico atravesado por la inquietante visita de una muerta célebre. La llegada espanta y luego provee de esperanza una vida hasta entonces paralizada por el miedo y la sumisión: Ternura negra. La pasión de María Estuardo, de Denise Despeyroux, una vibrante historia de amor y redención.

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Una actriz se comunica con el director por Skype. Él tirita junto al castillo donde fue prisionera y murió la Estuardo, en espera de la llegada de su espíritu que contará la verdad sobre la que tantos historiadores especularon. Esto que parece una comedia surrealista conlleva el reflejo de una creencia británica legendaria que continúa en la actualidad, pero además es la esencia del espiritismo como corriente «científica», sistematizada por vez primera por el escritor y pedagogo Allan Kardec (1804-1869), quien viene a demostrar que no estamos solos y que la comunicación con determinados muertos ilumina nuestro camino… o lo complica en exceso (El libro de los espíritus, 1857).

La autora de Ternura negra sintió y escuchó —entre sueños y lágrimas angustiosas— voces que le guiaron hacia este texto que ella misma dirige como si luchara con sus propias obsesiones, temores e ilusiones hasta encontrar un cauce fluido donde los géneros se entrecruzan «naturalmente», fieles a una tonalidad singular. Se pasa de la simpática comedia o el melodrama sugerente a muchos otros estadios donde nunca se pierden personajes ni intérpretes.

Cuando la muerte de la Estuardo entra en la vida de una actriz solitaria que se entrega sumisamente a las ocurrencias de un director y dramaturgo, el espectador comprende que un universo nuevo puede entrar también en su vida: es el instante mágico en que testimonios históricos inquietantes nos sorprenden en pantuflas y nos ayudan a encontrarnos a nosotros mismos.

 

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María Estuardo muere en 1585 con 44 años. La primera obra teatral que se conoce sobre esta reina de Escocia mortificada por 18 años de cautividad y condenada a muerte por la reina Isabel de Inglaterra, data de 1800, según el alemán Friedrich Schiller. Desde entonces, biógrafos, novelistas y cineastas han procurado entrar en aquella torturada personalidad de diferente manera. Schiller cultiva un perfil prerromántico al establecer un contacto de angustia perenne en alguien siempre desubicado: educada en Francia, delicada criatura arropada en música y literatura, deviene una reina maldita de país lejano en conflicto con el imperio inglés, tan bella como desgraciada: viuda tres veces, madre de dos hijos, intenta rebelarse ante el absoluto dominio de la reina de Inglaterra, hija de Enrique VIII, en un mundo realmente gobernado por hombres, donde la falocracia era un instrumento esencial de poderes económico-militares de muy arraigados lazos.

Las últimas versiones sobre Estuardo estrenadas en Madrid son muy dispares y alejadas entre sí en el tiempo: María Estuardo, de Dacia Maraini, en 1983, donde Magüi Mira y Mercedes Sampietro (María e Isabel, respectivamente) afrontaban una bellísima puesta en escena con claras ambiciones feministas en las que ambas resultaban víctimas del omnipresente sistema masculino.

En 2015, un gran hombre de teatro como Fernando Sansegundo apostó fuerte por reinventar el encuentro (nunca producido, según la mayoría de los historiadores) entre dominante y prisionera adaptado a nuestra época con claras referencias políticas (La cumbre).

Esta Ternura  Negra. La pasión de María Estuardo, de Denise Despeyroux (Carne viva, El más querido, La tentación de vivir), aporta una mirada nueva que integra la opinión de Bram Stoker (1847-1912; el célebre autor de Drácula), quien en 1910 planteó la posibilidad de que la reina Isabel de Inglaterra —conocida como la reina virgen—, el máximo verdugo de María Estuardo, fuese en realidad un hombre obligado a representar el papel femenino impuesto por las circunstancias de muerte súbita de la auténtica monarca.

Junto a esta información, Ternura negra acierta con una dramaturgia inédita, en la que el juego histórico se mezcla con el presente de una actriz desprovista de personalidad, encadenada a un hombre por demás caprichoso y a un joven actor ambiguo, arrogante y esnob que viene a representar a Isabel.

Sin embargo, todos se verán transformados, y cadenas de callados amores podrán convertirse en un nuevo mundo. La vida y la muerte se entrelazan y cuando la actriz en su buhardilla se descubre poseída por la Estuardo, el escalofrío es compartido por el espectador entregado de lleno a un juego fascinante.

Sin salir nunca del hábitat sencillo y a la vez misterioso, Ester Bellver provoca un estado de electrizante y poético dinamismo extrasensorial al adquirir voz y contenido del ilustre cadáver que la ha escogido para hablar de su dolor y su angustia en aquellos tiempos, pero también para iluminar el presente del personaje —y de la autora de la función— entre posesiones que llegan para alumbrar los días por venir.

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Una historia muy compleja que logra articularse de manera fluida con un dinamismo de sencilla aplicación: todo sucede como si estuviéramos en el salón de una casa amiga donde nos encontramos a salvo de cualquier peligro hasta que descubrimos una mancha en la pared con forma de cara de mujer, y a la anfitriona alternando palabras propias con las de la reina de Escocia ejecutada con un hacha que le cortó la cabeza con mucha dificultad…

«Una comedia histórica de terror romántico» que cuenta con una actriz que domina con precisión los cambios de registro, el vaivén de hablar con las cadencias de sus personajes, adecuadamente entrecruzados: Ester Bellver (ProtAgonizo, Todas a la una, Montenegro, Rinoceronte) aporta una flexibilidad imprescindible para hacerse cargo de semejante variedad de recursos.

Fernando Cayo es el hombre del Skype: con pocos detalles marca a fuego su singular personaje. Joan Carles Suau asume con talento al joven actor arrogante que es, a su vez, un muchacho necesitado de amor desinteresado; un juego extraño en el que la función se despliega hasta dar con una ceremonia donde la cautivante voz de la Bellver nos deja con la emoción de una María Estuardo que ya forma parte de la vida de todos:

… Que ningún ser humano se atreva a decirle a otro ser humano lo que el amor es y lo que el amor no es.

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Texto y dirección: Denise Despeyroux

Ayudante de dirección: Beatriz Jaén

Intérpretes: Ester Bellver, Fernando Cayo, Joan Carles Suau

Diseño de escenografía: Alejandro Andújar

Diseño de iluminación: Pedro Yagüe

Diseño de vestuario: Marta Martín-Sanz

Diseño de sonido: Mariano García (Estudio 340)

Diseño gráfico: Joan Carles Gómez

Fotos: Javier Navalb_069950b00452a43398413a2913950d6a9eb55d31

Realización audiovisual

Dirección: Jorge Sánchez Cabezudo, Denise Despeyroux

Fotografía y edición: Daniel Sosa

Sonido: David de los Ríos, Sergio Garcy

Producción: Carne Viva, Rotura Producciones

Sala Mirador. Del 14 de enero al 7 de febrero de 2016

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