Y Dios irrumpió de buen rollo, de Román Piña Vals
Por Pedro Pujante.
SLOPER, 2015
Imaginemos a un periodista que realiza un extenso reportaje sobre la actual situación de nuestro país. Un comentario afilado pero objetivo a través del cual se pudiese cualquiera hacer una idea de los entresijos de nuestra política, nuestras cuitas nacionalistas, las miserias que hacen que España sea muchas Españas enfrentadas, y otras levedades como las competencias entre comunidades o las luchas intestinas por salvaguardar una identidad lingüística.
Si este periodista contemporáneo, que conoce la situación de España, además, estuviese amparado por la sombra de Swift y de Jardiel Poncela, y de algún modo supiese destilar el veneno irónico de un Umbral y el humor desenfadado pero vitriólico de Kennedy Toole podría haber escrito Y Dios irrumpió de buen rollo.
Román Piña Vals, en esta novela de carácter humorístico y periodístico (sí, han oído bien), pero que no renuncia a su pose literaria, ha sabido des(dibujar) un fresco histriónico de nuestros días, de España y de su lado más caricaturesco. Como en su anterior novela –Sacrificio– el autor ha sabido extraer la parte más canalla y esperpéntica de la realidad para confrontarnos con ella. Una realidad que al trasluz de la escritura del autor parece rezumar la estética de un cómic de Ibáñez. (Reconozcámoslo, nuestro país da para muchos chistes, análisis profundos e incluso para libros inusuales como este.)
La trama consiste en la cruzada desaforada de una monja, doña Eulalia, y un periodista por salvar la patria de sus propios desmanes. A partir de ahí, los sucesos se irán jalonando, y junto a la intriga se irán desarrollando las tesis que sustentan y argumentan la trama en cuestión.
Con un estilo fluido y dicción impecable, Piña Vals no deja pie con pole. Ataca a todos sin cortapisas, sin pelos en la lengua y demuestra ser un gran conocedor de nuestro presente, y también de nuestro pasado. Quizá ahí radica el mérito de esta curiosa obra. Haber sabido extraer de la realidad más inmediata un argumento ficticio y convertirlo en un sainete umbraliano y desternillante, con personajes que encarnan una realidad desenfocada y que actúan en pos de una trama delirante.
El único inconveniente que tiene el libro es que quizá el exceso de datos lastra la trama y el ritmo narrativo se vuelve en ocasiones lento.
El lector no obstante, disfrutará si se toma su tiempo, aprenderá sobre la actualidad política, y además se reirá a carcajadas debido a algunos de los pasajes –equívocos plautianos incluidos- que tienen lugar, sobre todo en la última parte y que aquí no pretendemos desvelar.
Es esta una historia divertida, extremadamente lúcida, que abusando de todos los tópicos, con inteligencia e ironía, disecciona y recompone el mapa emocional y circense de nuestra España actual.